En sus “Sátiras”, el poeta Juvenal se quejaba amargamente de la degeneración de la república romana. “Este pueblo ha perdido su interés por la política (…) ahora sólo desea con avidez dos cosas: pan y circo”.
La fórmula, usada por los emperadores romanos y replicada por demagogos de todos los pelajes, sigue siendo certera. Aunque, cuando el hastío llega al límite, tal vez sólo baste el circo.
Javier Milei obtuvo la primera mayoría en las primarias presidenciales de Argentina. Él es candidato y líder de un movimiento político; sin embargo, no hace política. Sólo escenifica una simulación de esta.
A un pueblo harto de la corrupción y la ineficacia de los políticos, le ofrece en cambio un cóctel tóxico de entretención, rabia, paranoia y crueldad.
Lo suyo no es la política, es la bufonada.
La política suele definirse como el “arte de gobernar”. El oficio del político es una difícil alquimia: recoger las aspiraciones y temores de los ciudadanos, y convertirlos en políticas públicas efectivas que permitan acercarse a esas esperanzas y aplacar esos miedos.
Pero el circo de Milei no discute políticas públicas; trafica emociones. Y estas son siempre negativas. El rostro luce iracundo, los ojos están inyectados en sangre, el grito es descontrolado, las frases están repletas de violencia. Apela a los instintos más primitivos: miedo y agresión. El insulto disimula la falta de argumentos. Cualquiera que lo contradiga es un “delincuente hijo de puta”, una “bestia”, un “pedazo de mierda” o un “concha de su madre”.
Cuando llegó al Congreso, hablaba de sus colegas como “estas mierdas que están en la Cámara de Diputados”. Milei no se integró a ninguna comisión, y ni siquiera ha asistido a la mayoría de las votaciones. Su trabajo no es impulsar políticas públicas ni buscar soluciones. Lo suyo no es la política; es la provocación, el entertainment envasado en cápsulas de 30 segundos para TikTok.
Es a la vez un demagogo y un populista. Demagogo, porque ofrece remedios simples para problemas complejos. Para qué detallar una reforma viable al Estado, si obtienes más likes sacando a los gritos papeles con los nombres de los ministerios que quieres eliminar.
Para qué discutir sobre cómo combatir la inflación reformando el Banco Central, cuando puedes prometer “dinamitarlo”, vendarte los ojos en TV y agarrar a golpes una piñata que representa al banco (por cierto, ningún país desarrollado ha eliminado el Banco Central).
También es un populista en el sentido más clásico de la palabra: exacerba la oposición entre una élite corrupta (“la casta”) y un pueblo virtuoso. “A los políticos hay que sacarlos a patadas en el culo”, declama, pero su aborrecida casta no solo es política.
Milei ataca a todos aquellos que tengan influencia o prestigio: artistas, intelectuales, científicos… su menú incluye eliminar todo apoyo estatal a la ciencia, y afirmar que “el calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo” y “parte de la agenda del marxismo cultural”.
La excepción son sus mecenas. Milei llegó a la TV cuando era empleado de Eduardo Eurnekian, un millonario que administra los aeropuertos argentinos, y dueño del canal de TV que lo lanzó a la fama. Según su biografía “El Loco”, Milei se convirtió en el bufón personal de su jefe (“él lo hacía descostillar de la risa”), y este le aseguró una carrera en sus medios.
De esa casta, por cierto, Milei no dice esta boca es mía.
Es que será loco, pero no es tonto: el “León” se vuelve un gatito cuando se trata de los intereses de quienes lo respaldan. Sobre el financiamiento fiscal a las iglesias dice, prudente, que “eso no se puede modificar”. Pese a su supuesta ideología libertaria, proclama que el aborto es un “asesinato agravado”, que debe ser criminalizado incluso si quien aborta es una niña que ha sido violada.
La única excepción es el riesgo de vida de la mujer, porque en ese caso “hay un conflicto de propiedad, que sería el cuerpo de la madre”.
Su paranoia es galopante. Descubre conspiraciones izquierdistas bajo cada piedra. La educación sexual debe suprimirse porque “le deforma la cabeza a la gente” y “es parte del socialismo”. El ministerio de la Mujer también se eliminará, porque es “marxismo cultural”, y un “mecanismo de persecución para los que piensan distinto”.
Milei sólo cree en tres derechos básicos: la vida, la libertad y la propiedad. Propone eliminar la salud pública. Sobre la educación pública, dice que “es un lavado de cerebros”.
“Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud”, proclama quien aspira a dirigir ese Estado.
