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Sólo han pasado dos semanas desde que el economista José Luis Daza estuvo en Chile. Pero su inquietud por la marcha del país, de la que dio cuenta en el tradicional seminario que organiza Moneda Asset, persiste. Y aunque sabe que en el gobierno no es escuchado -“es ilusorio pensar que la presidenta adoptaría una propuesta mía”, dice sobre la reforma tributaria-, de partida vuelve a valorar el acuerdo que le dio viabilidad al proyecto impositivo en el Congreso.
“Fue un gesto de madurez política”, afirma el socio fundador de QFR Capital Management, junto con destacar la “calidad de los técnicos que expusieron y la honestidad intelectual de todos los ex ministros de Hacienda”. No obstante, no cree que el referido protocolo baste para mejorar el ambiente económico en el país, pues a su juicio la caída en las expectativas trasciende el tema impositivo. “Tiene que ver -describe- con expectativas de cambios radicales a las reglas del juego en que opera el sector privado. Hay anuncios de cambios profundos y no se sabe qué tan extremos terminarán siendo. Tiene que ver con el fin de una era donde criterios técnicos usualmente primaban por sobre la política en la formulación de políticas públicas”.
Desde su óptica, “hay un claro lenguaje populista de gran parte del mundo de la llamada Nueva Mayoría, de desconfianza hacia el sector privado y preferencia por una expansión del Estado. Todo esto, en medio del fin del ciclo global de inversión minera”.
- ¿Cómo califica la reforma tributaria tras los cambios en el Senado?
- Los economistas sabemos cuáles son los requerimientos básicos para un sistema impositivo eficiente progresivo, que no se preste a abusos. Debe ser: simple, fácil de entender y de monitorear, con tasas bajas, sin excepciones sectoriales, ojalá no muchos tramos, que entran en vigor cuando se superan niveles de ingresos mínimos dándole progresividad; sin discontinuidades, que ojalá minimice desincentivos al ahorro, inversión y al esfuerzo individual.
Desde este punto de vista, lo que quedó es un verdadero mamarracho. No uno, sino que dos sistemas complejísimos, con grandes distorsiones, discontinuidades, tratamiento especial para sectores con capacidad de ejercer poder político. El viejo dicho de que un ‘camello es un caballo diseñado por un comité’, se quedó corto; tenemos siameses, un camello con un guanaco pegado.
- ¿No ve algún avance en los puntos acordados?
- Se ha convertido en lugar común decir que el acuerdo es mucho mejor que la reforma inicial. Coincido, pero quedaremos con dos sistemas muy complejos, con muchas distorsiones, que dista de lo que un país como Chile puede aspirar dada la calidad de economistas que tiene.
- El ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín, advirtió que el tema tributario se tomará la próxima campaña presidencial. ¿Comparte esta apreciación?¿Es un alto riesgo?
- Felipe Larraín tiene razón. Es inevitable que a futuro se genere una discusión sobre cómo simplificar el sistema que no fue producto de un diseño técnico, sino que consecuencia de una transacción desesperada para salvar a la economía de un potencial desastre. Pero no lo veo como un riesgo, lo veo como una esperanza.
- ¿Cómo corregiría usted la propuesta de reforma?
- Es ilusorio pensar que la presidenta adoptaría una propuesta mía, así que le sugeriría que junte un grupo de entre los excelentes economistas que la apoyaron en la última elección y que elaboren una propuesta nueva, guiada por sus objetivos y ciertas restricciones. Nombraría a Eduardo Engel, Andrea Repetto, Manuel Marfán, René Cortázar y Mario Marcel; podrían ser otros. Les diría que se vayan a una oficina y que no salgan hasta que presenten una propuesta con las siguientes características: i) que recaude lo mismo que la propuesta actual; ii) que sea igual de progresiva que la propuesta actual; iii) que fomente el ahorro y la inversión; iv) y, lo más importante, que no tenga más de tres páginas de largo. Son imaginativos, criteriosos y guiados por las preferencias de la presidenta producirían algo infinitamente mejor que el mamarracho que tenemos. Quedarían muchos contadores y abogados tributarios cesantes, lo que no estoy seguro sea negativo para la sociedad. Obviamente, esto no va a pasar, así que veo muy probable el escenario del ex ministro Larraín.
- ¿Por qué las autoridades no han podido estabilizar las expectativas?
