Con una seguridad admirable, la editorial del DF del viernes pasado señala que insistir en que la reintegración del sistema tributario es regresiva va en contra de la evidencia, de argumentos técnicos y únicamente responde a consignas. Está equivocada.
Hay argumentos para defender la integración. Por ejemplo, simplifica el sistema tributario.
También, reduce el costo del capital y, de esa manera, favorece la inversión. (Aunque también incentiva a distribuir dividendos, lo que tiene el efecto opuesto, y, en cualquier caso, el primer efecto es pequeño, comparable a disminuir 1% el impuesto corporativo.)
Por último, elimina una fuente de inequidad horizontal del sistema semi-integrado. En éste, las rentas del capital podrían tributar más que las rentas del trabajo. (No obstante, las rentas del capital tienen un gran ventaja gracias a la posibilidad de postergar los impuestos).
Pero argumentar que la reintegración no es regresiva, como lo hace la editorial, no se condice con la realidad, o se basa en una definición estrambótica de progresividad.
El Ministerio de Hacienda ha alzado la bandera del número de beneficiados, y efectivamente, muchos son de tramos bajos del Impuesto Global Complementario. También ha dicho que, como porcentaje de los impuestos pagados, los beneficios son menores para los tramos de mayor ingreso. Ello, sin embargo, no mide progresividad.
El cálculo relevante para evaluar progresividad es cuánto se beneficia cada contribuyente como porcentaje de su ingreso. Y los datos disponibles respecto al número de personas y monto de beneficios por tramo, así como la renta promedio de cada tramo, revelan que la reintegración sí es regresiva.
No debería ser sorpresa que el ahorro promedio de cada contribuyente beneficiado de los tramos más altos sea significativamente mayor al del resto (figura 1). El ahorro del tramo más alto es casi 30 veces mayor al de los tres primeros tramos (y 85 veces el del más bajo).
Si se compara el ahorro de impuestos por contribuyente y su ingreso, calculado para cada tramo, la regresividad es evidente (figura 2). El beneficio porcentual del tramo más alto es 2,5 veces mayor al promedio del de los tres primeros tramos.
Si se rehace el cálculo, ahora no por persona, sino que comparando el ahorro de impuestos y el ingreso total de cada tramo, las diferencias son incluso mayores.
Es importante exigir disciplina técnica a los que argumentan en contra de la reforma y así superar las consignas. Esto también vale para los que la defienden.
Uno de los grandes problemas de la derecha hoy es que no es directa en sus aproximaciones y trata de quedar bien con todo el mundo, especialmente con la izquierda, con la cual es imposible acercar ninguna posición. Si no piensas exactamente como ellos, eres un facho extremo, porque se saltan todo el espectro político.
Un sistema integrado beneficia sin duda a al inversión, especialmente a la re inversión, y también al nuevo emprendimiento porque simplifica las cosas. O sea, beneficia al empresariado, y por ende a los más ricos, actuales o futuros. Y no perjudica ni beneficia a la clase media directamente, aunque con mayor cantidad de puestos de trabajo indirectamente puede producir más demanda laboral y por ende mayores sueldos.
Y la pregunta es. Que tiene de malo esto si trae consigo beneficios para los más pobres, que es realmente el problema???.
Si calculando los costos de gobierno y la recaudación, da para los programas sociales con una rebaja de impuestos que aumenta teóricamente la actividad, que hay de malo en eso???…
No es esta la ideología de la derecha??’ Bajar impuestos para promover la actividad económica y con ello crear más empleos que hacen innecesaria la intervención asistencialista del estado y por ende es un estado más barato??.
Pero claro, la nueva derecha que es realmente una centro izquierda quiere quedar bien con everybody. O atacas la pobreza o atacas la desigualdad. No puedes hacer ambas a la vez. Y para atacar la desigualdad primero no tienes que tener pobres como en los países nórdicos. O tienen que ser todos pobres como en Venezuela o Cuba, depende de lo que quieras para tu sociedad.
Como persona, y como partido no puedes transar tus valores y principios para quedar bien, especialmente con quienes no te votaron. Nunca resulta.
Hay que mirar a Trump. Bajó los impuestos y generó un boom económico que está sosteniendo al mundo por algunos meses más. Y también revocó el Obamacare que aumentó los costos del sistema de salud por la nubes. No tiene ningún empacho en decir lo que quiere y por lo que salió electo. Y los demócratas no pueden parar de echar espuma por la boca.
Para eso hay que ser valiente y de piel muy gruesa.
Si en algo la izquierda es buena es en plantear sus argumentos claramente.
Odian a los ricos. Y los pobres no le interesan más que para los votos. Por lo tanto van con todo a quitarle el dinero que puedan a los ricos con impuestos, y quedárselo ellos vía jugosos sueldos y beneficios estatales. Y en la campaña basurean a los empresarios y ricos que son los culpables de todas las miserias de los pobres, y vamos a quitarles todo porque eso es lo justo. Y con eso conquistan el voto de los que les creen.
Esta derecha es un desastre.
J.A. Kast es más representante de la derecha tradicional que estos pasteles actuales. Y si no hace algo la derecha del gobierno actual para colocarse los pantalones largos y defender sus principios, si es que los tiene, Kast va a ser una sorpresa de proporciones si se presenta en la próxima elección.
Lo peor es que lo que mas recuada es el IVA. No el impuesto a las grandes empresas. Al final con la reforma de la gorda mataron el motor economico de chile.
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