13 octubre, 2015

Fontaine: “No me parece claro que la política fiscal haya regresado a un curso sostenible”

 

@DF

Las dudas que surgieron en el mercado luego de la presentación de la ley de Presupuestos el 30 de septiembre se disiparon -en algo- la semana pasada, luego de que el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, delineara la estrategia en materia fiscal en el mediano plazo, enfatizando que la austeridad en el crecimiento del gasto no sólo será una tendencia del próximo año, sino también de 2017 y 2018.

Un esfuerzo que considera “encomiable” Juan Andrés Fontaine. El consejero de Libertad y Desarrollo (LyD) y ex ministro de Economía valora que el titular de la billetera fiscal reconociera las limitaciones del escenario macro en la actualidad. Sin embargo, espera aún más.

“Los ministros de Hacienda siempre están al debe”, comenta el experto con humor, el que cambia a medida que desglosa las razones que lo hacen esperar nuevos ajustes fiscales a futuro, poniendo el acento en que los parámetros estructurales continuarán revisándose a la baja en el mediano plazo, sobre todo el precio del cobre de tendencia -hoy en US$ 2,98-, un valor “muy alto” para sustentar el “apretón” en materia fiscal, señala.

- ¿Con qué sabor queda con la presentación del Presupuesto?

- Este Presupuesto introduce una dosis de austeridad que hacía mucha falta, que se refleja en que el gasto crece la mitad de lo que lo hará este año. Sin embargo, me quedo con dos preocupaciones: no me parece claro que, incluso con ese esfuerzo, la política fiscal haya regresado a un curso sostenible a mediano plazo. Esto debido al alto déficit que se está trabajando tanto para este año como los que se esperan de aquí al 2019.

Y la segunda preocupación es que buena parte del ajuste fiscal está condicionado por el reconocimiento que Chile es hoy un país con una capacidad de crecimiento muy mediocre. Lo que hay detrás del sinceramiento fiscal es reconocer que Chile tiene una capacidad de crecimiento mucho menor.

- ¿Faltan esfuerzos adicionales? El apretón ya es de por sí bien fuerte…

- Es destacable el sinceramiento de todo esto, pero al final uno mira esto y dice “bueno, entonces qué está haciendo el gobierno para rectificar y corregir esta situación”. Las causas de esta disminución de crecimiento potencial, claramente especificado en la Hacienda Pública, una mitad está en la caída en la inversión y otra parte importante en el estancamiento de la productividad.

En la caída de la inversión, muchos -como el Banco Central y el FMI- lo han atribuido directamente a políticas que ha seguido el gobierno. Entonces, hay una responsabilidad directa de la presidenta Bachelet y de su gobierno en el empobrecimiento del país.

El gobierno, en vez de asumir que el rumbo por el cual embarcó al país era erróneo y que ha significado un costo económico serio, está buscando el camino simplemente para postergar estas reformas pero mantener el rumbo. Yo creo que aquí, en vez de todo este sinceramiento, es el reconocimiento que nos hemos metido en un camino que nos lleva a ser un país económicamente mediocre.

- ¿El ministro Valdés está dejando que el deterioro de las cuentas fiscales le pase por el lado?

- Yo valoro lo que está haciendo el ministro Valdés, pero no puedo sino reconocer que en buena medida el origen de ese esfuerzo es el hecho que la economía está con una capacidad de crecimiento muy limitada. Más allá de eso, lo que realmente es importante es que las mediciones de capacidad de crecimiento del mediano plazo están muy devaluadas, eso es lo más grave.

- ¿Hay que apretarse un poco más el cinturón a futuro?

- Una de las tres dimensiones para analizar la política fiscal se basa en hasta qué punto ésta es sostenible a mediano plazo y, en consecuencia, crea una base de credibilidad y de confianza para la estabilidad futura de la economía, las tasas de interés y la inflación. En ese aspecto, creo que hay un avance en cuanto a sincerar la situación del crecimiento potencial.

Sin embargo, se mantiene un déficit estructural alto. El 1,6% del PIB este año -cayendo a 1,3% el próximo año- son déficits relativamente importantes, todo esto medido con los supuestos que se han utilizado para la regla fiscal con un precio del cobre de US$ 2,98 la libra, que es universalmente alto. Entonces, yo habría sugerido que el ministro convocara nuevamente al panel de expertos que le recomendó ese US$ 2,98 para que revisaran esa estimación, dado lo que ha pasado en los mercados últimamente.

Hoy día en el mercado el precio del cobre a futuro está en torno a US$ 2,40- US$ 2,30. Entonces, estamos calibrando la política fiscal a un PIB potencial bajo, pero no todavía al precio del cobre que realmente se está esperando a futuro en los mercados.

- ¿O sea, no nos hemos ajustado todo lo que deberíamos?

- En consecuencia, para no admitir un déficit estructural tan alto, habría que ver un giro más restrictivo en la política fiscal. Incluso sin hacer eso, incluso con lo que está hoy día previsto en la exposición de la Hacienda Pública se está hablando de un déficit efectivo que parte en 3,3% del PIB este año y que va descendiendo muy de a poco en los próximos cinco años, lo cual significa un aumento muy sustancial -yo calculo que por lo menos se duplica- del indicador de deuda neta a PIB a lo largo de estos cinco años. Y eso con un precio del cobre más alto que el que hoy día está en el mercado.

