@EyN
Las variaciones en el precio del cobre y los cambios constantes en la cartera de proyectos han impulsado a la minería a cambiar su política de reclutamiento de personal. Y en gran parte esto se explica por la baja en la productividad que en los últimos diez años cayó un 50%, según datos del Consejo Minero.
Al 2004 la productividad era de 0,1 toneladas por persona, mientras en 2014 la cifra fue la mitad: 0,05 toneladas por persona. Solo considerando los proyectos existentes, al 2023 se prevé que la productividad se reduciría un 35%, a 0,03 toneladas por persona. Producto de este escenario, la industria está cambiando el foco, y los nuevos proyectos se calculan hoy con una productividad de 0,18 toneladas por persona, y al 2023 con 0,22. Dicho de otra forma, los nuevos proyectos pretenden aumentar la productividad al doble de la existente en 2004.
¿Por qué cayó tanto la productividad en los últimos diez años? Hay muchas razones, pero entre las que más destacan está la caída en la ley de mineral -tonelada extraída por roca removida-, y la magnitud de los rajos que aumentan considerablemente los tiempos de trabajo. Por otro lado está la falta de incentivo de los trabajadores a lograr una mayor productividad. Solo como ejemplo, los bonos millonarios que maneja la industria minera no van de la mano con aumentos de productividad, y solo ahora con la caída de los precios del cobre, algunas empresas están implementando bonos por metas cumplidas.
Desde el Consejo Minero comentan que hay numerosas formas de aumentar la eficiencia. Entre ellas, se prevé ajustar la formación de trabajadores para mejorar el estándar de la industria, incorporar maquinaria de última generación, enfocarse en la innovación, mejorar los sistemas de gestión, y desarrollar proyectos nuevos en yacimientos más jóvenes, dado que los más grandes implican largas horas de traslado.
El efecto indirecto
Los nuevos proyectos están siendo planificados con una menor fuerza laboral para aumentar la productividad.
Pero la medida también obedece a la reforma laboral que afecta indirectamente al sector, advierte Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero. "Como lo hemos dicho hasta la saciedad, va a implicar un incremento de remuneraciones forzado que no va acompañado con un aumento de productividad, lo que ha hecho que la industria se ponga el parche antes de la herida", comenta.
Descarta que el proyecto que actualmente se discute en el Senado eleve los despidos, pero recalca que inhibirá la creación de nuevos puestos de trabajo. "Obligará a la industria a planificar su faena con una menor cantidad de trabajadores, porque la reforma per se tiene un carácter redistributivo, además de un equilibrio de poder. Eso significa quitarle más a la empresa para pasárselo a los trabajadores y eso significa incrementar remuneraciones sin medidas para mejorar la productividad. Entonces, ¿cómo vas a paliar el aumento de costos de una reforma que tiene esa función redistributiva? Lo que tienes que hacer es contratar menos gente, y los proyectos futuros van a significar menos puestos de trabajo", advierte Villarino.
El sector minero ve poco probable que el Gobierno perfeccione la reforma laboral en los puntos más sensibles. "Los dados están tirados. No tengo prácticamente ninguna esperanza de que haya una modificación sustancial al proyecto actual. Es más, creo que el diálogo está bastante agotado", reconoce el líder gremial.
Exactamente ese es el gran problema de las reformas que impiden flexibilidad laboral adecuada. Como en todo ciclo económico, existen periodos a la baja de los ingresos, donde hay que ajustar costos. Y aquellas empresas que son intensivas en mano de obra, y donde este es el principal factor, y no pueden hacerlo, resulta en que sean menos competitivas, aún cuando tengan cuentas financieras sanas. No hay vuelta a eso. Y aquellas que tienen sindicatos fuertes, impiden que ese ajuste se produzca, lo que finalmente impulsa a las empresas a buscar mejores condiciones en otros lugares. Y no es algo que se pueda evitar. Así es la vida. Y los capitales.
Es lamentable, porque la gran mayoría de los empresario y empresas preferirían mantener las operaciones ajustadas a un nuevo equilibrio de precios con costos rebajados. Pero si no tienen alternativa, cierran sus operaciones. Como ha sucedido con múltiples empresas mineras en el mundo.
Pero también es un proceso necesario de destrucción creativa. Aquellas empresas que se mantienen con menos personal, aprenden a ser eficientes, y en el siguiente boom entran con mejores estructuras de costos.
Esperemos que la reforma laboral no sea un grave impedimento para esos ajustes necesarios y que empresas de sectores productivos puedan pasar este periodo a la baja. Los sindicatos tienden a destruir sectores completos cuando tienen mucho poder. Como en aquella ciudad ícono de USA. Detroit. Los sindicatos de las automotoras mantuvieron su postura a pesar de la fuerte competencia japonesa a menores costos. El resultado final es que hoy es una ciudad fantasma. Y queda como lección para el resto. Automatización. Y menores puestos de trabajo en la siguiente vuelta.
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