Hoy las tasas de interés de los bancos centrales en el mundo son históricamente bajas (en algunos sitios incluso negativas respecto de la inflación). Ésta estrategia se usa para impulsar el crédito y la demanda (y por tanto el PIB) de las economías durante una recesión. Cuando las economías estabilizan y aumentan su desempeño económico a niveles de crecimiento estable, éstas políticas facilitadoras de créditos son retiradas para evitar inflación de precios. Junto a lo anterior se pueden sumar políticas gubernamentales de gasto para “impulsar” el empleo, aunque esto signifique realizar obras absolutamente inútiles, sin embargo absorben trabajo y generan ingresos que se gastan en la economía interna (hay que considerar que éstos ingresos son retirados vía impuestos, por lo que éste gasto gubernamental como mucho es suma cero), gasto gubernamental que también es retirado, en general, para volver a la estabilidad presupuestaria. Pues bien, el día 30 de Junio, oficialmente termina el programa de relajamiento cuantitativo de la FED, que ha impulsado los mercados financieros, aunque no la economía del mundo, y ha provocado con esto inflación de precios globales al ser el USD reserva monetaria internacional. Entonces la encrucijada es: la FED corta el programa QE de impresión de billetes que hoy sostiene a los mercados en un escenario económico en extremo débil, quitando la base sobre la cual los inversionistas hacen sus pronósticos de crecimiento de los mercados lo que podría provocar una escapada masiva de las bolsas generando bajadas muy significativas, o sigue con el programa ante este escenario, provocando una devaluación del USD y de los instrumentos derivados en él, lo que podría generar la liquidación de bonos de deuda del tesoro, lo que provocaría una inflación galopante en la economía de USA y por ende en el mundo dado que la reserva mundial de divisa es el dólar. Los bancos centrales del mundo se han puesto en una situación en la cual tendrán que elegir el menor de los males, sufrir una deflación profunda seguida de una inflación que en general resulta en la destrucción de las deudas (y también de ahorros) o una inflación que permita a los bancos mantenerse solventes dado que una deflación o pérdida de valor en instrumentos financieros a los cuales están muy expuestos los bancos provocaría una quiebra masiva (y los gobiernos no tienen más espaldas para seguir respaldando más activos tóxicos de los que ya se encuentran en los balances de la banca privada o de los bancos centrales que han comprado estos instrumentos a 100% del valor de adquisición y no el de marcado que sería muy inferior). Me inclino a pensar que la FED esperará una caída significativa de los mercados lo que entregará la excusa perfecta para una nueva ronda de impresión de divisas que marcará el comienzo del fin del dólar como reserva monetaria. Ojalá los banqueros centrales cuenten con más armas que impresoras turbo.
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