En definitiva, no me convence que estemos con una política fiscal que realmente podamos confiar que es sostenible a mediano plazo. Y, desde luego, a lo que eso llevaría es que o hay un crecimiento excesivo de la deuda o tendría que haber un giro fiscal más austero en los próximos meses o años. Y no veo del gobierno ningún reconocimiento de eso. Más bien se siguen manteniendo los planes de gasto, de subsidio, de creación de esta especie de Estado de bienestar que estaba en el programa de gobierno original y que, en este escenario, parece claramente inviable.

- Pero el ministro ya dijo en entrevista con DF que 2017 y 2018 serán años de mayores ajustes que 2016…

- Ahí queda claro de que la proyección fiscal de mediano plazo, aún con esta rebaja muy gradual del déficit estructural, en esas circunstancias la regla fiscal deja cero holgura para la expansión del gasto público.

De hecho, la regla admitiría -según los supuestos planteados en el escenario macroeconómico previsto- una expansión de poco más de 4% al año en gasto público por año de aquí a 2019. La Dipres informó la semana pasada que los gastos comprometidos en diversas leyes ya aprobadas absorben todo ese crecimiento y un poco más. Me parece que eso es significativo y deja abierta la pregunta de cómo se financian los planes expansivos del gobierno.

- ¿Deja de estar al debe el ministro con este Presupuesto?

- Yo creo que un ministro, y particularmente un ministro de Hacienda, está siempre al debe. Siempre hay que exigirle mucho más.

Yo celebro esta dosis de realismo y de austeridad, pero tengo reparos en cuanto a que no me parece que sea suficiente para crear credibilidad en la sostenibilidad de largo plazo de esta política fiscal. Particularmente, con un gobierno que tiene un programa altamente demagógico de gasto público que no es compatible con las condiciones fiscales a futuro. Y, por otra parte, no me parece que el gobierno se esté haciendo cargo del verdadero problema de la economía chilena, que es la falta de capacidad de crecimiento que se está evidenciando precisamente en los supuestos que informan en el Presupuesto.

REFORMA LABORAL: "ME PARECIERON DECEPCIONANTES LAS INDICACIONES"

- ¿Se moderó la reforma laboral con las indicaciones presentadas?

- Me parecieron decepcionantes. Habría pensado que el gobierno, como parte de este llamado realismo sin renuncia, iba a buscar una forma de modificar el proyecto aprobado en la Cámara, de manera de atender lo que han sido críticas muy generalizadas de expertos de distinto origen, de distintos colores políticos, respecto a que se ha ido configurando un proyecto de ley hecho a la medida de la CUT para promover artificialmente la sindicalización, y conferirle a los sindicatos la capacidad de subir artificialmente los salarios a través de huelgas y de negociaciones colectivas más duras. Todo eso obviamente configura un cuadro muy reñido con la necesidad de aumentar la productividad y el crecimiento económico y el empleo. Y desgraciadamente el gobierno no ha reconocido estas críticas y ha mantenido el proyecto en esencia muy en la misma línea de lo que presentó originalmente y que aprobó el Congreso en la Cámara.

- Pero el tema aún no está cerrado.

- El tema todavía no está zanjado, aún quedan algunas semanas de discusión en el Senado y yo espero que se pueda encontrar una fórmula que efectivamente corrija este proyecto en la dirección de acercarse a lo que son las prácticas normales en los países desarrollados. Hay gran divergencia entre uno y otro, pero en general si uno mira lo que está planteando este proyecto comparado lo que son esas prácticas, este proyecto en varias aspectos toma una posición muy desequilibrada en cuanto a fortalecer en exceso los poderes de los sindicatos para monopólicamente lograr salarios más altos.

- ¿Cuenta con Valdés para corregir el proyecto más que la ministra Rincón?

- Este es un equipo, cada cual juega su rol. Me parece que, al final, la realidad se impone y que la evaluación que debe hacer la Presidenta y el gobierno en general es en qué sentido tiene construir una legislación laboral de este tipo, si es que ella se traduce en mantener un clima adverso a la inversión, al empleo; y mantener, entonces, esta economía mediocre que finalmente se traduce en que los planes de gasto, los planes de gobierno diseñados entusiastamente por los técnicos de la Nueva Mayoría dos o tres años atrás, tengan que ser re archivados, porque simplemente no hay recursos. Todavía es tiempo para buscar un camino mejor.

Efectivamente, los presupuestos de gobiernos están considerando deuda para cubrir las brechas.

Dicho lo anterior, el gran problema de los gobiernos occidentales son las pensiones y como sostenerlas. Ese problema no lo tenemos en términos de carga de gobierno. Salvo la deuda de gobierno mantenida por los fondos de pensiones.

Por ahora, es simplemente un periodo en el que tendremos que tragar saliva y ver cual es la magnitud del daño al final del periodo para repararlo.

Estamos acostumbrados a eso.

No hay nada que hacer adicional. Este gobierno es muy ideologizado respecto a sus políticas y no mirará nada que no sea el cumplimiento de sus promesas, aunque con ello destruya el crecimiento y las expectativas económicas, interna y externamente. Tiene que seguir su curso.

Lo que podemos hacer como ciudadanos individuales es entender estos ciclos, tratar de pasarlos sin mucho daño,  aprovecharlos si se puede, y comunicar lo pernicioso de estas políticas a la mayor cantidad de gente posible, con la esperanza de que la próxima generación lo haga mejor.

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