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De cuatro niños que cursan primero básico, en escuelas públicas y subvencionadas del país, al menos uno está dentro del rango de obesidad, es decir, un 25,3% de los menores de este nivel educacional. Además, un 26,5% de estos niños tiene sobrepeso y, sumadas ambas categorías, superan a la cantidad de alumnos con peso normal que están en esta etapa escolar y que corresponden al 41,8%.
Así lo reflejó el mapa nutricional que realizó la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) durante 2013, al que tuvo acceso La Tercera, y cuyos resultados corresponden a 692.887 encuestas realizadas a estudiantes de prekínder, kínder, primero básico y primero medio del país.
Uno de los datos “preocupantes”, según el estudio, es el sobrepeso y la obesidad que se detectaron en los menores de cuatro a seis años, ya que el 50% de estos infantes pesa más de lo que se considera normal para su edad.
De hecho, el 22,3% de los niños de prekínder -entre cuatro y menores de cinco años- son obesos y ocurre lo mismo con el 23,6% de los estudiantes de kínder entre cinco y menores de seis años: una curva que va en alza, ya que entre 2007 y el último estudio hubo un aumento de un 33,7% de la obesidad en menores de entre prekínder y primero básico (ver infografía).
La nutrióloga de la clínica Avansalud, Cecilia Castillo, dijo que las cifras son preocupantes, ya que “en la medida que pasa el tiempo, la obesidad de estos niños es más marcada. Cuando un menor es obeso, significa que tiene alterado otros indicadores, como colesterol alto, generan resistencia a la insulina, tienen problemas traumatológicos por el peso, además de otros trastornos psicológicos por situaciones sociales como el bullying en el colegio”.
Para el jefe de la División de Políticas Públicas del Minsal, Tito Pizarro, “las cifras son malas, porque reflejan un grado de obesidad precoz y ese estado puede seguir en su vida. Un niño no diferencia muy bien la verdad de la fantasía que tiene de la imagen de la publicidad de un alimento que no es saludable y, en la medida que el niño se independiza de sus papás, adquiere rápidamente patrones de consumo que los hacen tener sobre peso y obesidad”.
HOMBRES SON MÁS OBESOS
Los datos del mapa nutricional también dan cuenta que los varones tienen mayor prevalencia a la obesidad o riesgo de obesidad que las niñas. En primero básico el 22,3% de las niñas sufre de obesidad, mientras que en los hombres representan el 28,3%.
Este patrón se repite en los resultados de prekínder y kínder, donde los niños tienen una prevalencia de obesidad de 4,1% y 4,8% promedio en todas las regiones del país.
Una situación que se explicaría, dijo el presidente del Colegio de Nutriólogos, Samuel Durán, porque “los niños consumen más calorías que las niñas, también los padres son más permisivos si un varón come más de la cuenta versus una niña, y en ambos géneros la actividad física es baja. Aunque este fenómeno se revierte en la edad adulta, donde la obesidad es mayor en las mujeres”.
También hay diferencias entre los menores que viven en zonas urbanas, de aquellos que residen en áreas rurales. El documento señala que vivir “en un sector urbano puede tener un efecto protector para la malnutrición, lo cual se debería principalmente a una mayor disponibilidad y accesibilidad al alimento”.
En cuanto a las regiones, la zona austral de Chile tiene la mayor cantidad de estudiantes de primero básico con problemas de peso. Aysén registra, en este nivel, un 28,8% de obesidad, seguida por El Maule, con un 28,3% y Los Ríos, con un 27,7%. La prevalencia más baja la tiene la zona norte, específicamente Arica y Parinacota, donde el 20,8% de estos menores es obeso.
Nutrición en exceso que puede extenderse a la etapa de la pubertad. Así lo muestran los resultados de las encuestas realizadas a adolescentes de primero medio, cuya edad promedia los 14 años. Si bien este grupo tiene el más bajo rango de obesidad de los cuatro niveles que fueron medidos, en 2013 se contabilizaron 27.455 estudiantes obesos, el doble de los alumnos que tenía esta condición física en 2007, cuando sumaban 12.975 adolescentes.
Samuel Durán señaló que este dato “es súper grave, porque en esta edad los padres tienen menos manejo sobre lo que comen sus hijos. En estos casos y la mayoría de las veces son los adolescentes quienes deciden qué van a comer y en qué horarios”. Según Durán, si bien no es imposible cambiar la tendencia a esta edad, “es muy difícil, porque en la adolescencia, que por sí sola es complicada, la obesidad o el sobrepeso responde a un patrón de conducta alimentaria. Además, lo más probable es que estos adolescentes fueron escolares con sobrepeso u obesidad y no se realizó una intervención a tiempo”.
MENOR EXPECTATIVA DE VIDA
Para los expertos, lo importante es trabajar políticas de Estado tendientes a potenciar soluciones integrales. Así lo dijo la doctora Cecilia Castillo, quien aseguró que “se ha establecido que, de no mediar cambios, estos niños tendrán una expectativa de vida menor que la de sus padres”.
Esto se produce, añadió Castillo, “desde niños comienzan a manifestar enfermedades asociadas al sobrepeso que agudizan en su etapa adulta, tienen riesgos de desarrollar un cáncer y acelera el proceso de la pubertad”.
Este último indicador, explicó Durán, repercute en la estatura que tendrá el niño en su etapa adulta. “El exceso de grasa acelera la etapa de maduración y al crecer más rápido se frena su talla. A los 18 años estos niños pueden llegar a ser más bajos, que el promedio de estatura de una persona normal”, dijo el médico.
Por su parte Tito Pizarro, del Minsal, dijo que el esfuerzo a realizar es generar un cambio cultural, una de las medidas que tiene contemplada el gobierno, es bajar los nutrientes críticos de los alimentos envasados. “Hoy sabemos que más de dos partes de la sal que consumimos al día viene de alimentos industrializados, por lo tanto se puede hacer un esfuerzo para bajar”, agregó.
Al menos ya tenemos los problemas de países desarrollados.
Faltan solo las ventajas.
Sería interesante saber como los ciudadanos en países como Suecia, Noruega o Dinamarca pueden mantenerse en forma…y no es que coman poco por cierto. Tampoco es que hagan taaaaanto deporte. Curioso. Eso también disminuye la desigualdad. Tener similares “looks” ayuda bastante. Y hoy la obesidad está más bien asociado a niveles socio económicos bajos. Si eso se une a diferentes “colores” la segregación es casi automática, y por ende la desigualdad de acceso a oportunidades. Así es la vida. Me parece que es un aspecto que se excluye de los debates de desigualdad, tal vez por ser políticamente correcto.
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