- La reforma tributaria generó enormes dudas en torno a la capacidad técnica del equipo económico. Estas dudas se han acentuado frente a continuas declaraciones del ministro de Hacienda culpando solamente a factores externos de la desaceleración. Mientras siga diciendo esto, aumentarán las sospechas de que no sabe dónde está parado. Además, tratar de influenciar expectativas con el slogan de “vamos de menos a más”, absurdo frente al shock de incertidumbre que tenía por delante, era dejarse completamente expuesto a un choque con la realidad. Para corregir un problema hay que empezar por tener el diagnóstico adecuado.
En la desaceleración hay un claro componente externo pero también hay un clarísimo componente auto infligido y negarlo no aumenta la confianza. La teoría económica moderna enfatiza el rol de la incertidumbre sobre la inversión. De hecho, sabemos que la inversión responde mucho más a la volatilidad de los procesos económicos subyacentes que a la tasa de interés. Datos empíricos sobre comportamiento del mercado financiero chileno indican que lo que tenía que pasar está pasando. Desde la distancia, le puedo asegurar que los anuncios de cambios radicales afectaron decisiones de inversión en Chile y esto se ve en precios de activos. De un universo de 45 monedas de países emergentes, el peso chileno es el que tiene el peor retorno en el mundo. ¡Ministro, el peor! Los resultados de la bolsa también muestran una muy mala performance en relación a otros emergentes.
- Antes que asumiera el gobierno de Michelle Bachelet, usted advirtió que las propuestas anti crecimiento eran “más fuertes”. ¿Siente que el tiempo le ha dado la razón?
- No había que ser muy suspicaz. La presidenta fue clara durante su campaña sobre los objetivos que perseguiría. Fue una campaña muy de izquierda, hostil a la inversión privada. Ahí no hay sorpresa. La sorpresa está en la calidad técnica de las propuestas y en el desorden de medidas anunciadas periódicamente por distintos ministros. Nos habíamos acostumbrado a un alto nivel técnico y orden durante los gobiernos de la Concertación, que objetivamente hasta ahora no se ha visto en esta administración.
- Las cifras económicas lo avalan, pero también hay un diagnóstico compartido respecto a que Chile debe mejorar la distribución del ingreso y la calidad de la educación.
- Hay una falacia de composición en el planteamiento de mucha gente de este gobierno. Dicen: “Chile tiene mala distribución del ingreso; Chile necesita reformas; por lo tanto el que no apoya estas reformas está en contra de mejorar la educación y distribución del ingreso”. Superficial y absurdo. Hasta ahora, no he visto nada que mejore la distribución del ingreso. Por el contrario, la agudización de la desaceleración impactará negativamente a los sectores pobres y medios, más que a los ricos. Se necesitan reformas, pero si queremos mejorar la distribución del ingreso, mejorar la educación, estas no son las reformas para hacerlo.
-¿Hay un problema de diagnóstico? En su reciente visita a Chile, usted habló de un cambio filosófico en Chile respecto al rol del capital privado y del Estado.
-Estamos frente al fin de una era. Hay una intención clara de hacer crecer el Estado a costa del sector privado. La intención declarada es sacarle recursos al sector privado vía impuestos, mayor endeudamiento estatal y explícitamente expulsando al capital privado de sectores como educación y salud.
Bajo cualquier métrica, en los últimos 30 años Chile fue lejos el país más exitoso de América Latina en mejorar el bienestar para su población; hay una batería de datos que lo corroboran. Pero uno los indicadores más fuertes de las oportunidades que ofrece una sociedad son las corrientes migratorias; las poblaciones van a los países que ofrecen mejores condiciones. Hemos visto una avalancha de gente de toda América Latina y de partes de Europa que quería venir a vivir a Chile y no precisamente porque nuestro país es un horror para los más pobres. Chile se transformó en una sociedad dinámica, creciente, que ofrecía oportunidades y empleo, pero que todavía es muy desigual en muchas áreas.
Parte fundamental de ese éxito fue la apertura al capital privado de muchas a áreas de la economía que requieren alta inversión: energía, minería, educación, carreteras, salud, pensiones, bancos, seguros, etc (...) Necesitamos invertir mucho capital en educación, pero en vez de regular el lucro en forma inteligente para que el capital privado complemente y potencie a lo que ya hace el Estado, lo vamos a prohibir. Se han anunciado aumentos de capital en Codelco, BancoEstado, Enap, AFP estatal. Como la economía va a crecer menos, tendremos déficit fiscales más altos y el Estado se endeudará para financiar esa expansión del aparato público.
“No sabemos cuál es el piso”
-¿Le parecen razonable la baja en las proyecciones de PIB a cerca de 2% para este año y 3% en 2015?