Entretención, rabia, paranoia y crueldad. El circo de Milei es un circo romano, uno donde mueres o matas. La solución a la delincuencia es el Far West: que todos porten armas. ¿Justicia social? Es “la máxima aberración”.
Su fanatismo ideológico lo lleva a proponer un libre mercado de venta de órganos humanos. “Mi primera propiedad es mi cuerpo. ¿Por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”, proclama.
Si necesitas un órgano, y tienes dinero para pagarlo, te salvas. Si no, te mueres. Si eres pobre, véndele un riñón a un rico. ¿Tu madre, tu hermano o tu hijo murieron? Gran oportunidad: ¡remata su corazón o sus córneas al mejor postor! La ley de la selva que propone el “León” es una distopía escalofriante donde todo tiene un precio, y la solidaridad, la compasión y la empatía humanas no existen.
¿Debería haber un mercado de venta de niños, entonces? “Si yo tuviera un hijo, no lo vendería”, contesta Milei, pero “la respuesta depende de en qué términos estés pensando, quizás de acá a 200 años se podría debatir”.
Como advertía Juvenal, un pueblo que ha perdido toda fe en la política puede lanzarse gustoso a los brazos de un demagogo. Y cuando se ha acumulado tanta rabia, las ganas de ver el mundo arder pueden ser más fuertes que cualquier racionalidad.
He ahí el atractivo del bufón de rostro desencajado y gritos destemplados. Si ya no hay nada en qué creer, si todo es una gran mentira, si todo se está derrumbando, al menos que sea con un gran espectáculo.
Con honestidad no podría opinar demasiado de Milei, salvo los dos programas económicos que propone que son la eliminación del banco central y la adopción del USD como divisa oficial.
Pero se equivoca Matamala en decir que Milei no tiene un marco teórico ideológico. Lo tiene muy definido. Es libertario. Y eso se basa en la escuela austriaca. Que a su vez se basa en los conceptos planteados en la constitución de USA y su carta de derechos inicial que son básicamente 10 mandamientos. La primera. No con las enmiendas socialistas posteriores en el siglo XX.
Que no le guste a la gente de izquierda es otro tema.
De hecho, los que no tienen marco teórico funcional son la gente de la izquierda más radical. Porque el marxismo sabemos que no funciona, y eso se basa en la búsqueda de la igualdad. El libertarismo se basa en la búsqueda individual de la felicidad.
Son completamente opuestos. Individualismo versus colectivismo. Capitalismo versus Marxismo.
Y las democracias occidentales se basan en el primero, no en el segundo.
So…
En el resto, creo que están severamente mal interpretando la situación actual de Argentina los analistas varios.
Este no es un voto similar al de Trump o el Brexit. Ni siquiera como nuestro 4S. No es un voto anti establishment.
Este es un último grito de ayuda de los argentinos que ya no confían en el estado, entendido con ello TODO el estado y las organizaciones e instituciones que están bajo su alero. Básicamente no confían en nada.
Eso es terminal.
Y eso lo lograron los políticos que supuestamente tienen que ejercer el arte de gobernar y en lugar de ello ejercieron la faena de saquear.
Todos lo que basureen a Milei en Argentina y el mundo parece que no entienden que es una señal de lo absolutamente podridos de charchas que son los políticos, de izquierda, que son los que han gobernado mayoritariamente por esos lares durante las últimas décadas.
Si basureas al que te gana, como quedas tu entonces?…
En fin. No es lo relevante. Lo relevante es la interpretación de contra qué están votando los argentinos.
Eso definirá no la supervivencia económica, que es imposible a esta altura, sino el tiempo que se demoren en recuperarse después del desplome.
Si gana Milei será difícil la terapia de shock, tendrá que tener resultados muy buenos antes del término del mandato, si no volverá el socialismo o capaz revueltas ingobernabilidad e intervención militar y a cruzar dedos de que no asuma un neo Che Guevara.
ResponderEliminarMalamata se equivoca, como siempre. Y hasta en un detalle básico: EEUU cerró no una, si no que dos veces su banco central. Era tanto el rechazo que causaba la mera idea de tener uno, que tuvieron que hacer un rebranding y llamarlo Reserva Federal para lofrar que el congeso volviera a aprobar uno
ResponderEliminarMatamala ya todos saben que un zurdo del apruebo que la ciudadania rechazó ampliamente, pro gobierno Boric que la ciudadania ya aprendió mas acerca del colectivismo ladrón, ya no tiene peso solo sobrevive del pasado y por salir en cnn.
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