Era el 13 de septiembre de 1973 cuando el llamado “Grupo de los 13” salió a la luz por primera vez. Aquel día, 13 dirigentes de la DC firmaron una declaración pública en rechazo al golpe de Estado.
Casi 50 años después, el grupo volvió a ser parte de una coyuntura histórica. Esta vez con un documento, firmado por tres de los originales, en el que apoyaban la opción del Rechazo a la propuesta de nueva Constitución.
Fue una acción, para muchos, sorpresiva y que les generó críticas de parte del mundo progresista, el mismo que antes los elogiaba sin reservas.
Sin embargo, fue un costo que no les preocupó. “Tomar decisiones siempre tiene un costo, pero para políticos como nosotros es peor callar ante desafíos como los actuales. A estas alturas de mi vida, no hay insulto o calumnia que nos impida cumplir con nuestro deber cívico”, dice uno de los firmantes, el exministro Belisario Velasco.
En sus palabras, lo que los motivó a intervenir, una vez más, es que “el plebiscito va a tener graves consecuencias en la vida de Chile, por ello nos pareció esencial entregar una opinión fundada sobre lo que está en juego y recordar a los que no nos conocen que nada tenemos que ver con la derecha, cuyos privilegios hemos combatido democráticamente”.
Y agrega: “No pretendimos jamás involucrar a nadie más que a los 3 que firmamos, ya que no corresponde hablar en nombre de líderes ya fallecidos o camaradas que no están en condiciones de emitir su opinión. Nuestra trayectoria nos permite tener alguna experiencia. Jorge Donoso, como periodista, fue presidente del Colegio de Periodistas, Baldemar Carrasco fue diputado por varios años y, en mi caso, me desempeñé como subsecretario y ministro del Interior. Para evitar equívocos, me comuniqué personalmente con algunos familiares para explicarles lo que haríamos, aclarando que sería en nombre de los tres”.
—¿Por qué era importante que la declaración llevara la firma del “Grupo de los 13”?
—Porque los 13 fuimos decididos opositores a la Constitución de la dictadura. Apoyamos, desde los cargos que servimos, los numerosos cambios hechos en democracia, desde la derogación del artículo que declaraba ilegales a los partidos inspirados en la doctrina marxista hasta la eliminación de los senadores designados y la del sistema binominal, en pos de fortalecer la democracia y la tolerancia en nuestra patria. También, porque quienes aún estamos activos apoyamos y votamos favorablemente en el plebiscito de octubre de 2020, comprometidos en tener una nueva Constitución que una a todos los chilenos.
—Para usted, el texto de propuesta constitucional “afecta gravemente los valores que hemos defendido”. ¿A qué se refiere?
—Hay varias cosas que son realmente graves: el sistema político propuesto no garantiza el debido funcionamiento de la democracia. El Presidente de la República carecerá de la iniciativa exclusiva para los proyectos de ley relativos al gasto público y en materias previsionales; y en materia de seguridad pública, se elimina el estado de excepción constitucional que se ha probado como herramienta necesaria para resguardar a la ciudadanía en casos graves, además de las limitaciones que representan las autonomías territoriales, indígenas y especiales que se crearían; las dos cámaras del Poder Legislativo no tendrán la armonía necesaria para la formación de leyes, ya que no hay simetría entre el Congreso de los Diputados y Diputadas y la llamada Cámara de las Regiones. En el hecho, la Cámara de Diputados se convierte en el poder principal del sistema, por sobre las facultades del presidente, y las regiones pierden peso, ya que el Senado es reemplazado por una Cámara sin mayores atribuciones. La creación de Sistemas de Justicia reemplaza al Poder Judicial, con tribunales específicos para los distintos pueblos identificados, lo que genera legítimas dudas respecto de las normas aplicables a los conflictos que se den en territorios de pueblos originarios. En tanto, sobre el sistema electoral, se distorsiona al incluir escaños reservados en todas las entidades de elección popular, lo que altera la representación ciudadana. Y más aún, no hay normas para regular a los partidos políticos, los que reduce a organizaciones políticas. Este desprecio por nuestra institucionalidad y la importante e indispensable labor de los partidos en una democracia se pudo ver en la celebración final de la Convención, cantando “el pueblo unido avanza sin partidos”.
