15 mayo, 2023

Reacciones frente a la derrota

@emolblogs

Es difícil exagerar la difícil circunstancia por la que atraviesa el Gobierno luego de los sucesivos fracasos electorales. Quizás eso explica que su reacción haya sido levemente enigmática.
El Presidente habría formulado, a propósito de esas pérdidas, dos declaraciones: la primera, que las ideas con las que llegó al poder no están derrotadas; la segunda, que hay que “desparlamentarizar” la política.
Conviene detenerse en ambas e intentar dilucidar qué quieren decir.
Desde luego, cabe preguntarse qué quiere decir que las ideas con que llegó al gobierno no han sido derrotadas. El Presidente en eso tiene razón. No han sido derrotadas.
Pero ello no es porque sean verdaderas, sino porque por definición las ideas que integran una ideología política —sea de izquierda o de derecha— no pueden ser refutadas. Lo que ocurre es que el político, a diferencia del científico, no tiene interés en la verdad de lo que dice, sino en su eficacia, en la capacidad que tenga de despertar el entusiasmo. Lo que el político dice no tiene pretensión de verdad y, en consecuencia, sus ideas no pueden ser falsas (que sería el equivalente a ser derrotadas). A ello se suma otra característica y es que las ideas políticas incorporadas a una ideología son capaces, en base a sus propias premisas, de explicar todos sus fracasos, cualquiera ellos sean. Los fracasos de una ideología son una prueba de su verdad. Así, un marxista explicará el fracaso atribuyéndolo a la falta de conciencia de clase del proletariado, y no a un error de sus propias premisas. Y el psicoanálisis vulgar dirá que las críticas en su contra son parte de una resistencia inconsciente. Y el creyente religioso dirá, frente al fracaso, que Dios escribe con líneas torcidas.
Tiene razón el Presidente. Las ideas con que llegó al gobierno no han sido derrotadas. Y es que como toda ideología —es cosa de leer a Karl Popper para saberlo—, ellas son inmunes a la prueba de los hechos. Eso es lo que explica el entusiasmo y la fe, incluso en los peores momentos, del político ideológico.
La otra parte de lo que el Presidente habría sugerido no es ambigua como la anterior, sino peligrosa. El mandatario habría pedido a los partícipes de la reunión —mientras engullían canapés, cebiches y galletas, según fue informado— que era necesario “desparlamentarizar la política y llegar a la sociedad”. ¿Qué puede significar esto?
El sentido más obvio es el de trasladar el foro de las decisiones públicas desde los órganos representativos (el Parlamento o Congreso) a las organizaciones sociales, sindicatos o federaciones estudiantiles. En otras palabras, “desparlamentarizar” equivaldría a separar la política estatal de la sociedad. Algo parecido a lo que expresó en un tuit Camilo Escalona.
Ese punto de vista que habría planteado el Presidente tiene coincidencias ideológicas con los grupos neoconservadores. Los neoconservadores, en efecto, se caracterizan por sostener que la sociedad, la cultura, la familia, el mercado viven fuera de la política estatal. Esta separación de la sociedad y la política cumple, en el pensamiento neoconservador (como es, en el caso de Chile, lo que inspira al Partido Republicano), la función de limitar, pero a la vez reconstituir la autoridad del Estado como lo muestra, por lo demás, la experiencia de la dictadura (nunca el mercado estuvo más entregado a sí mismo, pero nunca el Estado fue más fuerte). El punto de vista que habría sugerido el Presidente partiría de un diagnóstico semejante. La política estatal sería incapaz de resolver los problemas de la sociedad civil: la sociedad se habría autonomizado del Estado y por eso al Estado (o al Congreso) se le ve como una cáscara vacía. Pero si el pensamiento neoconservador, al separar al Estado de la sociedad, busca recomponer la autoridad del Estado sobre nuevas bases, el punto de vista que habría sugerido el Presidente, al separar la sociedad del Estado, busca conferir una nueva autoridad a la sociedad civil, la que así quedaría fortalecida y desligada de los procedimientos formales de la racionalidad estatal, pudiendo participar y movilizarse por fuera de las instituciones.
No es fácil saber si todas esas implicancias están en la mente del Presidente cuando (según informó el líder de Comunes) hace ese llamado coincidente con la idea de Escalona; pero lo que es indudable es que un propósito semejante daña la democracia representativa, porque invita a hacer política (es decir, a modelar la vida en común y hacer valer la propia voluntad) por fuera de las reglas formales.
Es probable que el Presidente al decir eso se dejó llevar, como en tantas ocasiones, por ese impulso suyo de hacer frases con apariencia de dictum. Pero de lo que no cabe duda es de que entre las fuerzas que lo apoyan hay varias que estarían de acuerdo con “desparlamentarizar” la política, y ello no necesariamente como consecuencia de haber sido derrotados en las dos últimas elecciones, sino porque están convencidos de que las instituciones simulan la voluntad popular en vez de expresarla.
Y eso suena bien a los oídos de más a la izquierda; pero es riesgoso para la democracia y la tradición institucional en momentos que se la intenta reconstituir.


Que pajero es, o se ha vuelto Peña. No voy a ir hacia atrás para dilucidarlo.

La cantidad de vueltas y pendejadas seudo intelectuales para justificar algo obvio.

Estos giles son revolucionarios al peo y creen que los cambios se pueden forzar por la protesta social. Es decir, por la fuerza.

Punto.

Just like that…

El pensar que tienen algo más en la mente de cabezas de chorlito es ridículo.

Recuerdo aún que pensaba que Lagos era la presa de estos pelmazos…

Yeah…

Right…

En lo de que las ideas no están derrotadas…

DUH…

Se derrumbó el muro y todavía siguen hueveando con el marxismo y comunismo.

