Apple no tuvo otra opción que reconocer que los resultados del último trimestre de 2018, equivalentes al primero de su año fiscal 2019, vienen peor de lo que anticipa y la razón es de su producto estrella: el iPhone.
La culpable es China, según afirmó la compañía, cuyos consumidores no recibieron como se esperaba la última versión del smarphone, el XR, en un ambiente hostil propiciado por la inconclusa guerra comercial entre el gigante asiático y EEUU.
En ese marco, Tim Cook, CEO de la compañía, indicó que entre octubre y diciembre los ingresos de Apple serán de alrededor de US$84.000 millones, una reducción de las estimaciones previas de entre US$89.000 millones y US$ 93.000 millones.
“Si bien anticipábamos algunos desafíos en mercados emergentes claves, no previmos la magnitud de la desaceleración económica, particularmente en la Gran China”, detalló.
El mercado detestó tanto las cifras como los argumentos. La acción cayó 10%, borrando de un plumazo US$74.123 millones de capitalización bursátil, equivalentes al 45% del IPSA o cuatro veces el market cap de Falabella (US$17.702 millones).
En este escenario, en Wall Street se desataron las bajas, que aumentaron ante la desaceleración de las manufacturas de EEUU, con la mayor baja en la encuesta ISM desde la crisis subprime.
No es sólo China
Pero entre las bolsas neoyorquinas, la más afectada fue el Nasdaq (-3,04%) por Apple. “La noción de que las ventas del iPhone son débiles no es una sorpresa, pero sí el nivel de la debilidad”, detalla a PULSO Tom Forte analista de D.A. Davidson.
Para Jeffrey Kvaal, de Nomura Securities, las explicaciones de Cook tienen sentido. “La suavidad económica de China y las tensiones de la guerra comercial son los culpables (…) El nacionalismo parece estar en juego, y el consumidor chino quizás percibe a los compradores de iPhone como anti-chinos”, indicó.
Sin embargo, James Cordwell, analista de Atlantic Equities alerta de problemas mayores. “Una combinación del mercado de teléfonos inteligentes en proceso de maduración, la disminución de la innovación percibida y el precio superior de los nuevos teléfonos también contribuyeron a la disminución”. De este manera, lo que más le preocupa es que “Apple podría tener menos poder de fijación de precios en su franquicia de iPhone”.
En tanto, para Forte, resulta esencial que la compañía sepa responder a su historial de innovación. “Apple siempre ha sido el primero en el pasado. Es cosa de pensar en el Macintosh, iPod, iPhone o el iPad (…) tengo confianza en que serán capaces de determinar cuál es el próximo producto en el que deben enfocarse”.
Esto último es el error.
No es Apple el que fue el primero. Fue Steve Jobs, con Wozniak como contraparte de ingeniería. Apple es solo la canalización del genio de ambos en múltiples áreas.
Apple no lanza un producto innovador desde el Ipad. Y eso fue hace casi una década. En una marca que se supone es innovadora en esencia. De hecho ahora se ha transformado en seguidor.
Lentamente, muy lentamente, el consumidor se ha comenzado a dar cuenta de que puede obtener lo que entrega Apple, y más, a una fracción de su precio. Y también es relevante el hecho de que el target de mercado, que serían los millenials, están quebrados, así es que el símbolo de estatus que les queda es tomar un Latte ultra caro en Starbuck. No hay ya dinero para un celular de un millón de pesos.
Ni hablar de los computadores. En algún momento eran lo último en tecnología y diseño.
Ya no es el caso.
Dell y HP han lanzado durante los últimos dos años computadores tanto o más potentes a nivel de consumidor, y mucho más bonitos, al menos para mi gusto.
Igualmente a nivel profesional. Hace algunos años, en diseño, era impensable una competencia para Apple. No más.
Lo dicho en anteriores posts. Las empresas, al igual que los gobiernos, y también las personas individuales, se vuelven complacientes y burocráticas cuando creen que tienen conquistado algo. Después viene la obesidad y la rutina de hacer siempre lo mismo con mínimos cambios que piensan van a compensar lo fome que se han vuelto. El divorcio es una certeza y es solo cuestión de tiempo.
En este caso, el divorcio del consumidor de la marca que era el amante que sorprendía siempre con algo nuevo y excitante, y ahora es cada vez más el marido aburrido, calvo y gordo que es un cacho. O la esposa ídem.
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