Partió la franja del plebiscito: ¿Cuánto se gastó en publicidad?

@DF

La mayoría comenzó la producción a principios de año. Sin embargo, la pandemia retrasó todos los planes. Hasta junio, el total de los gastos asciende a casi 300 millones de pesos.

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Es viernes 25 de septiembre, quedan quince minutos para las 13:00 y las transmisiones de los canales de televisión abierta se sincronizan para dar inicio a la esperada franja electoral por el plebiscito constitucional. El rating, entre todos los canales, bordea los 30 puntos. Al fin se develan las sorpresas con que las opciones Apruebo y Rechazo buscarán seducir a sus potenciales electores.

Estaban guardadas desde prinicipios de año, cuando las colectividades tocaron la puerta de agencias de publicidad y productoras para comenzar a grabar las campañas. Inicialmente la franja debió transmitirse en marzo, porque la votación para derogar o solo modificar la Consitución de 1980 estaba fijada para el 26 de abril. Pero llegó la pandemia y todo se tuvo que poner en pausa.

Más de $ 250 millones pagaron los partidos pertenecientes a Chile Vamos, la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio. Y quien más ha gastado es Convergencia Progresista —PS, PPD y PR—, comando que tiene la mayor cantidad de tiempo en el espacio televisivo.

Según datos de Transparencia Activa hasta junio, los partidos de esta coalición hicieron pagos que superaron los $ 100 millones, liderados por el Partido Radical que desembolsó $ 49.462.667. La mayor parte de ese monto lo cobraron “Patricia Navarrete Producciones” ($ 19,6 millones), la agencia de publicidad Wolf BCPP ($ 11,37 millones) y Don Quijote Films ($ 4.918.667).

El PPD, por su parte, destinó más de $ 56 millones al espacio televisivo. La mayoría de los pagos se los llevaron Don Quijote Films ($ 35,8 millones) y Felipe Sepúlveda Marín ($ 22.200.000) por el diseño y las ilustraciones del espacio audiovisual. El PS, por su parte, no explicitó pagos directos hacia proveedores, agencias ni productoras.

La Democracia Cristiana, que no se sumó a Convergencia Progresista y decidió llevar a cabo su propia campaña por el “Apruebo” contrató a Tokio Films ($ 12 millones) y al fotógrafo Cristóbal Marambio ($ 2,24 millones) para el proyecto visual de la franja. También ficharon a Koppia ($ 22.859.900) para la elaboración y ejecución de material impreso y publicitario.

Si bien ha trascendido que el partido comandado por Fuad Chahín está trabajando con la agencia de publicidad AldeA —comandada por el publicista argentino Martín Vinacur— no se han efectuado pagos directos a esa entidad hasta junio de este año.

Renovación Nacional, juntos pero no revueltos

A lo largo de 2020, Renovación Nacional ha declinado diversas ofertas para formar una coalición del “Rechazo” entre la UDI y el Partido Republicano. Esto porque, a diferencia de sus correligionarios, la colectividad liderada por Rafael Prohens decidió entregar libertad de acción a sus militantes.

Fue por esto que decidieron elaborar una campaña interna llamada “Queremos lo mejor para Chile”. El mensaje lo creó la agencia La Botica, comandada por el cientista político Pablo González. Esta empresa se encargó de la propaganda interna y de la franja.

Durante marzo y abril, Renovación Nacional realizó dos transferencias por $ 20.000.000 destinadas a La Botica. No hay más información pública sobre más pagos a esa entidad.

En el caso de Evópoli, que también dio libertad de acción a sus militantes, no se encuentran datos que los vinculen a productoras o agencias de publicidad enfocadas en la franja electoral. Solo se pueden notar pagos mensuales por $ 3,5 millones a CCP Digital por los servicios de “asesoría de marketing” e “inversión en publicidad”. De marzo a junio, esta empresa recibió, por parte de Evópoli, $ 17.500.000.

La UDI con un ex Mekano

Álex Hernández, el exdirector del Festival de Viña del Mar y de programas como Mekano, es el director de ChileRayo, productora que se adjudicó el proyecto audiovisual de la franja por el “Rechazo” de la UDI.

