El cambio climático es uno de los cinco mayores riesgos para el mundo en 2018. En la actualidad encontramos que por primera vez en cuatro años se incrementaron las emisiones de CO2, además de sumar el tercer año como el más caluroso de la historia y una temporada de huracanes especialmente violenta. Esto lo pone de manifiesto el Foro Económico Mundial, donde participaron cerca de 1.000 expertos y tomadores de decisiones.
En un contexto en que algunos países se inclinan hacia el proteccionismo y la unilateralidad, la complejidad de abordar una respuesta global a largo plazo aumenta, esto evidentemente se alza como el principal riesgo en el mundo, incluso cobrando tal relevancia que desplaza a factores económicos o geopolíticos en el mapa de riesgos.
Hay datos indiscutibles que señalan el efecto e importancia de esta materia: la contaminación es responsable de una de cada diez muertes a nivel mundial y más del 90% de la población vive en zonas con niveles de polución superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Los anterior, sumado a gatillar un costo para la economía mundial de US$ 4.600 billones anuales.
Hace solo un par de años, el panorama parecía prometedor tras el Acuerdo de París de 2015 y las sucesivas Conferencias de las Partes de Naciones Unidas, que consiguieron aunar el esfuerzo de numerosos países, entre los que destacan China. No obstante, el proteccionismo de grandes potencias y otras naciones han puesto en riesgo el objetivo de reducir las emisiones y alcanzar una economía baja en carbono.
Ante este escenario de incertidumbre, emergen nuevos actores sumados a las empresas, organizaciones y la propia sociedad civil; que adoptan un papel cada día más protagónico en el logro de la sostenibilidad. Tal es su relevancia que en el último Foro Económico Mundial se planteó que la red integrada por estos nuevos actores puede ser determinante en la lucha contra el cambio climático.
Día a día los aspectos no financieros están tomando mayor importancia a la hora de dar cuenta de la gestión de las empresas, dado el efecto directo que estos riesgos tienen en el negocio y la sostenibilidad de largo plazo de las compañías. Esto se ha vuelto tan relevante que los inversionistas exigen cada vez más conocer de esta información no financiera directamente en los reportes de las compañías. Así durante los últimos años se puede observar cómo las propias empresas han ido incrementando –y mejorando- su información sobre responsabilidad corporativa.
Una mirada de los negocios en base a la sostenibilidad llegó para instalarse en la agenda mundial, de las empresas y sus directorios y ejecutivos que las dirigen. Chile no puede quedarse ajeno. Sin duda la llegada del nuevo gobierno es una oportunidad para profundizar la agenda país en materia medioambiental y tal como lo anunció la nueva ministra de Medioambiente Marcela Cubillos, esta es una de las prioridades de su cartera.
Es tarea de todos tomar conciencia y trabajar aportando medidas concretas que permitan avanzar, de forma tal, que las amenazas de los últimos años no sigan escalando.
Algo que no entiendo de la gente que dice que el cambio climático es un problema, es que el cambio climático es continuo y es parte de la naturaleza y la experiencia humana. Gran parte de la historia del hombre se ha escrito con las migraciones debido al cambio de clima y por lo tanto de la escasez de alimentos. Decir que es un problema que el clima cambie es lo mismo que decir que es un problema que existan inviernos (o veranos). Ridículo. Es cíclico.
Ahora, el problema real no es que se caliente la tierra. Eso implica abundancia. Lo realmente catastrófico sería que entremos en un periodo de enfriamiento, o era glacial.
Esto por supuesto es diferente de la polución y contaminación en los lugares en los que vivimos. Ciertamente nos gustaría tener agua más limpia aire más puro y calles sin basura. Pero eso es diferente del clima.
No podemos influir en el clima porque este depende del sol y sus ciclos en un 99%. Al menos no aún. Si podemos trabajar sobre la contaminación.
Ahora, con extremos tan marcados estos últimos años con veranos de espanto e inviernos catastróficos, la verdad es difícil saber si el ciclo actual nos lleva hacia un periodo de mayores temperaturas (que es bueno) o de menores (que es malo, muy, muy, muy malo). De hecho recuerdo una teoría de la tierra blanca, que con suficiente frío y nieve en la superficie, jamás la tierra volvería a tener temperaturas cálidas porque esta capa blanca reflejaría la radiación solar e impediría el efecto del sol sobre la tierra. De terror. A todos nos gusta la nieve, en invierno, para diversión. Y todos nos quejamos de los 30 grados continuos en verano. Pero para efectos de vida y supervivencia, es lejos mejor tener climas cálidos donde la vida abunda, que inviernos gélidos.
No por nada todas las migraciones históricamente se han producido desde climas fríos hacia cálidos. Incluidos los ancianos hacia Florida en USA.
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