Hace unos días José Antonio Kast y Gabriel Boric presentaron sus programas económicos revisados. Después de leerlos mi veredicto es simple: el de Kast es “fome” y el de Boric es “malo”.
Kast develó un programa ordenado, competente, metódico y cuidadoso. Es el tipo de programa que le gustaría al FMI. Claramente, fue preparado por profesionales con una larga experiencia en el mundo real. Pero, digamos las cosas como son: es un programa sin épica, un programa que no captura la imaginación de los chilenos. No tiene lo que los estadounidenses llaman “pizzaz” o “oomph”. No hay temas que uno pueda objetar o criticar, pero tampoco hay propuestas que produzcan gran entusiasmo. Aquí hubo una oportunidad perdida. Pudiendo haber diseñado un programa que combinara la audacia con la responsabilidad fiscal, se optó por una narrativa timorata. El programa insinúa que Chile tiene bastante espacio fiscal (se habla de deuda a PIB del 50%), pero no elabora el tema. Con ese espacio fiscal, un programa de infraestructura bien implementado a través de concesiones podría desencadenar las fuerzas productivas en forma arrolladora.
Evaluar el nuevo programa de Boric es más difícil, ya que el miércoles 8 su campaña entregó, en un espacio de dos horas, dos documentos muy diferentes, casi contradictorios en su lenguaje y diagnóstico, en sus recomendaciones y tono.
El primero es un texto corto y bastante bueno, titulado “Un crecimiento sostenible y equitativo para el corto y mediano plazo”. Según pude constatar, fue elaborado por el Consejo Asesor – Andrea Repetto, Eduardo Engel, Roberto Zahler, Ricardo Ffrench-Davis y otros -- y en su primer párrafo reconoce los avances de los tan vilipendiados 30 años. Dice: “Con la recuperación de la democracia, Chile experimentó avances relevantes para la ciudadanía, como el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.” Luego afirma que con el paso del tiempo “la economía ha perdido impulso” y que “el Estado puede … asumir un rol de apoyo decidido a la innovación e impulsar una economía ecológica, moderna y dinámica, que dé espacio para que empresarios y empresarias puedan aumentar sus inversiones, en un ambiente de certezas respecto de las normas e instituciones sólidas, expandiendo así sus empresas y permitir que los trabajadores y trabajadoras desplieguen sus talentos y habilidades.”
En el resto del documento sus autores hablan de la situación macroeconómica actual – afirman que hay “un recalentamiento excesivo de la economía” -- y dan una lista (muy razonable) de medidas para lograr crecimiento con estabilidad en el corto y mediano plazo. El énfasis está puesto en los equilibrios fiscales, la gradualidad en el aumento de impuestos, la innovación, la inserción de las mujeres al mundo del trabajo, y el tema medioambiental.
Este es un documento que debiera concitar apoyos transversales. Pero resulta que no es el plan revisado para un gobierno de Boric. Ese plan se encuentra plasmado en un segundo texto que se titula “Acuerdo de implementación programática”. Quien lo lea no puede más que concluir que se trata de una reafirmación del programa de primera vuelta con algunos añadidos provenientes de las campañas de Provoste y Enríquez-Ominami.
Sumando y restando, este programa es malito. Su diagnóstico es pobre y muchas de sus recomendaciones son nostálgicas y harán daño a la economía, apartándola de una senda virtuosa, construida sobre las bases de los 30 años celebrados por el documento de los asesores.
Hay que reconocer que en contraste con el programa de Kast, aquí sí hay algo de épica. Pero, junto con un relato atractivo para muchos, hay una buena dosis de frivolidad. Como dijera el exministro de hacienda Rodrigo Valdés en una entrevista reciente, es un programa al que le “falta carne”. (Valdés hizo esa afirmación después de anunciar que votaría por Gabriel Boric).
Los pocos cambios en relación al primer programa cabalgan entre lo cosmético y lo confuso. Un ejemplo, tiene que ver con la reforma de pensiones. En esta versión el concepto de “cuentas nocionales” desapareció, pero todo el resto quedó básicamente igual. El plan considera terminar con las cuentas individuales, y consolidar dos tercios de las contribuciones en un fondo estatal y monopólico; el otro tercio va a un sistema de reparto, no sostenible en el tiempo. Las personas simplemente tendrán anotaciones contables –no serán dueñas de sus ahorros-, y las tasas de retorno serán “nocionales”, aun cuando el programa no lo diga. Además, el texto produjo una gran confusión al decir, erróneamente, que en un sistema de anualidades o rentas vitalicias los ahorros pensionales son heredables. No lo son, y el candidato Boric cometió un error al insistir que sí lo eran en el debate de Archi.