Esta productora —que se caracteriza por sus proyectos rupturistas y liberales, incluso generando campañas en apoyo al movimiento homosexual— recibió $ 26 millones para el diseño y elaboración de la franja gremialista.

Además, en mayo el partido liderado por Jacqueline van Rysselberghe realizó un pago por $ 10.000.000 a “Del Pino y Compañía” por una asesoría audiovisual para la campaña televisiva.

El Partido Republicano, que solo tiene escasos segundos en la franja, le cedió su tiempo al movimiento Acción Republicana.

El silencioso Frente Amplio

En noviembre de 2019, diversos partidos del Frente Amplio formaron “Que Chile Decida”, un comando por el Apruebo que agrupa a la mayoría de los sectores de la coalición.

En febrero de este año Sebastián Lelio, ganador del Óscar por “Una mujer fantástica”, sorprendió al anunciar su incorporación al departamento creativo del comando para la producción de la franja. Según informaron desde el mismo comando, el cineasta trabajó ad honorem.

Revolución Democrática, de enero a junio, no informó pagos por una franja electoral. Lo mismo con otros partidos de la coalición.

El Partido Humanista, que anunció su abandono del Frente Amplio en diciembre pasado por diferencias sobre el acuerdo constitucional del 15 de noviembre, ha gastado más de $ 20 millones en la producción de la franja electoral.

La empresa Filmocentro Sonido cobró más de $ 6 millones, mientras que en sueldos (dirección, producción y coordinación) el partido de Pamela Jiles gastó alrededor de $ 10.000.000.

Pensaba que cero…

Son tan malas ambas campañas que no pensé que le habían pagado a alguna agencia.

Tal vez lo que sucede es que es tan irrelevante este plebiscito, que cualquier argumento para hacerlo y votar por cualquiera de las alternativas suena ridículo.

La constitución ya establece la igualdad ante la ley en derechos y dignidad sin que existan individuos o grupos privilegiados. Cualquier cosa que se sancione diferente a ello, es inconstitucional.

ESO YA EXISTE.

El garantizarlo corresponde a los juzgados. Hasta ahí llega la responsabilidad y alcance posible del estado.

En el ámbito privado…

No puede el estado obligarme a que me agrade, me guste o me relacione emocional, afectiva o comercialmente con gente que no me gusta o agrada bajo ninguna excusa o pretexto. Eso se llama libertad de asociación.

No puede el estado obligarme a hacer lo que quiera con mi capital. Si lo intenta hasta llegar al punto del marxismo o tiranía, ese capital se esconde, o se escapa hacia otros países. Argentina es un ejemplo muy actualizado.

No puede el estado garantizar acceso en igualdad de condiciones a bienes y servicios para todos. A menos que obligue a que todos tengan que usarlos por decreto. Eso es marxismo.

En general, un pedazo de papel no puede garantizarte el que la vida no sea dura y desigual.

Nadie puede hacer eso. Solo tu y tu familia con el esfuerzo requerido dependiendo de las cartas que te dio la vida.

La sociedad puede prestar un soporte circunstancial. Es parte de juntarnos en comunidad. Pero no permanente. Una sociedad prospera en base a la producción de bienes y servicios de sus integrantes. Si no producen y esperan a recibir un nivel de vida “digno” por nada…
Y ambas campañas están prometiendo lo mismo. En distintos idiomas y envergadura, pero en la misma dirección.

Que es patético por parte de la derecha. La izquierda extrema que ahora domina la agenda de la oposición siempre ha mantenido que quiere la igualdad, no de oportunidades, de resultados, que es marxismo. Así es que han sido consistentes con eso. No así la derecha.

Por eso este plebiscito no tiene ninguna relevancia. Ambos están proponiendo lo mismo.

Que es más igualdad, de resultados, no de oportunidades. Y ambas son, en esencia, igualmente imposibles. De hecho, todos buscamos exactamente lo opuesto. Encontrar las mayores ventajas disponibles para nosotros y nuestros hijos en relación al resto. Desde los empresarios a los padres que buscan un colegio más caro para darle a sus hijos mejores accesos.

Y todos los que dicen que quieren la igualdad, son los que la quieren en relación a grupos que están más arriba, no más abajo. Obviamente.

Es el espíritu de la mano invisible del beneficio personal, por sobre el social, actuando.