14 noviembre, 2022

“Es momento de que el Gobierno pague los costos con la izquierda más extrema, con el PC”

@ElMErcurio

La institucionalidad pesa más que el personalismo de un caudillo, el diálogo vence a la polarización. Esa lección le dejaron las “midterm”, las elecciones parlamentarias de esta semana en Estados Unidos, y podría aplicarse también en su caso.

El día de esta entrevista, el senador Javier Macaya cumple 44 años y en unas semanas también completará dos al mando de la UDI. Navega entre dos fuegos; el amigo, que critica sus “concesiones al oficialismo”, y el de izquierda, que pone en duda la palabra que empeñó antes del 4-S. Cuál es más duro no está claro. Macaya sí, y mantendrá su promesa constitucional, cuando cree que el plazo está llegando a su fin. “Es hora de definiciones”, advierte, “vamos a construir diálogo con quienes quieran dialogar con nosotros”.

Sin estridencias, como su estilo calmado, el presidente de la UDI fija posiciones en la semana en que la oposición estuvo a punto de llegar a la presidencia de la Cámara.

—¿Fue una mala semana para la oposición?

—No lo veo así, en Chile tenemos una triple crisis: económica, de seguridad y gobernanza por los desacuerdos que existen entre las coaliciones del Gobierno. La caída de Karol Cariola muestra que el Gobierno tuvo que optar por el camino intermedio, por el más moderado de sus filas para mantener algo de estabilidad. La oposición está en un buen momento de unidad, hemos realizado un esfuerzo bien significativo para mantenerla y lo demostramos en el plebiscito. Vamos a tener la fuerza suficiente para incidir en las rectificaciones que estamos demandando al Gobierno.

—¿Se está notando la dupla Tohá-Uriarte?

—No veo capacidad en el Gobierno para ejercer sus atribuciones con independencia de los partidos más extremos. El Presidente usa el calificativo de “terrorista”, al que se negó en el pasado, pero no pone urgencia y destraba leyes que llevan años durmiendo en el Congreso. El cónclave no logró cuadrar el círculo; la tensión entre el alma más de izquierda y la antigua Concertación. El Gobierno debe actuar con sentido de realidad, pragmatismo; si siguen con que el programa no se mueve, no será capaz de solucionar las crisis.

—¿No es una señal el viaje del Presidente al sur, que hable de terrorismo y Apruebo Dignidad guarde silencio?

—Es importante que el Presidente haya ido a la zona y reconozca que hay terrorismo, pero se tiene que traducir en medidas concretas, en modernizar la Ley Antiterrorista, aprobar la ley de usurpaciones, enfrentar los estados de excepción constitucional sin reparos en cada votación. Es momento de que el Gobierno pague los costos con la izquierda más extrema, con el PC. La propia coalición de gobierno, con cierto sentido de realidad, dejó caer la postulación del PC en la Cámara; los sectores más extremos quedaron en orfandad y sin apoyo real, pero ojalá no se compense con otras cuotas de poder, como pasó con el subsecretario Cataldo.

—Vlado Mirosevic fue el otro estandarte del Apruebo. ¿Qué cambió?

—Diferencio al PC del Partido Liberal, que hoy representa la visión del Socialismo Democrático, no la de Apruebo Dignidad. Los sectores más radicales del Gobierno son su principal fuente de problemas. El Presidente dice que va a combatir “como perro” la delincuencia, pero no le ha puesto urgencia a la agenda antidelincuencia por evitarse conflictos con Apruebo Dignidad, con el PC. Mañana tenemos reunión en La Moneda, pero vamos a plantear nuestra agenda de seguridad. Hoy los chilenos quieren estabilidad, moderación, los carabineros han aumentado su aprobación, se está devolviendo el péndulo y el Gobierno debe entenderlo.

—¿Pondrán condiciones para firmar el acuerdo que propone la ministra Tohá?

—Es importante que avance la agenda legislativa que duerme hace años en el Congreso y un reconocimiento de las fuerzas que apoyaron la violencia, a contar del 18 de octubre. El Gobierno todavía no ha asimilado la derrota del 4 de septiembre y sigue insistiendo en cosas muy parecidas, con otro nombre. La derrota no fue solo electoral, también fue ideológica. Además de la superioridad moral, transmitieron que tenían solución para casi todos los problemas, que todas las decisiones del gobierno del Presidente Piñera eran erradas, que la violencia se justificaba como parte de legítimas manifestaciones sociales, y la delincuencia, por las desigualdades que ellos iban a solucionar. Hoy no pueden sostener esa superioridad, porque Chile se ha dado cuenta de la incapacidad del Gobierno. Para la derecha también es una lección, nunca más se puede tener la oposición que hicieron al Presidente Piñera, y para llegar al gobierno hay que estar preparado, tener un diagnóstico realista y soluciones posibles de cumplir con acuerdos políticos en el Congreso.

—¿Sigue pendiente el proyecto de oposición, con propuesta y estrategia clara?