Al considerar la arista económica – que, desde luego no es la única – los votantes debieran usar el criterio 3M, leer los programas y preguntarse cuál de ellos es “Mucho Más Mejor.”
Muy pragmático Edwards.
Y está claro cual es el programa que apoya el economista líder del país, no?
Coincido en la falta de épica de Kast.
Pero así son los conservadores. Ese es su sello. Fomes, eficientes gestores que no van a levantar polvo o lo menos posible y en las formas más diplomáticas y menos disruptivas posibles, como los japoneses o los orientales en general cuando negocian.
Por eso fue tan chocante el debate del viernes. Salió emoción.
Me faltaba eso. Me faltaba que un político de derecha quienes dicen siempre que van a combatir la violencia con decisión, diera una muestra de esa decisión en un debate. Siempre son mesurados, racionales y controlados.
Eso está bien, en serio, uno espera que el capitán del avión sea de esa manera el 99% del tiempo. Pero cuando tiene que inyectar emoción y épica, debe mostrar que es capaz de emocionarse. No al revés como el parrillero. 1% de racionalidad, 50% de postureo y 49% de histerismo.
Es lo que me molestaba de Kast y en general de la derecha y me parecía mucho más atractivo en Sichel que se nota es más de izquierda. Que se picaba y mostraba emoción humana de hecho.
Y si. El programa de Kast no tiene épica. Pero el de Boric tampoco. Discrepo con Edwards en eso. No es épico el proponer huevadas irrealizables que todo el mundo sabe lo son. Es simplemente una invitación al suicidio. O un cuento Disney+ malo del tipo LIVE action Mulan.
Es épico cuando hay posibilidades reales de cumplirlo pero sabemos que será titánico y tendrá que ser con algo de suerte. Como a la salida del terremoto de 2010.
No es épico decir que le vas a ganar un combate a Tyson siendo un guatón parrillero dominguero. Es simplemente idiota.
El programa de Boric es el equivalente económico de eso.
La izquierda y los liberales en particular siempre han tenido más épica. Son los más simpáticos en un carrete. Lo más creativos en una empresa. Los mejores vendedores. Y los mejores artistas probablemente, salvo el humor y películas en las variantes progres, que no debe haber nada más fome.
Pero necesitas aterrizarlos.
Necesitas al gestor. Necesitas al conservador.
Nos necesitamos todos en la sociedad. Los unicornianos son los que sueñan en grande. Los fomes son los que le colocan números y gestión para que vayamos paso por paso hacia esos sueños o metas.
Que necesitamos más ahora??
Esa es una buena pregunta. Soñadores o gestores?
Más bien creo que necesitamos creativos, no soñadores. Personas que piensen fuera del ámbito económico tradicional que nos ha tenido amarrado por 200 años. No es creativo proponer marxismo. No es creativo proponer capitalismo o libre mercado. Lo creativo es llevarlos ambos al siglo XXI y dejar de expresarlos en función de lo que los autores de esas teorías económicas vieron en el siglo XIX, que es una economía de aristócratas que concentraban el 99% de la riqueza, que eran tierras, y donde el gobierno también explotaba a los campesinos que eran impedidos de moverse de las tierras donde estaban para buscar mejores oportunidades lo que dio origen a la revolución rusa, porque los gobiernos entendieron que la tierra no era nada sin el trabajo que la explotara, y que es lo que hace suponer a los marxistas actuales que el trabajo es lo único que vale, en una época donde el capital y la riqueza dejaron de ser las tierras y su producción, y peor aún, pertenecer completamente al 0,1% de los aristócratas.
Okay. Thanks dear Adyaner "creo que necesitamos creativos, no soñadores. Personas que piensen fuera del ámbito económico tradicional que nos ha tenido amarrado por mas de 2000 años. No es creativo proponer marxismo. No es creativo proponer capitalismo o libre mercado. Lo creativo es llevarlos ambos al siglo XXI" Best wishes
ResponderEliminarAsí como están los números económicos de Chile creo que no es tiempo de ponerse creativo ni tener mística sino que arreglar cagazos acumulados de los últimos 10-15 años. Se necesitan medidas fomes e impopulares a la brevedad.
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