“No, esa no era la idea de Constitución que deseo para nuestro país. Esa Constitución yo la rechazo. Una Carta Magna debe consagrar los derechos fundamentales reconocidos universalmente y un sistema político que permita gobernar a quienes la voluntad popular les entregue ese mandato, con respeto a los derechos de la oposición y las minorías. Debe fortalecer un Chile republicano, demócrata y unitario, con una Constitución que, y no merece ser reemplazado por un sistema político que termina con una larga tradición de nuestro sistema democrático”.
—Dicen en el documento que la imposición de escaños reservados le hace recordar el sistema de “senadores designados”. ¿Son los escaños reservados poco democráticos?
—Los senadores designados se crearon para defender la dictadura y su modelo. Como usted lo dice, eran designados. En este caso, los escaños reservados, a mi modo de ver, alteran el principio de “un hombre, un voto”, aunque sean elegidos democráticamente… ¿En todas las instituciones con cargos de elección popular? Me parece más que un exceso.
“Dividir Chile en 12 naciones, con 6 banderas e idiomas, con autonomías indígenas con libre determinación, dos sistemas de justicia y derechos especiales para el 12% del país, no son respuestas para el país de hoy. Necesitamos menos desigualdad, mejores pensiones, menos usura, mejor salud, pero no sembrar conflictos internos y externos. Sí, reitero, encuentro necesarias las proposiciones respecto a problemas sociales: salud, educación, vivienda, trabajo digno, etc., en eso todos debemos de trabajar e influir para que se aprueben, desde ya, en la forma más adecuada”.
—Hay quienes han dicho que este período se parece a la transición, donde usted estuvo en primera línea. ¿Ve similitudes?
—No, son procesos muy distintos, aunque en ambos el país se ve dividido. La transición fue un proceso gradual, porque el país entendió que era un momento complejo, donde Pinochet tenía mucho poder y deseaba hacer fracasar el proceso. De ahí el “ejercicio de enlace” y el “boinazo”. En nuestra transición tuvimos que enfrentar el funcionamiento de grupos de extrema izquierda que asesinaron a figuras de la dictadura, tal como ella lo había hecho con miembros de partidos o movimientos opositores. Pero los partidos de la Concertación habían aprendido a ser responsables, tenían líderes que entendieron que la democracia era el mejor camino para avanzar y siempre privilegiaron los acuerdos. No queríamos derrocar a Pinochet, sino derrotarlo políticamente con un lápiz.
“Ahora, la propuesta se trata de un acto refundacional de un país absolutamente distinto al que logramos recuperar de la dictadura. Algunos parecen no tener memoria de lo que nos costó. Se expresan muchas buenas intenciones, pero no se muestra la coherencia y la capacidad necesaria para enfrentar estos desafíos. Las dos alianzas en el poder no se ajustan a las responsabilidades de gobierno y una buena parte de ellas se alinea con una propuesta constitucional generada por frustraciones y odiosidades…. y ¿por qué no decirlo?... otra lo haría con anhelos nobles, pero sin canales apropiados para concretarlos”.
—¿Por qué no resultó el proceso como se esperaba?
—Primero, no acepto la falsedad de que nos rige la Constitución de Pinochet. Si ese fuera el caso, esta Convención y sus acuerdos no existirían. Los llamados enclaves autoritarios ya no están y el sistema binominal es parte del pasado. Además, la Constitución del 80 ya está superada. El 80% de los chilenos votamos a favor de una nueva Constitución. Personalmente, apoyé esa iniciativa cuyo resultado abría una esperanza de crear una nueva Constitución que uniera a los chilenos, con legitimidad y discusión democrática. El resultado tiene muchos elementos muy positivos, el Estado social y democrático de derecho y el reconocimiento a derechos de minorías y otros. Sin embargo, en esas tratativas de la política, se aceptaron condiciones que desnaturalizaron su objetivo, como las listas de independientes que distorsionaron el verdadero peso de las fuerzas políticas, resultando en una propuesta odiosa, orquestada por la extrema izquierda.
Proceso a Frei: “Me parece inaceptable”
—Usted siempre ha sido considerado un progresista dentro de la DC. ¿Cambió usted? ¿Cambió la política?
