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Ha vuelto. En 2013 el periodista alemán Timur Vermes imaginó un disparate literario: Hitler se despierta en algún lugar de Berlín, a casi 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Gobierna Angela Merkel. Desorientado en principio, el ex líder nazi pronto descubre las ventajas que le ofrece la tecnología: lanza arengas por Twitter y se transforma en un fenómeno de Youtube. La novela, una parodia que inspiró la película homónima, vendió más de un millón de ejemplares en su país.
Ha vuelto usaba el humor para explorar el mayor terror de la sociedad alemana. Un temor que empujó a muchos a oponerse a la reedición de Mi lucha, el panfleto xenófobo de Hitler. Censurado durante 70 años, el libro volvió a publicarse en enero pasado, en una edición de 2.000 páginas, llena de anotaciones y estudios académicos. Una edición, por así decirlo, que buscaba disuadir lectores, sobre todo protonazis.
Pero el poder magnético de la obra maldita de Hitler volvió a encenderse: en solo tres meses Mi lucha vendió más de 50 mil copias y el fin de semana alcanzó el título del libro más vendido en Alemania. Es un nuevo bestseller.
El libro fue preparado por el Instituto de Historia Contemporánea de Múnich, liderado por Christian Hartmann. Desde 2012 trabajaron en él y llegaron a un acuerdo con el Estado de Baviera, dueño de los derechos tras el suicidio del autor.
Durante décadas, el Estado de Baviera impidió que el libro volviera a circular y negó derechos de traducción. Pero la piratería primero e internet después lograron que el libro saliera fuera de Alemania.
En diciembre de 2015 caducaron los derechos de autor y el libro pasó a dominio público. Para evitar que grupos de extrema derecha lo usaran a su favor, el Estado de Baviera acordó la edición crítica, cuyo propósito es desmitificar su contenido.
Discusión pública
Hitler comenzó a escribir su manifiesto en 1924, cuando cumplía una condena de presidio en Landsberg por su intento fallido de golpe de Estado con la República de Weimar. El primer tomo se publicó en 1925 y el segundo en 1928.
Con su ascenso al poder en 1933, Mi lucha se encumbró como el libro más leído de Alemania. No fue un fenómeno tan excepcional: el panfleto era lectura obligada en casas y escuelas. De todos modos, hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial el texto de Hitler había facturado 12 millones y medio de ejemplares.
Desde la muerte del Führer, Mi lucha no volvió a librerías alemanas. Ningún decreto lo prohibía directamente, pero el Estado de Baviera rechazaba las solicitudes y no cedía los derechos de edición.
A fines del año pasado el tema llegó a la discusión pública. Muchos se oponían a la idea de que Mi lucha volviera a estar disponible: pensaban que sólo beneficiaría a la extrema derecha. Otros consideraban que el mejor antídoto contra una eventual influencia del texto era precisamente hacer una edición crítica y romper con el tabú.
El Consejo Central de los Judíos en Alemania también se dividió: su presidente, Josef Schuster, se mostró favorable a la edición, y su ex presidenta, Charlotte Knobloch, se opuso . “Es una caja de Pandora. Nunca se sabe qué va a pasar por la mente del lector”, dijo.
Christian Hartmann, jefe de los historiadores que trabajaron en la nueva versión, desestima los terrores: “La edición desenmascara las informaciones falsas y las mentiras difundidas por Hitler y desnuda las innumerables medias verdades que buscaban un efecto propagandístico”.
Dividida también en dos volúmenes, la edición crítica es un monolito de 2.000 páginas y 3.000 notas y estudios introductorios. Entre otras cosas, desmiente a Hitler cuando se queja de que ningún parlamentario había luchado en la Primera Guerra Mundial; según Hartmann, participaron dos, y uno de ellos era judío. El libro busca exponer también las posibles raíces del racismo del Führer, y cotejar hechos históricos posteriores a Mi lucha con el fin de analizar la coherencia entre lo que escribió Hitler y las acciones que emprendió.
Con todo, ni los académicos más optimistas esperaban estos resultados: la primera tirada de 4.000 ejemplares se agotó en un par de horas y a la fecha suma 50 mil unidades vendidas.
Es improbable que la nueva edición alcance las millonarias ventas del original. Pero podría mantenerse al tope de las ventas y volver a las escuelas si se aprueba la idea del presidente de la Asociación de Maestros, Josef Kraus: que sea estudiada en los colegios, para inmunizar a los jóvenes.
Pensar que un libro puede detonar sentimientos nacionalistas es por lo menos ingenuo.
Es al revés.
El sentimiento nacionalista, exacerbado generalmente por crisis económicas da pie a que nazcan Hitler´s o Mussolini´s…
En un ambiente en el cual Europa, liderado por Francia, hizo añicos económicamente de manera inmisericorde a los alemanes después de la primera guerra mundial reduciéndolos a un estatus de pobreza límite, no era difícil que nacieran esos sentimientos. Más aún con el adoctrinamiento nacional y social inculcado por Bismarck en el imperio prusiano.
La necesidad de revancha y saldar cuentas, particularmente de aquellos que fueron educados pensando en ser la mejor sociedad del mundo en la época es muy fuerte.
Los aliados aprendieron la lección en la segunda guerra mundial.
El nacionalismo nace en las bajas económicas cuando los inmigrantes “toman” trabajos de los nacionales, que en tiempos normales son considerados inferiores, pero en tiempos bajos son asumidos como competencia desleal.
No hay que extrañarse de que en Chile ocurra lo mismo en algún tiempo con peruanos y bolivianos, e inmigrantes en general, si el bajón es pronunciado.
Son ciclos económicos y generan el abono perfecto para estas tendencias.
Y freu Merkel hizo su parte al permitir la inmigración (invasión?) del último tiempo.
Ojo con esto que puede generar más de algún dolor de cabeza geopolítico en el futuro inmediato con los vecinos.
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