- Los economistas somos malos para hacer proyecciones de crecimiento; no tenemos buenas herramientas. Somos mejores para identificar tendencias y asimetrías en los riesgos alrededor de esas tendencias. No tengo idea cuánto crecerá Chile este año ni el año que viene. Economistas locales están en mejor posición para hacer esa evaluación de corto plazo.
Lo que sí anticipo es que dadas las reformas que plantea el gobierno, dado el ciclo minero mundial, dada nuestra baja productividad, el crecimiento potencial será bastante inferior que en el pasado. Es más, ese es mi escenario central. Si Chile crece en promedio 3% o más durante el gobierno de Bachelet deberíamos estar contentos. Hay chance de que lo consigan a punta de gasto fiscal. Me parece que la población está reaccionando de forma racional y esperable frente a la incertidumbre.
- ¿Estas cifras son un piso?
- Es muy difícil establecer cuál es el piso; no lo sabemos. Hay numerosos casos de países que entran en ciclos autodestructivos que duran por años, a veces décadas. Si la incertidumbre creada por las reformas que vienen se traduce a una decisión de desapalancarse del sector privado, algo que todavía no hemos visto, y el crédito comienza a contraerse, nos pegaremos otro bajón fuerte. Hay cosas que no controlamos, como el precio del cobre, que van a ser importantes en el crecimiento. También hay otras que sí controlamos que van a tener un impacto, sobre todo en el largo plazo. Si las versiones más radicales de la reforma laboral se implementan, entraremos en un largo período de estancamiento, bastante más marcado que la desaceleración vista hasta ahora.
- ¿Cuáles son sus perspectivas para la economía chilena en 2015?
- De enorme incertidumbre regulatoria, enorme expansión fiscal y endeudamiento del sector público. Tenemos reforma constitucional y reforma laboral, las fuentes principales de incertidumbre. Con respecto al crecimiento, una vez más, no tengo idea, pero creo que el gobierno, sin mucha vergüenza, apretará a fondo el acelerador fiscal para tratar de revertir la tendencia (...) No nos olvidemos que durante el primer gobierno de Bachelet, cuando Arenas era director de Presupuesto, el gasto fiscal creció más de 80% en términos nominales en cuatro años, y pasó del 17% al 23% del PIB, la expansión fiscal más grande de Chile desde Allende.
Se nos vienen altos déficit fiscales. Tienen espacio fiscal porque el país tiene bajo endeudamiento, pero en el proceso, una vez más el gobierno de Bachelet hará saltar por los aires la regla de balance estructural. Eventualmente, el aumento en endeudamiento llevará a que nos bajen la calificación de riesgo, aunque eso tomará tiempo. Las agencias calificadoras son todavía más lentas que los gobiernos en ajustar proyecciones.
"Ojalá la presidenta adopte la forma de gobernar de su primer mandato"
- ¿Postergaría las reformas laboral y constitucional? La Sofofa habló de la inconveniencia de avanzar en la laboral en este contexto. - Hay una vieja historia sobre un Faraón que debía ser juez en una final de canto, cuando quedaban solamente dos competidores. El Faraón decidió declarar ganador al segundo concursante después de haber escuchado solamente al primer cantante. Esto me hace pensar en los periódicos arrebatos de países latinoamericanos que deciden cambiar sus constituciones sin saber con qué la remplazarán (...) Creo que es muy sano discutir cambios a la Constitución y generar consensos para hacerlos. Francamente creo que es una inmadurez política no sorprendente que Chile quiera partir de cero, con una Constitución nueva.
- ¿Postergaría la reforma laboral?
- Es difícil comunicar lo negativa, destructiva para nuestra sociedad que es la reforma laboral en los términos hasta ahora descritos por la ministra del Trabajo. He dicho en mucha oportunidades que los economistas somos malos para muchas cosas, entre ellas hacer pronósticos. Pero si hay algo que entendemos, es la importancia de un mercado laboral flexible. Las propuestas son muy regresivas, anticuadas, han sido probadas y fracasado en innumerables partes del mundo. En un mundo globalizado, con grandes shocks tecnológicos, donde el capital se mueve rápidamente, estas reformas tendrán un costo aún mayor que la reforma tributaria. El empleo va a caer aún más; y las empresas que no se puedan ir a producir a otras partes, reemplazarán trabajadores con máquinas, como ha pasado en todos los países que tienen estos tipos de regulación. Va a ser un mazazo muy duro para nuestra economía. Un ejemplo impactante de las consecuencias de un mercado laboral rígido ocurrió este año: la declaración de bancarrota de la ciudad de Detroit, cuna del automovilismo americano. Ahuyentadas por reglas laborales rígidas, fuertes sindicatos y altos impuestos, las empresas automotrices migraron hacia el sur de Estados Unidos. Hoy EEUU tiene récord de producción histórica, pero prácticamente toda la producción es en las vibrantes y flexibles economías del sur. En Detroit queda un cascarón de edificios abandonados, dilapidados, una tasa de desempleo de 14% frente al 6% nacional, y una ciudad en bancarrota. Si pasan la reforma laboral propuesta, el capital se va a ir de Chile.