—Mantengo mi posición permanente como DC partidario de los cambios sociales y políticos con procedimientos democráticos. Nunca he aceptado que la izquierda tradicional o la nueva tenga el monopolio del progresismo. He sido, soy y seré una persona de paz, respetuosa de las distintas ideas, pero he sido, soy y seré franco para rechazar los abusos de la derecha o las políticas irresponsables de una izquierda delirante, manteniendo mi plena adhesión al sistema democrático.
—¿Por qué se dividió la DC en torno a este tema?
—La sociedad chilena y mundial vive un cambio de época que ha provocado situaciones muy tristes. Guerras internas, millones de personas buscando en otros países la posibilidad de vivir mejor. En Chile, el fracaso de las élites políticas, religiosas, uniformadas, sociales y culturales mantiene a más del 50% de los chilenos con derecho a voto sin interés por participar. Eso es un grave peligro para la democracia. Mi partido y algunos otros no han estado a la altura de lo que Chile requiere, pero no hay otro camino que no sea el superar estas debilidades mediante diálogos francos, argumentados y con amistad cívica. Es tarea para cada militante cooperar para entender el porqué de esta situación y buscar en común las soluciones. Nosotros hemos tratado de que nuestro desacuerdo con la decisión oficial de aprobar no profundice la brecha. Nuestra conducta se basa en el mismo argumento que el presidente de la DC, Felipe Delpin, expuso en una entrevista, cuando le preguntaron qué haría si la DC aprobara el Rechazo. Él, con mucha franqueza, dijo que entonces votaría en conciencia. Nosotros hemos compartido ese criterio y en conciencia votamos Rechazo.
—¿Cuál cree usted que debe ser el rol de la DC hoy?, ¿y de la centroizquierda?
—La DC debe darse un tiempo para dialogar en sus bases sobre los grandes desafíos del mundo de hoy. Leer la nueva realidad ayudada por su doctrina, plenamente vigente, y, sobre todo, cambiar las conductas de trato interno y las tareas de promover soluciones reales a los problemas del país: pensiones, salud, empleo, políticas que enfrenten la violencia desatada y la inseguridad que vivimos. Definir una política apropiada para las corrientes migratorias es esencial. Los primeros pasos se están dando al buscar cómo enfrentar esta avalancha con países vecinos y organismos internacionales. No podemos seguir soportando la confusión existente entre personas que necesitan asilo contra la opresión y delincuentes que se camuflan entre personas necesitadas. En esto, las policías tienen el deber de mejorar sus sistemas de información y coordinación con instituciones de otros países.
“Chile necesita líderes cuya palabra empeñada se cumpla y no se dejen de lado compromisos públicos por cargos de poder. Una centroizquierda que deje atrás sus errores políticos, que genere confianza y enfrente la delincuencia y la desigualdad, será capaz de convocar a buena parte de ese 50% que no vota por ningún sector. Es la mejor alternativa para evitar el desplome de la democracia que las injusticias, la violencia y el desencanto están provocando”.
—Por los mismos días en que ustedes dieron a conocer la declaración, lo hizo el expresidente Frei. ¿Qué le parece que lo vayan a pasar al tribunal supremo?
—Me parece inaceptable. El expresidente Eduardo Frei solo hizo uso de su derecho de actuar en conciencia. Para un demócrata eso es fundamental, y él no se iba a restar en un momento tan importante.
—Si gana el Rechazo, ¿qué debe pasar después?
—El Gobierno debe escuchar la voz del pueblo, y tomar las riendas con autoridad y decisión. Debe cambiar realmente de actitud y apoyar cambios como los que se le han planteado en estos días, especialmente por Ximena Rincón, Matías Walker, Iván Flores, Pedro Araya, Eric Aedo y otros parlamentarios de varios partidos.
“El texto no tiene arreglo”
—¿Cree en la opción aprobar para reformar?
—Es una maniobra electoral que da cuenta de que los cálculos alegres se terminaron. Se ven desesperados para mejorar un texto que no tiene arreglo. Si se aprueba, tiene más exigencias que la Constitución de Pinochet, porque un partido como el PC, que instrumentalmente firma lo que le convenga momentáneamente, luego dice, a través de su presidente, que no puede asegurar que cumpla. El último documento de los partidarios del Apruebo es un argumento de gran solidez para votar Rechazo, porque la conducta de varios de los firmantes no es creíble. La gente no es tonta.
—¿Está este gobierno unido al resultado del plebiscito?
