Cuando prácticamente todas las encuestas le dan un triunfo al "Rechazo" en el plebiscito del 4 de septiembre, la suerte, a juicio de varios, parece estar echada. Y pese a que quedan 12 días para la crucial votación y "una semana es mucho tiempo en política", como decía el exprimer ministro británico Harold Wilson, en el mercado se está expandiendo cada vez más la idea de que el texto propuesto por la Convención Constitucional no sobrevivirá al 4 de septiembre. Esto aplica, también, para los agentes internacionales. “El Rechazo parece casi inevitable en este momento”, dice Nicolás Saldías, analista para Latinoamérica y el Caribe en The Economist Intelligence Unit. “La pregunta es si la próxima iteración del proceso de reforma conducirá a una constitución más pragmática, que cuente con un amplio apoyo en la población, o si Chile entrará en un período prolongado de ciclos de reforma constitucional que erosionen seriamente el entorno empresarial”. “Entre más largo sea el periodo de incertidumbre, el cual aumentaría si se rechaza la constitución en septiembre y se inicia un nuevo proceso constitucional, más probable será que esto arrastre a la economía”, advierte Kimberley Sperrfechter, economista de mercados emergentes de Capital Economics. Si bien analistas que siguen a Chile desde el extranjero se inclinan por que un Rechazo implique un alivio "moderado" para los activos chilenos, tienen varias advertencias. "Es bastante probable que la inversión extranjera siga débil hasta que haya certezas sobre la nueva Constitución", dice Sperrfechter, de Capital Economics. La incertidumbre permanecería con cualquiera de los dos resultados del plebiscito, asegura Juan Prada, estratega de divisas en Barclays. Mientras el Apruebo requerirá un proceso de implementación a través de leyes, el Rechazo llevaría a incertidumbre a mediano plazo, sostiene. “Reiniciar todo el proceso va a seguir Inicio Análisis Recomendaciones Mercados en línea Entrevistas Columnas Reportes Revistas Indicadores Martes, 23 de agosto de 2022 | 16:05 El riesgo sobre el proceso constitucional chileno que ve el mercado externo poniendo un freno a la inversión. Nada garantiza que la nueva constitución sea menos radical que la actual propuesta, así que los mercados seguirían cautelosos”, dice. Sperrfechte coincide con la premisa. "Es probable que los activos chilenos se mantengan a la baja hasta que haya más claridad”, indica. RIESGOS DE UN NUEVO PROCESO A nivel político aún no existe claridad respecto a cómo seguiría desarrollándose el proceso. Si bien en el oficialismo están por una nueva Convención 100% electa para ese fin, se dividen entre quienes promueven un proceso prácticamente igual al actual y quienes buscan cambios, por ejemplo, acotando el espacio a los independientes. Entre los partidarios del Rechazo, si bien algunos insisten en que debe ser el Congreso quien guíe los nuevos cambios (pese a que las encuestas marcan esta opción como la menos deseada por la ciudadanía), otros ya están buscando fórmulas para una "asamblea constituyente" con cambios, como menos integrantes y listas nacionales (candidatos que compitan por votos en todo el país). Sobre los escaños reservados y la paridad, a su vez, hay discrepancias. "Un nuevo proceso constitucional aumentaría la incertidumbre”, cree Andrés Abadía, economista de Pantheon Macroeconomics. “Se necesitarían muchos procesos constitucionales para que sea aceptado por una mayoría”. Abadía tiene una idea sobre cómo debería ser el proceso. Cree que la mejor opción es que las reformas constitucionales se canalicen a través del Congreso. “Y sean aprobadas por una amplia mayoría”, dice. Esto, junto a grupos de especialistas económicos, sociales, ambientales, con mayor independencia, “sin que la mano de los partidos políticos sea la que prevalezca en un país fuertemente dividido”. Una idea que, sin embargo, se ve compleja ante la polarización actual y la falta de acuerdos amplios en el Congreso. Pero, más allá de cómo se maneje el proceso, Abadía dice que lo que está claro es que éste debe buscar las reformas sociales que ha pedido la ciudadanía, con un cambio de la estructura del Estado a uno más social y democrático. “De lo contrario, los conflictos sociales estarán a la vuelta de la esquina”, dice. Por ahora, Saldías, de The Economist Intelligence Unit, es optimista. Su expectativa es que el Rechazo lleve a una reforma constitucional positiva para el desarrollo económico de Chile, porque hay “una serie de indicios” de que el próximo borrador será más moderado. Sin embargo, dice que será clave el margen por el cual se defina el plebiscito en caso de que gane el Rechazo. “Si gana por un amplio margen, entonces el Presidente Boric y la izquierda van a tener que reconocer que no tienen un mandato para hacer reformas significativas”, dice. “Si por otro lado se rechaza por muy poco, entonces dará fuerza y ventaja a la izquierda para tratar de mantener la mayor parte de las controvertidas propuestas del actual proyecto”. El peor escenario, advierte Saldías, es que no haya acuerdos para una nueva Constitución. “Llevaría a un prolongado periodo de incertidumbre política y alimentaría la polarización”, dice. “El crecimiento económico se vería muy afectado, sobre todo porque esto asustaría a inversores”. LA NUEVA REALIDAD Pese al escenario abierto, hay un elemento claro entre los analistas que siguen a Chile desde el extranjero: sea cual sea la opción que triunfe en el plebiscito, el sistema económico del país cambiará. Incluso con el Rechazo, un cambio constitucional probablemente aumentará el rol del Estado en la economía, llevando a mayor gasto fiscal y regulaciones. Y si bien algunos creen que esto puede afectar el ambiente de negocios, para otros no es necesariamente malo. “Independientemente del resultado del plebiscito, creo que el punto más importante es que Chile está avanzando hacia un Estado remodelado y más grande”, dice Sperrfechter, de Capital Economics. “Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo: las mejoras en educación y salud mejorarían el capital humano, por ejemplo”. Pero, de todas formas, ve riesgos que se inclinan hacia "un entorno de mayores déficits presupuestarios, menor inversión y menor crecimiento”.
