El tradicional edificio de la Democracia Cristiana, en Alameda 1460, está en arriendo. Tres pisos de historia y 2.300 metros cuadrados han albergado al PDC por más de 50 años. Además del cuartel central de calle Alameda, otras cinco sedes del partido fueron vendidas. ¿Es la bajada de cortina final?
El presidente de la colectividad, el diputado Alberto Undurraga, relativiza este despojo: “La reestructuración económica es para pagar nuestra deuda de $ 1.200 millones con venta de propiedades, pero aún tenemos activos por $ 10.600 millones. Ajustamos nuestros ingresos a los gastos”.
Millones más, millones menos, la colectividad enfrenta una crisis de adhesión, de militancia y de votantes. Sin esta crisis que la tiene representando solo el 4,2% del electorado (según las parlamentarias de 2021), los problemas de platas serían secundarios. Hay que considerar que, en sus buenos tiempos, en las elecciones inaugurales de la democracia de 1989, la DC sacaba el 26% de la votación nacional.
Durante las campañas suelen realizarse focus group sobre los candidatos. En uno reciente para la DC, los encuestados debían identificar en una gran foto familiar, al que tenía más cara de DC. El resultado: la gran mayoría elegía al más canoso de la foto.
El campo y la Iglesia
El PDC es, aparentemente, un partido que ya no pertenece a esta época. Mauricio Morales, cientista político de la Universidad de Talca, escribió un estudio sobre el ocaso de la DC y exhibe las razones: “Los factores estructurales del voto DC están a la baja. Entre otros, el porcentaje de católicos y el porcentaje de población rural. La DC se hizo fuerte de la mano de votantes religiosos provenientes de la Iglesia Católica, cuyo desprestigio derivado de los casos de abuso sexual por parte de sacerdotes, dejó a esta institución en el fondo de la tabla en términos de confianza”. El campo y el catolicismo ya no son factores relevantes en su votación, pero tampoco logran habitar el centro político: “Como factor adicional para explicar el derrumbe de la DC, está el descenso en el porcentaje de personas identificadas con el centro político, que es la zona ideológica que la DC siempre aspiró a representar. Si bien hoy existe una revalorización del centro, ya es tarde para esta alicaída marca DC”, dice Morales.
Durante las campañas suelen realizarse focus group sobre los candidatos. En uno reciente para la DC, los encuestados debían identificar en una gran foto familiar, al que tenía más cara de DC. El resultado: la gran mayoría elegía al más canoso de la foto.
El peso de la historia
La Democracia Cristiana fue fundada en 1957 con la unificación de diversos grupos socialcristianos. En 1964 llegó al poder con Eduardo Frei Montalva, un líder carismático y que sabía congregar. Seis años después, con la chilenización del cobre, la reforma agraria, la promoción popular y el desgaste electoral; Frei Montalva entregó la banda presidencial al candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende. El país estaba dividido en tres tercios y el PDC pasó a la oposición. El golpe militar sorprendió al partido que, mayoritariamente, apoyó la asonada del 11 de septiembre de 1973.
En aquellos años, el PDC chileno llegó a ser, proporcionalmente a su número de habitantes, el tercero más importante del mundo tras el italiano y el alemán.
“A la DC le ocurrió que sus períodos de mayor crecimiento fueron cuando fue oposición. Primero a Alessandri (1958-1964), después a Salvador Allende (1970-1973), y a la dictadura de Pinochet…”, opina Genaro Arriagada, exministro y democratacristiano que renunció a esa tienda en noviembre. Y sentencia: “Los dirigentes políticos debiesen entender que, a no ser que hayan partidos muy sólidos, al resto… se los traga la historia”.
Hoy el PDC tiene tres senadores (de 50), cinco diputados (de 155) y la presidencia de la Cámara. Parte de sus parlamentarios renunciaron al partido con lo que se jibarizó su representación en el Congreso.
La calidad de sus cuadros tampoco es esperanzadora y están envejeciendo. Décadas atrás formaban el Consejo Nacional del partido personas como Edgardo Boeninger, Gabriel Valdés, Alejandro Foxley, Patricio Aylwin, Manuel Bustos, Genaro Arriagada, Gutenberg Martínez y Ricardo Hormazábal. “Hoy uno mira el Consejo Nacional y no conoce a nadie, pura gente sin trayectoria”, dice un prominente DC.
