@EyN
Ni la promesa de educación superior gratuita ni la demanda por una condonación de las deudas
que han enarbolado los estudiantes organizados en la Coordinadora de Deuda Educativa han
deteriorado sustantivamente la conducta de pago de los universitarios que han contraído
compromisos con la banca para financiar sus carreras.
La deuda total de los estudiantes con la banca -incluyendo el Crédito con Aval del Estado (CAE),
con Garantía Corfo y préstamos entregados directamente por las entidades bancarias- se multiplicó
por dos entre 2009 y 2013, pasando de US$ 1.569 millones a US$ 3.164 millones (un aumento de
101%).
Los dineros impagos, en tanto, han aumentado en la misma proporción durante este periodo: el
monto con una mora mayor a un año pasó de US$ 19 millones en 2009 a US$ 37 millones en 2013
(94% de aumento) y la mora de entre 90 días y un año creció desde US$ 7 millones a US$ 16
millones (128%).
En total, se trata de US$ 53 millones con una mora superior a tres meses, dineros que equivalen al
1,67% del total de los créditos estudiantiles vigentes. Esta cifra es proporcional a la que se
observaba en 2009, cuando la mora mayor a tres meses como porcentaje de la deuda total era de
1,65%.
"En el período diciembre 2009 a igual mes del año 2013 no se aprecia un aumento significativo en
la morosidad de los estudiantes chilenos, ya sea considerando la proporción de alumnos impagos
respecto del total de deudores como del monto en mora como porcentaje de la deuda total", señala
Mario Valenzuela, vicedecano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San
Sebastián.
Sin embargo, el académico tampoco cree que el sistema sea inmune a las expectativas que genera
la oferta de gratuidad: "Es factible que la reforma educacional genere esperanzas de cambios en el
sistema de financiamiento y pago de los aranceles, basados en conceptos como fin al lucro,
gratuidad para todos, la educación es un derecho, porque efectivamente las personas toman
decisiones en el presente basados en sus expectativas respecto del futuro", dice.
Titulación en riesgo
La mayor parte de los dineros en mora se concentran en estudiantes que no alcanzaron a titularse.
Según cifras de la Comisión Ingresa, entidad que administra el Crédito con Aval del Estado (CAE),
la mora de este instrumento creado en 2006, y cuyos primeros beneficiarios recién están saliendo al
mercado, es de 27% entre los egresados (deudores con al menos tres cuotas vencidas), cifra que
asciende a 68% en el caso de los desertores, que son los que abandonan el sistema por más de 13
meses.
Estimaciones del Servicio de Información de Educación Superior del Mineduc indican que tres de
cada diez estudiantes dejan su carrera al primer año.
Por esto, un alza desmedida de la matrícula universitaria financiada con deuda es un peligro
importante para el sistema. Un estudio del investigador del Centro Latinoamericano de Políticas
Económicas y Sociales, Sergio Urzúa, así lo advierte: "Lo anterior sugiere precaución respecto de
los potenciales beneficios asociados al paso por el sistema de educación superior cuando este
implica contraer créditos", señala.
Universidad como aval
Cuando un alumno cumple 13 meses seguidos sin estar matriculado en alguna institución, el banco
que le entregó su crédito comienza el proceso de cobranza. La universidad debe pagar el 90% de la
deuda en el caso de los estudiantes que desertan en primer año; el 70% para aquellos de segundo
año y 60% para los de tercer año en adelante. La responsabilidad del plantel expira solo cuando el
estudiante egresa.
Por esto, las expectativas de gratuidad o de perdonazo preocupan en las universidades.
"Esta situación afecta a las universidades que tienen un rol como aval", señala Alejandro Gutiérrez,
administrador general de la Universidad de los Andes, quien agrega que el endeudamiento aumentó
por las características de los distintos créditos a los que podían acceder los estudiantes: "La tasa de
interés del CAE fue muy alta durante mucho tiempo y discriminó entre alumnos que estudiaban en
universidades del Cruch versus los que estudiaban en universidades privadas".
Lo que solía ser una ventaja competitiva para los mejores talentos académicos (que no significa necesariamente talentos emprendedores) pasó a ser una extremadamente cara guardería de 5 a 6 años de diversión ininterrumpida con cuentas millonarias de arriendos y fiestas en W y Urracas varias.
El problema es que a la salida de esta burbuja, viene la fea realidad que es tener una deuda de 30-40 millones por una profesión que con casi toda seguridad no podrá ser ejercida de acuerdo a la intensa publicidad y promesas varias.
Como casi todas las cosas que necesitan arreglos extremos, la educación universitaria requerirá de una crisis enorme, no en los estudiantes sino en quienes no pueden ejercer sus carreras y menos pagar los estudios.
Tal vez podamos retomar, o iniciar sistemas de tutelaje para trabajos específicos. Con toda seguridad he aprendido 1000 veces más de gente que hace las cosas de verdad, y hasta tal vez tuve que desaprender tonterías teóricas que no dicen relación con el funcionamiento de la realidad, que con académicos que nunca han probado en realidad lo que enseñan.
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