—Yo pensé que el Presidente Boric hablaba en serio cuando dijo que las dos opciones son legítimas, pero ya no lo veo así, luego de sus giros verbales y las acciones a favor del Apruebo de todo el Gobierno, en un intervencionismo sin precedentes.
—Varios dicen que la seguridad será el tema clave de este gobierno. ¿Qué piensa usted, que fue subsecretario y ministro del Interior?
—La seguridad ciudadana no puede ser tratada como un sistema de puertas giratorias o de diálogos abstractos que evitan su combate. Nadie puede prometer el fin de la delincuencia, pero sí se pueden adoptar medidas para reducirla. Pero esto tiene dos caras: romper la tremenda desigualdad económica y social es prioritario, y, por otro lado, combatir la delincuencia fortaleciendo la acción de la justicia. En materia de legislación, deben dictarse leyes que no permitan que un error en el procedimiento policial anule la sanción de delitos graves. Hoy, si hay una falta del personal que lleva a cabo la detención de un delincuente, este queda en libertad para volver a delinquir. En circunstancia de que debiera continuarse hasta la sentencia definitiva y el personal que no respetó el procedimiento debe recibir una sanción acorde.
—¿Cuál es el problema en la macrozona sur que no se puede solucionar?
—Las declaraciones de los líderes de la CAM, por ejemplo, demuestran que ellos quieren un Estado independiente, ocupando territorio chileno y argentino. Es conocido que algunos de sus integrantes han recibido formación militar en el exterior y declaran que no les interesa la plurinacionalidad de otros dirigentes, porque ellos quieren imponer sus propias reglas basadas en la violencia.
“Es necesario avanzar más rápido en el cumplimiento de los acuerdos ya firmados para entrega de tierras y continuar con las políticas definidas anteriormente para los pueblos originarios, sin abandonar a otros sectores nacionales que están pasando por situaciones difíciles. De manera urgente, debe mejorarse la formación, la operación y el equipamiento para que las fuerzas policiales, con y sin Estado de excepción constitucional, puedan cumplir con su misión. Veo con preocupación que en estas materias este gobierno parece no tener voluntad de hacer respetar la ley. Las policías, Carabineros e Investigaciones, necesitan el respeto y un respaldo que se ven ausentes, y todo lo que ello significa y que estimo absolutamente indispensable”.
Cuando un político hábil y experimentado habla con esta candidez y franqueza, que casi nunca lo hacen, hay que prestar atención.
Reconoce muchas cosas que hemos comentado en el blog desde hace tiempo. Como el colapso de la democracia, aunque no parece profundizar en que es el colapso de la democracia representativa.
También que Boric es un mentiroso patológico. No lo dice, pero lo implica.
Se necesitan líderes que cumplan con lo que prometen.
Que sencillo suena y que difícil es conseguirlos en esta época y circunstancias.
Creo que el que más del 50% no esté interesado en votar es una señal positiva en buenos tiempos. A mi no me interesaba. Porque en realidad se podía ver que daba lo mismo cualquiera de los dos bandos, la estabilidad del sistema se iba a mantener.
Cuando todos comienzan a interesarse es porque hay más en juego. No sé si eso es el mejor síntoma de la salud de una democracia.
Por eso estamos en crisis por lo demás, representantes elegidos con menos de la mayoría de la población votando y con mucho poder para cambiar todo.
Y por supuesto ese es el problema de este bodrio de propuesta.
A algunos no les gusta la democracia directa porque lo confunden con asambleísmo. No es así. Tenemos la tecnología hoy para votar las leyes después de un proceso riguroso de validación constitucional. Y quitar el poder a la casta política.
Las repúblicas siempre terminan corrompiéndose. Necesitamos otra forma de democracia.
Es urgente discutir eso en la nueva propuesta. Es nuestro salto al siglo XXI en política.
Y dejar de endeudarse e imprimir contra presupuesto de gastos de gobierno y de crecimiento para evitar deflaciones, así como inflaciones. Eliminar los impuestos directos que son una reliquia del pasado. Solo indirectos y corporativos.
Podemos hacerlo mejor.
Después de desplomarnos.
No solo por lo económico. Si no por la división que impusieron en la izquierda radical de todo el resto, y fijaron una clara línea. Solo desplomándonos veremos que estamos todos del mismo lado. El opuesto al de la clase política que nos lleva a odiarnos unos a otros.
Build Back Better?
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