Tampoco hay liderazgos. Ningún DC marca en las encuestas de adhesión popular y el único que apareció en alguna en el último tiempo, el gobernador Claudio Orrego, ya renunció al partido.
La extinción
Alberto Undurraga, presidente del PDC desde noviembre de 2022, se hizo cargo de un partido quebrado por su apoyo oficial al Apruebo (4 de septiembre), con muchos militantes que renunciaron dada la opción partidaria en pro del borrador constitucional.
Ximena Rincón, la senadora exDC que formó un partido propio, Demócratas, dejó la DC en ese momento: “Fue desilusionante la manera en que se decidió. Se hizo un amago de democracia en una consulta nacional telemática donde se controlaban hasta las palabras. No hubo debate. Nos fuimos del partido y, en este momento, la DC ha pasado a ser completamente intrascendente. Perdió espacios de representación porque transó sus convicciones por espacios de poder”.
Con menos del 5% representación actualmente, la DC fue un partido que gobernó con tres presidentes y que luego estuvo en tres coaliciones oficialistas: primero con la Concertación (Lagos y Bachelet I) y después con la Nueva Mayoría (Bachelet II). Está en trasfondo el caso histórico de la DC italiana, muy cercana a la chilena, que murió definitivamente en 1994.
“En América Latina la DC es una especie en extinción. Sobrevive en Costa Rica y en México, pero esto en nada se asimila a su boom en la década de los ‘60 o en los años de las transiciones de la democracia. La izquierda, en cambio, ha sostenido su identidad, siendo capaz de generar nuevos liderazgos que han cautivado a antiguos votantes de la DC”, finaliza Mauricio Morales sobre el partido de Aylwin y de los Frei.
Casi ninguna empresa, y un partido político lo es en esencia, sobrevive a su cuarta generación por norma general.
No es nada raro lo que le pasa a la DC.
Los abuelos la fundan y hacen crecer, los padres la mantienen, los nietos se la gastan y farrean y los bisnietos terminan por liquidarla si es que queda algo.
Llegaron al máximo de representación que podían, se volvieron burocráticos y lentos y ahora van en caída libre en sus ventas. Igual que el socialismo democrático.
Los únicos que pueden sobrevivir a estos ciclos durante más tiempos son los partidos que tienen un core ideológico muy duro o muy definido. Como una religión o una secta. Pero igualmente van cediendo terreno, en algunos casos simplemente porque ya no hay talento como el original. Y ese tipo de partidos no son de consumo masivo, son de nicho. Como el PC.
Finalmente, una empresa de consumo masivo como se planteaba la DC tiene que apuntar su producto a la mayor cantidad de gente posible en el momento actual. Y eso requiere intenso estudio de mercado y mucho trabajo de publicidad y de recordación de marca con asociación de las ideas base que quieren que la gente asocie a la marca.
Nada de eso hicieron los políticos de la DC y si los narcisos en otras plataformas como las RRSS. Por eso les quitaron toda la izquierda. Y el centro quedó huérfano.
Que asociabas a los narcisos?
Dignidad. Igualdad. Diversidad. Anti pinochetistas, anti corrupción del establishment de los 30 años, 24/7 non stop.
Hasta que pasaron ahora a ser una asociación horrenda esos conceptos. Obviamente.
Estaba cantado para un retorno de la DC. Tendrían simplemente que haberse puesto del lado del anti octubrismo, y habrían captado todo el centro. Colocándose del lado de él, terminaron de de fallecer. Eso es parte del talento político de la generación a cargo.
Cero en este caso. Se subieron a la ola equivocada en el peor momento posible. Y fueron aplastados.
No hay vuelta con eso.
El problema por ahora es que no veo la formación de una nueva centro izquierda. Demócratas y amarillos brillan por la ausencia y no han hecho absolutamente nada para destacar en las próximas elecciones.
Básicamente están corriendo solos CHV y republicanos contra el FA y el PS.
El core de izquierda dura debe andar entre el 20% y el 25%. Esos no van a votar jamás por alguien de derecha, a pesar de que sepan lo podridamente malo que son sus representantes. Hay un 20% a 25% a ser conquistado por una centro izquierda actualizada y un porcentaje similar que puede votar por ellos con la conciencia tranquila si son muy podridos sus candidatos.
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