- ¿Y la reforma de educación?
- Es tan mala, tan mal concebida, tan mal manejada, tan ineficiente en lograr mejor educación, que no hay espacio suficiente para analizarla en estas páginas. Es para muchos observadores externos , sorprendente lo que está pasando en Chile. Pero cuando miro lo que fue Argentina cien años atrás y lo que es hoy, no me sorprendo que estas cosas pasen en América Latina. Ojalá la presidenta rectifique, se modere, consulte. Ojalá adopte la forma de gobernar de su primer mandato. El acuerdo tributario da esperanza. "Tenemos un Banco Central serio, profesional, pero tímido" - ¿Qué rol le cabe al Banco Central en este contexto? ¿Usted sugiere nuevas bajas de tasas de interés? - El Banco Central jugará un rol de acompañamiento más que de liderazgo. Los problemas de desaceleración de Chile no se solucionan con política monetaria. Por otra parte, tenemos un Banco Central serio, profesional, pero tímido. Me parece que se están apoyando en exceso en el espejo retrovisor para determinar hacia a dónde va la economía. Frente a la caída en inversión y consumo, frente al riesgo de que el sector privado decida desapalancarse, a mediano plazo no veo muchos riesgos de inflación. Van a seguir cortando tasas por mucho tiempo aunque el impacto no sea decisivo; no tengo idea cuándo terminará; no me sorprendería si tienen que bajar tasas a niveles de 2,5% ó 2%, sobre todo si aprueban la reforma laboral. La principal restricción para bajar tasas será la velocidad de depreciación del peso y las alzas de tasas del Fed. Ambas solamente tendrán efectos temporales.
- Por el lado del gobierno, ¿es necesario un plan de contingencia? Ya están las agendas (energía y productividad), obras públicas y capitalización de empresas...
- Más que la dinámica de corto plazo, me interesan las determinantes del bienestar a mediano y largo plazo. Aquí, el crecimiento de la productividad es la variable esencial. En esta materia, veo dos agendas; una enorme agenda anti-productividad vía reforma tributaria, reforma laboral, expansión de las empresas públicas, reforma constitucional, cuestionamiento de derechos de agua, cuestionamiento de derechos de propiedad, reforma de educación, reforma de salud y otras joyitas. Por otra parte, una agenda para aumentar la productividad liderada por el ministro de Economía que queda totalmente sobrepasada por la primera. En su conjunto, el gobierno está engendrando un monstruo que destruye productividad y el Ministerio de Economía le va a poner un poquito de rouge y rímel para que se vea más bonito; pero monstruito quedará. - ¿Y mayor gasto fiscal puede ser un plan de contingencia? - Es el plan de contingencia. Como dije, el gobierno apretará a fondo el acelerador fiscal. Empresas públicas, obras públicas, gasto fiscal serán los instrumentos para tratar de apuntalar el crecimiento. Ya lo han hecho en el pasado y lo volverán a hacer. No hay restricciones de mercado para esto dado el bajo endeudamiento del país y las bajas tasas de interés en el mundo. La única restricción podría ser la regla del balance estructural, pero al igual que en el pasado, no creo que sea impedimento para gastar. Seguramente, asumirán una alta tasa de crecimiento de largo plazo, algo sobre 4%, lo que les permitirá decir que el déficit es cíclico y no estructural. Habrá luz verde para gastar.
No mucho que agregar a este muy buen análisis…
Un mamarracho de gente que no sabe donde está parada es una excelente forma de representar la situación actual…
Excelente análisis que ilustra el sentimiento de las fuerzas productivas del país. Refuerza también mi opinión sobre la fragilidad del "éxito" de Chile y de como podemos volver atrás en muy poco tiempo. No olvidemos que hay políticos de la Nueva Mayoría que apoyan a Venezuela y Cuba como ejemplo de sociedad...en fin...siempre hay que tener un plan B.
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