Primer criterio de inversión: Estado de derecho, que significa que tu capital tiene protección contra acciones unilaterales del estado.
Segundo criterio de inversión: Valor internacional de tus costos de operación, aka TC.
Tercer criterio de inversión, preservación del capital
Cuarto criterio de inversión, ganancia sobre el capital.
Da lo mismo si la constitución establece derechos sociales o no en la medida que proteja la propiedad privada y de las garantías adecuadas del debido proceso a los capitales, así como un entorno seguro.
El segundo no depende de la constitución. Cuando llega mucho capital el país se hace caro y poco atractivo a nuevas inversiones, salvo que saltemos a estatus de refugio o de país desarrollado.
Si la constitución que propongan post rechazo establece reglas claras de protección al capital y garantiza paz social y seguridad junto con una política tributaria estable, que es parte del estado de derecho, no deberían existir mayores problemas en la llegada de capitales aún con un estado más grande.
Es sencillo. Los capitales son bienvenidos. No los odiamos. Los queremos y cuidamos tanto como a nuestro emprendedores internos y ciudadanos en general. Si se sienten de esa forma, van a venir. Si se sienten como un mal necesario, que cuando un gobierno decida que ya no lo son y aplican medidas unilaterales, no van a llegar. O van a llegar el tipo de capitales que no queremos de manera mayoritaria, que son los especulativos.
El problema es que perdimos credibilidad en nuestra seriedad, que nos costó décadas construir. Recuperarla va a ser tarea igualmente de años, sino décadas. A eso, no hay vuelta.
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ResponderEliminarAunque de la boca para afuera hablan en términos halagüeños intentando dar seguridad a los inversionistas, la ideología que promueven es simplemente tóxica. El "optimismo de la voluntad" (Gramsci) se refleja en la narrativa creadora que ellos usan, pensando que se saldrán con la suya.
ResponderEliminarY no es solamente Chile, creo que estamos por ver en Europa el quiebre final entre cierta clase política europeísta y los pueblos a raíz de la gestión de la guerra en Ucrania, de la inflación, de la deuda, de la plandemia y del tema climático. Por ejemplo, en 2017 (¡son sólo 5 años atrás!), mi querido Emmanuel Macron de Francia recibía a Vladimir Putin en Versailles con la mayor pompa de la que se tiene memoria. Y ahora, lo denigra como un vulgar dictador. No es nuevo, Sarkhozy recibió también a Jaddafi antes de enviarle misiles por el trasero. ¿Qué indica eso? Es simplemente ineptitud de juicio y traición de la soberanía para promover otros intereses. Putin no ha cambiado en 5 años, el presidente de Estados Unidos, sí.
Pensar que el pueblo galo, y otras naciones europeas, van a sacrificar su bienestar, su salud, su economía para dañar a Rusia que ahora es presentada como la mayor amenaza mundial junto a China, me resulta difícil de creer. Es por eso que tengo todavía algo de optimismo que se puede producir un terremoto político. El mismo Macron y el primer ministro belga ya advirtieron sobre los sacrificios necesarios durante este invierno y los siguientes para asegurar la derrota de Rusia. Puede ser una señal en pleno verano todavía de que no existe ni unanimidad ni una exaltación del espíritu europeo para hacer morder el polvo a Rusia. Y si se levanta esa conveniente cortina de humo, se verán nítidamente los otros temas y la liviandad con la cual fueron tratados hasta que reventaron en la cara.
Por algo los capitales deben alejarse de la zona Euro...
Da la impresión que será un año de revoluciones el próximo, y lo comenzarán los europeos rebelándose contra las agendas verdes y por extensión contra las sanciones a Rusia que los tendrán congelándose. Y tal vez se sume USA si hay fraude electoral en Noviembre. Will be fun...
EliminarEn las guerras solo el pueblo sufre .... saludos alain tan sabio como siempre.
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