—Valoro la unidad de Chile Vamos. Somos una coalición que está trazando el Chile del futuro y ejerciendo una oposición responsable, que dialoga y da garantía de seriedad. No somos una montonera de personajes con agenda propia.

—¿Puede decir lo mismo del Partido de la Gente?, ¿es confiable para acuerdos futuros?

—En el actual clima polarizado de la política, no es muy sexy hablar de seriedad, garantías y cumplir la palabra. Como coalición de oposición, aspiramos a ensancharnos con personas con las que compartamos valores. Otra lección que deja el gobierno es que no basta con ganar una elección. En el plebiscito de salida se generó un hito de confianza con personas con las que antes no habíamos trabajado y deben ser alianzas que vayan consolidándose en el futuro. Al gobierno hay que llegar preparado, con una coalición sólida.

—¿Incluye al PDG?

—Ellos se han planteado como oposición, pero nuestro eje de acción política es Chile Vamos. Entre las lecciones que nos transmitió el presidente del PP español es que los partidos institucionales y el centro político en todas sus versiones enfrentan el desafío de frenar el populismo en los extremos y generar acuerdos de gobernabilidad.

—¿Por qué no ha sido más frontal con las críticas de los republicanos?, ¿es porque muchos militaron antes en la UDI?

—Con más diálogo, democracia y mejores instituciones vamos a recuperar la estabilidad, dar seguridad a la clase media y enfrentar con más firmeza la violencia y delincuencia. En ese desafío, la UDI juega un rol muy importante y diferente al del Partido Republicano.

—Se ve más diálogo con los Amarillos o Demócratas.

—Sin entrar en polémica, creemos en el diálogo y en mejorar los proyectos más allá de nuestras diferencias con el Gobierno, sin convertirnos en los fogoneros de la polarización ni la rabia que existe en la sociedad. Espero que los acuerdos en pensiones, tributario y constitucional se logren con estas personas que trabajamos de manera institucional en los últimos 30 años; la Concertación y la centroderecha.

“Llevamos dos meses en un gallito”

—¿La presidencia de Mirosevic complica la negociación constitucional?

—Tendrá que arribarse a un acuerdo (constitucional) entre quienes quieren. No tiene por qué ser unánime; bastan cuatro séptimos para empezar a trabajar. Quienes proponen repetir el mismo ejercicio que fracasó y se quedan en sus maximalismos, es mejor que no se sumen al acuerdo. Llevamos dos meses en un gallito entre los que quieren hacer todo igual y quienes no quieren hacer nada; hay que tomar decisiones. Hay personas que llevan dos meses reviviendo una fórmula que fracasó y se aleja de lo que los chilenos esperan.

—¿Se diluyó el contundente 62% con que triunfó el Rechazo y le permitieron al Gobierno distanciarse de su derrota?

—Estos meses han servido para que el Gobierno aquilate finalmente su derrota. Si hubiésemos tomado un acuerdo inmediatamente después del 4-S, estaríamos trabajando en una convención igual a la que fracasó. Camilo Escalona dijo: “lo único importante es que el gato cace ratones”; me hace mucho sentido, lo único importante es tener una nueva Constitución. Mientras más se diferencie lo que hagamos de la convención que fracasó, más legitimidad tendrá. Mientras más participación de expertos, tendrá más legitimidad social.

—El proceso se ve parecido, aunque 50% de los chilenos quiere reformar la actual Constitución. ¿El Apruebo, el oficialismo, ha puesto la música?

—Discrepo. El proceso tiene que alejarse lo más posible del anterior. El Presidente debe ordenar a su coalición, de él depende que los suyos dejen los maximalismos y cierren el tema constituyente para dar estabilidad al país. Creemos en la participación de expertos, el rol del Congreso y los bordes que se han estructurado.

—¿Por qué cedieron en una nueva convención, sin defender las facultades constituyentes del Congreso?

—Cuando habla de convención, la gente revive los fantasmas de la convención que fracasó con convencionales electos, pero nosotros hablamos de convención como el órgano que redactará la Constitución. El Congreso tiene un rol que jugar sin redactarla directamente, porque podría postergar temas que son muy urgentes y que deben legislarse.

—Si las condiciones cambiaron, ¿por qué no hacer un nuevo plebiscito?, ¿le pesa demasiado su promesa?

—Nuestro compromiso es tener una nueva Constitución, cumplir nuestra palabra y continuar el proceso constitucional. Eso debe interpretar la posición mayoritaria que rechazó la propuesta de la convención y al Gobierno. Estamos disponibles para avanzar en un acuerdo constitucional que interprete a la mayoría que ganó, sin pasarle la máquina a la minoría que perdió en el plebiscito.

—¿Y tendría legitimidad una Constitución si se resta la izquierda?