Siempre van a existir pelotudos a los cuáles venderle huevadas. Si los giles volaran.

Eso es porque la política es la expresión y extensión de la economía, y esta es la extensión de las emociones humanas en funcionamiento. Y la emoción humana de sentirse vístima siempre ha existido y siempre va a existir. También la envidia. Y la codicia. No por nada uno de los principales mandamientos es no desearás los bienes de tu prójimo, que probablemente fue orientada a evitar las cagadas de marxistas arcaicos que ya deben haber comenzado a dejar la cagada, incluso en aquellos tiempos bíblicos. Por lo mismo.

Los humanos siempre seremos humanos.

El punto es a cuanta gente se la pueden vender.

Ahora están en el punto en el que a básicamente nadie salvo a pendejos, reales y mentales. Y weirdos que se auto identifican con puras huevada.

Just like that…

No van a llevar al país a ninguna nueva revolución ni a ningún lado salvo al cada vez mayor enojo de haber elegido a estos giles.

En comparación con Warnken hablando básicamente sobre lo mismo, esto es, el llamado al levantamiento del pueulo…

A pesar de que ese octubrismo quemó todo lo que tenía a su paso: iglesias, bibliotecas. Sí, el octubrismo incendió el país, pero no lo prendió, la prueba es que ese pueblo del que usted habla en su tuit le ha propinado a esa izquierda condescendiente y cómplice del anarconihilismo callejero, dos derrotas electorales colosales, probablemente las más grandes en décadas de la izquierda chilena.

¿A usted también le pasó lo mismo? ¿También se dejó llevar por la embriaguez revolucionaria y la nostalgia de la utopía perdida? Lo entiendo. No hay izquierda sin utopía y esta se había difuminado hasta el punto de desaparecer en años grises, de progreso económico, de clases medias emergentes (otro pueblo, no el de los 70) y consumistas. Y es doloroso para quien ha tenido fe, empezar a perderla.

Puede resultar insoportable y ello explica por qué muchos se aferraron a esa nueva posibilidad revolucionaria que estalló en octubre. Pero eso quedó atrás. El pueblo no quiere más octubrismo (al contrario, lo deplora), no quiere luces de bengala, ni marchas, ni discursos encendidos, el pueblo necesita desesperadamente seguridad, para salir a las calles, para trabajar, para vivir en paz.

Esa es la simple explicación, casi prosaica, me dirá usted, de por qué este domingo, ese mismo pueblo al que usted convoca a manifestarse otra vez, votó derecha el domingo pasado. Y se irá cada vez más a la derecha si la izquierda no deja atrás sus complejos con el orden.

Sin apoyo del pueblo, no hay revolución posible, salvo que se quiera imponer esa revolución a la fuerza. Por otro lado, pienso-y en eso discrepo de usted- que no fueron las protestas nacionales las que derrotaron a la dictadura: esa era la fantasía del Partido Comunista de entonces; no fue la calle la que nos devolvió la democracia, fueron las urnas, en el plebiscito de 1989.

Y un puñado de líderes sensatos, que usted conoció muy bien, Aylwin, Lagos, entre otros, que le dieron al país una salida pacífica y posible, evitando probablemente un baño de sangre y más sufrimiento del ya suficiente que su generación y el pueblo de Chile vivieron en carne propia en dictadura.

Es cierto, no fue la salida más épica ni romántica. Fue realismo puro. El "en la medida de lo posible" se impuso al "avanzar sin transar" tan entrañable pero tan falaz y tan fatal. Es absurdo, que usted convoque al pueblo a las calles para frenar la regresión conservadora". Primero, porque fue ese mismo pueblo que usted tan fervorosamente convoca el que votó por los ultraconservadores.

Vea el desglose de los resultados electorales para darse cuenta de que la derecha caló en el electorado popular como nunca. Y no porque sean "fachos pobres" como han dicho algunos iluminados paternalistas, sino porque anhelan una seguridad que la izquierda no ha sabido ofrecerles.

Una izquierda que se desconectó del pueblo real, una izquierda que no sabe hacerse una autocrítica honesta y profunda de esta segunda y colosal derrota electoral, una izquierda, entonces, otra vez inviable que le ofrece a su electorado mucha retórica y consignas, pero poca política responsable.

Lo conservador no es ofrecer seguridad, lo conservador es seguir enarbolando banderas ya desteñidas y gastadas; lo revolucionario hoy es garantizarle paz al pueblo de Chile cansado de experimentos delirantes, el pueblo quiere y merece paz. Una política de calidad y una izquierda responsable, serena y prudente. Su tuit claramente, don Camilo, no contribuye a ello.

A pesar de mis discrepancias con este gesto suyo inesperado, le reitero mis respetos: usted es parte de una historia dura y sufrida y contribuyó desde la izquierda a superarla con racionalidad y con los pies bien puestos en la tierra. No en la calle.

Un saludo fraterno en la diferencia.

Pajero y alcahueteador del narciso mayor vs lúcido y directo al grano…

Ambos de izquierda.

4 comentarios:

  1. Warken es otra cosa, Peña es lo que dices, un pajero.

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  2. Que poco se valora rol cumplido por Warnken en este proceso histórico. Siento que fue el pivote fundamental en el centro, que permitió la liberación ideológica de una gran mayoría oculta, que se encontraba reprimida y cancelada por el delirio octubrista.

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    1. No creo, y creer eso fue el error de Todo por Chile, pensar que habia un centro silenciado esperando el retorno de la concertacion los dejo con 0 en el Consejo.

      El 62% del Rechazo se repite al sumar PDG-ChV-PR el 7M, la gente vota contra Boric, y se alejan lo mas que puedan del hoyo negro electoral que es.

      Warnken le dio palabra y rostro al sentimiento de muchos, pero la rabia estaba.

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