Cómo se financió Bestia, el corto chileno nominado al Oscar 2022

@DF

La idea de contar pasajes de la historia de Chile a través de la animación surgió del cineasta, Hugo Covarrubias, el director de la compañía teatral La Patogallina, Martín Erazo, y el productor y documentalista, Tevo Díaz. Los pasos para que Bestia llegara a ser uno de los cortometrajes de animación nominados a los próximos premios Oscar, han requerido levantar recursos en distintas etapas, cuenta Díaz.

El productor vivió 10 años en Nueva York y volvió a Chile en 2010. Desde entonces se ha convertido en un experto en postular a fondos: “Es como un oficio, un arte”. En 2016 se adjudicaron $25 millones de Corfo, fondo destinado a desarrollar el proyecto que en un inicio consistía en una serie de 8 capítulos inspirados en la historia de la exagente de la Dina, Íngrid Olderöck.

La etapa de desarrollo, explica Tevo, involucra presentar un guion, realizar un trailer y establecer un presupuesto junto con un plan de financiamiento. Luego vino la preproducción y producción, que en el caso de Bestia implicó el diseño de los personajes, la construcción de figuras de 30 centímetros con ropa de tela y el fondo de cartón, entre otros detalles que luego fueron fotografiadas para realizar el efecto stop motion.

Para esta segunda etapa obtuvieron en 2018 un fondo regional audiovisual de la V región, ya que Díaz vive en Valparaíso, de $36 millones. “Así todo, hicimos magia. Ante la escasez de recursos surge la creatividad. La producción fue puro talento, y eso en industrias como la estadounidense, se valora”.

En 2019 ganaron un segundo Fondo regional audiovisual de $14 millones. De todas maneras, tuvieron que aportar recursos propios y muchas horas de trabajo no remunerado. Vino el estallido social y la pandemia, y el proceso de la película se dilató, cuenta el productor: “Las últimas escenas las realizó Hugo prácticamente solo”.

Luego llegó la etapa de festivales y decisiones estratégicas como dónde y cuándo estrenar. Pensaron en los festivales de cine más emblemáticos como Cannes y Venecia, pero optaron por el Festival de Annecy, Francia, prestigioso certamen especializado en animación. Idea que Díaz le reconoce a Cecilia Toro, productora de arte de la película. “Postulan miles, quedamos seleccionados y ganamos el galardón Festival Connection”.

Tras ese triunfo contrataron representantes para lanzarse a la ruta de los festivales. A la fecha, Bestia ha ganado 34 premios en 25 festivales distintos. Uno de ellos fue Chilemonos, festival calificador a los premios Oscar. Al estar calificada, una producción puede inscribirse en la Academia.

En la long list de la categoría cortometraje animado quedaron 84 títulos. Luego de una selección, en diciembre se dio a conocer la short list y entre los 15 seleccionados, Bestia. Entonces es cuando la carrera al Oscar se desata en términos de promoción y marketing, explica Tevo Díaz. Conversó con Patricio Escala y Gabriel Osorio, los creadores de Historia de un oso, que ganó el Oscar al Mejor Cortometraje animado en 2016.

Ellos lo contactaron con Joshua Jay (JJ PR), relacionador público que trabaja en Los Ángeles, California. Volvieron a buscar recursos públicos para financiar la etapa de promoción que incluye plan de medios internacionales, community manager, Google ads y gastos operativos, entre otros. Consiguieron $ 50 millones entre ProChile, Corfo y el Consejo del Arte y la Industria Audiovidual (CAIA) del Ministerio de las Culturas.

“En nuestro caso el Estado nos apoyó”, afirma. Como parte del plan de distribución de Miyu Distribution, el corto de 15 minutos está disponible en Vimeo on demand. Se puede arrendar por US$ 2.20 o comprar por US$ 5.50. Los ingresos se dividen entre la plataforma de streaming, la distribuidora y los realizadores.

Ahora queda la recta final a la premiación. “Nos pone felices que el tema de los derechos humanos, tan importante en la historia de nuestro país, llegue a Hollywood”.

Me molesta profundamente que todos paguemos con nuestros impuestos estas mierdas resentidas que difícilmente puedan calificarse de arte, más bien propaganda y adoctrinamiento para dividirnos como sociedad.

Los Medici financiaban a Da Vinci. El Papa a Miguel Ángel. Emperadores a Mozart y Beethoven.

Y nosotros…

Stop motion para niños con mensajes panfletarios de un desarrollo ridículo.

Esto no es arte. Se supone que el arte tiene que provocarte emociones. Es la traducción de lo que siente el artista en su obra y que es capaz de transmitirlo a ti. Esto no es emoción. Es una idea de negocio conveniente para obtener fondos y vivir de ello. No hay problema con eso, en la medida en que sea calificado de emprendimiento y no de arte. Nicho de negocios?. Hacer salivar a huevones resentidos pegados en el pasado que etiquetan como malvada a toda una parte de la sociedad y la culpan de sus propias cagadas en la vida. De esos hay muchos y no solo en el ámbito de la política. Venderle huevadas a esos giles es ultra fácil. De hecho les provocas la satisfacción de la emoción de ese resentimiento y se los vendes. Son unos putos bolsos de dinero abiertos andantes que son aprovechados por gente mucho más inteligente que ellos y que por supuesto no creen en ninguna de las mierdas que les venden. Solo unas cuantas teclas de resentimiento o envidia en este caso, o auto victimizarse en otros, y sueltan el dinero a dos manos, o los votos.

Pero en fin.

Es lo que nos toca vivir. El que se venda mucho ahora con productos para dividir a la sociedad. Pero lo que no entienden estos buenos para nada es que eso nos deja en la peor posición posible para defendernos de los que nos quieran tiranizar en el futuro. Esto es lo que están provocando. Y a eso le llaman arte.

Un clásico al respecto. Por esto es que los humanos no tenemos remedio. Cometemos las mismas idioteces y caemos redondos en las mismas trampas una y otra vez.