—La principal fuente de legitimidad de una nueva y buena Constitución es que la mayoría la apruebe en el plebiscito de salida. La primera fuente de ilegitimidad sería hacer lo mismo que fracasó, estaríamos anticipando una derrota segura. Tengo confianza en que llegaremos a un acuerdo para una nueva Constitución, que será aprobada en un plebiscito. Vamos a construir diálogo con quienes quieran dialogar con nosotros, hemos logrado tender puentes con personas de centroizquierda que entienden que el actual momento de Chile exige diálogo. Posiciones como las del PC están en las antípodas y probablemente sigan empujando el maximalismo. Si finalmente quedan fuera de un acuerdo, será también su decisión y mirada respecto de las conversaciones políticas que son necesarias en el estado actual del país.

“Espero que sea en noviembre”

—¿Cómo elegir hoy convencionales sin que los extremos terminen capitalizando la crisis política y económica?

—El Congreso debe jugar un rol, los bordes establecidos son muy importantes. Quien redacte la Constitución Política de la República debe ser gente con conocimiento y experiencia. Para tomar esa definición, el Presidente debe empujar a su coalición a abandonar los maximalismos y definir si quieren o no firmar una nueva Constitución en su mandato.

—¿Por qué le parece tan importante la firma de Boric si su programa político acaba de naufragar?

—Sería un fracaso de la política que no cumplamos nuestro compromiso, que pase el gobierno de Boric y el 2026 no tengamos nueva Constitución. Por un tema cronológico, lo más probable es que le toque firmarla y tiene algo de simbolismo, le quitamos a la izquierda la justificación permanente, la excusa de la Constitución de Pinochet.

—La firma de Lagos no salvó la Constitución actual.

—Probablemente a la Constitución de Lagos le faltó el simbolismo más importante, que era plebiscitarla.

—Hablando de firmas, ¿fue un error firmar el proyecto que reconoce a los pueblos originarios y abre la puerta a escaños reservados?

—Es importante avanzar en un reconocimiento constitucional a los pueblos originarios, no así en la plurinacionalidad. Este proyecto no avanza en ningún otro aspecto más que en el reconocimiento y en que debe haber participación política de los pueblos originarios. No hay una coma de escaños reservados, esa es la interpretación de quienes quieren llevar agua a sus propios molinos, no es así. Los pueblos originarios pueden tener participación política en proporción a su fuerza y tamaño real, no con la sobrerrepresentación que ocurrió en la Convención. Sectores que buscan polarizar el debate político difunden permanentemente noticias falsas que no tienen que ver con la realidad.

—¿Estamos llegando al plazo límite para lograr un acuerdo constitucional?

—Espero que sea en noviembre. El Presidente debe tomar una decisión que probablemente lo tensione con el sector más radical de su coalición, que es el PC. Y no solo en lo constitucional, el Presidente debe imponer sentido de realidad a sus reformas tributaria y previsional, y actuar con máximo pragmatismo en materia constitucional.

—¿Es riesgoso que la norma fundamental siga en entredicho, mientras crece el crimen organizado, el narcotráfico, la desobediencia civil?

—Justamente, no podemos seguir postergando esta decisión. Es nuestra responsabilidad fortalecer la institucionalidad y la democracia representativa para solucionar los problemas que tienen la sociedad y la política. Me junté con una clasificadora que dijo: “Si siguen dilatando la decisión constitucional por meses o años, es imposible que los inversionistas confíen en Chile para hacer negocios”.


 

Lo comentado desde hace rato. Y ya cada vez me da más lata ver y leer a los políticos. Me están produciendo alergia. Debe ser la primavera.

Ahora el PC y FA tienen peste negra. Si quisiera, la derecha y la nueva centro izquierda podría aniquilarlos.

No lo han hecho hasta ahora y probablemente no lo hagan nunca porque tienen dudas de sus propias convicciones y por las alianzas “estratégicas”.

Son una casta política. Se cuidan entre ellos, sin importar demasiado lo que ocurra con el resto de nosotros.

Una de las principales reformas, si no la principal para intentar salvar esta democracia republicana representativa, sería colocar términos a las re elecciones. Una re elección en CUALQUIER cargo estatal y chao. Prohibido entrar al estado de nuevo.

Si quieren dar señales concretas de querer mejorar la democracia es precisamente el garantizar que el estado y los gobiernos no se convierten en la captura del botín del pirata de castas políticas que terminan gobernando para ellos y no para el perraje proletario.

Importan pocos los juegos de trono a cuenta huevones que estén jugando ahora en relación a la constitución y las próximas elecciones.

Lo que tiene que estar en una nueva constitución es la noción de que no haya re elecciones, y que la suprema corte y el TC son elegidos entre todos los colegiados de abogados, no por el presidente o el congreso, transformándolos en cargos políticos.

Es la única forma de salvar esta clase de democracia representativa de la completa pérdida de confianza de la gente y con ello de las instituciones.

1 comentario:

  1. Me puse a escuchar a Pablo Gil el fin de semana (por las menciones de Sub zero) y hablaba mucho del concepto de "desglobalizacion".
    Que opinas adyaner? Podrías hacer un post profundizando el tema?

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