@latercera
No es necesario ir a una agencia de viajes para comprar pasajes o reservar un hotel. Hoy todo se hace online. Opción que se agradece en función de “ganar tiempo”. Sin embargo, cuando la realizadora Cosima Dannoritzer buscó un vuelo online, hizo la reserva, descargó su tarjeta de embarque y pagó, al ver que le añadieron un cobro por ello se cuestionó ¿quién debería pagar a quién? “Nuestro tiempo se ha convertido en un recurso natural como el crudo, las tierras raras o el oro, y hay muchos que quieren sacar provecho de ello”, explica a La Tercera.
El tiempo es oro. Una frase que resume la relevancia actual de ese bien escaso. Pero hoy, dice Dannoritzer, se reduce cada vez más, porque los servicios los hacen los mismos clientes, como ser cajeros en el supermercado o banco, a tomar un pedido en un restaurante. Por eso recorrió el mundo para documentar lo que dice es un problema en alza. La falta de tiempo es la nueva pobreza, alerta en su documental Ladrones de Tiempo.
“A lo largo de un día, encontramos muchos ‘ladrones de tiempo’ en el camino -en el supermercado se nos pide pesar la fruta y luego pagar usando un cajero automático; el restaurante nos pide recoger los platos; las líneas aéreas nos exigen un check-in automático y facturar las maletas; la tienda de muebles pide hacer el montaje en casa”, señala.
Incluso, ya se habla del consumidor como un partial employee (empleado parcial), es decir, “nuestro tiempo es parte del proceso de producción, son solo cinco minutos por aquí, 10 por allí, pero se van sumando”.
El documental se rodó en Alemania, Inglaterra, Francia, España, EE.UU. y Japón, y muestra lo generalizado del problema. “Lo que me impresionó mucho era ver en EE.UU. que nuestra obsesión con el tiempo ha llegado al nivel de que en algunas fábricas de fast food restringen las pausas de baño de los trabajadores, porque los gerentes lo ven como una pérdida de tiempo y ganancia”.
No esperaba hallar situaciones así en un país desarrollado. Pero eso se expande también en Europa, dice. “Quieren que cuando trabajamos tengamos un rendimiento sin pausa, como si fuéramos máquinas. Pero no lo somos”.
Multifactorial
En Chile también se vive pobreza de tiempo. Un estudio de 2015 de la economista de la U. de Chile Andrea Encalada, Definiendo la pobreza desde una óptica de tiempo, dice que es posible hablar de ese tipo de pobreza cuando las personas trabajan más de 12 horas al día.
Diversos autores y estudios desde los 70, dice Encalada, usan esa medida para definir el umbral de la pobreza en términos de tiempo. Al analizar la encuesta piloto de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (Enut) del INE de 2007, vio que en Chile la tasa de pobreza de tiempo general es 9,8%. En los hombres alcanza el 9,5% y en las mujeres, el 10,2%.
Al incorporar las horas de transporte por motivo de trabajo, aumenta casi al triple, 26% (29% los hombres y 23% las mujeres). Con un buen sistema de transporte, “también se les está regalando tiempo a las personas”, dice Leonardo Moreno, director ejecutivo de la Fundación para la Superación de la Pobreza.
La pobreza entendida solo como falta de ingresos es una mirada simplista frente a un fenómeno mucho más complejo, indica Encalada. “Hoy existe consenso en la necesidad de incorporar otras variables en la medición de la pobreza, sin embargo, el tiempo no es considerado aún como una variable relevante”.
El tiempo es una oportunidad, agrega Moreno, y como todas las oportunidades son sociales, “pues no se las da la persona, sino el Estado, la empresa privada, la sociedad civil en general”.
Morir por un cheque
Wenceslao Unanue, académico de la U. Adolfo Ibáñez y director del Instituto del Bienestar, señala que ese desbalance se da porque se dedican muchas horas al trabajo, “porque en un sistema tan capitalista como el nuestro, la gente tiene miedo a perder el trabajo”.
Jeffrey Pfeffer, experto de la Escuela de Negocios de la U. de Stanford, publicó el libro Dying for a Paycheck (Morir por un cheque), para mostrar cómo cada día mueren personas en el mundo por exceso de trabajo. “No se presta suficiente atención a que las personas están dispuestas, como dice el título de mi libro, a morir por un cheque”, comenta a La Tercera.
Estudios muestran que largas horas de trabajo (y el trabajo por turnos) afectan negativamente la salud de las personas, incluido su bienestar psicológico. “No debería sorprender, teniendo en cuenta la creciente evidencia sobre las conexiones entre el sueño y el funcionamiento y la salud del sistema inmune, y la realidad de que las personas no pueden dormir y trabajar al mismo tiempo”, dice Pfeffer.
La escasez de tiempo, incluso, afecta los proyectos personales y familiares, agrega Unanue. “Se posterga tener hijos, y cuando los tienen no los ven, por eso hoy existen cosas aberrantes como los after school, y eso ocurre porque no nos hemos cuestionado qué clase de vida vamos a vivir”.
Y es un problema presente, en mayor o menor medida, en todas las clases sociales. “Los más pobres como los más ricos tienen menos tiempo de ocio, porque está asociado al trabajo”, señala Encalada.
La falta de tiempo está en todas las sociedades, dice Moreno, y “tiene que ver con que la vida se ha precarizado mucho, particularmente en el trabajo”
Los gobiernos deben reconocer los costos económicos y sociales de las prácticas de trabajo dañinas y actuar, dice Pfeffer, como lo han hecho en el caso del entorno físico, “para evitar que las empresas se comporten de manera que dañen el entorno humano y comprometa la sostenibilidad humana”.
Ser ‘pobre de tiempo’, dice Dannoritzer, implica no poder participar de la misma manera en la sociedad. “Si tengo un sueldo bajo, no puedo comprarme tiempo extra contratando servicios. Garantizar un mínimo de tiempo libre para todos debería ser parte de una democracia moderna”.
Tal como dice uno de los personajes del documental, el político y activista de tiempo Fabián Mohedano en España: ‘Todos vivimos 24 horas al día, pero no todos lo vivimos iguales. Si distribuimos el tiempo de manera diferente, igualamos a las personas”.
Activistas del tiempo piden una rebaja de las jornadas laborales
Los horarios de las jornadas laborales hacen cada vez más difícil conciliar vida familiar y trabajo en muchos lugares del mundo. En respuesta a ello, en España hace algunos años la sociedad civil reclama una “reforma horaria”. A diferencia de lo que ocurre en otros países de la Unión Europea en que las jornadas terminar cerca de las 17.00, en España lo normal es que se alarguen hasta las 19.00 o 20.00.
Diversas organizaciones civiles piden ese cambio, dicen, para combatir la desigualdad social por culpa de los horarios. “Es una reforma liberal. Nos debe ayudar a poder decidir por nosotros mismos cuándo queremos comer, cenar, hacer deporte, ir al teatro, o ir a dormir, etc. Con los horarios actuales es muy complicado”, ha dicho en medios españoles el político y activista de tiempo Fabián Mohedano.
Lo que el movimiento pide es compactar la jornada laboral para salir antes del trabajo, introducir horarios laborales más flexibles de entrada y salida, adelantar las horas de las comidas, y sincronizar los horarios de las empresas con otro tipo de instituciones.
Que buen reportaje de Domingo.
Y que bueno que se establezca que esto es en todos lados. Se suele pensar por mucha gente que la pobreza solo se vive en Latinoamérica o en Chile en particular, en este caso medido en tiempo.
Esto es un fenómeno mundial y atemporal. Se produce desde que Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y fueron condenados a trabajar para proveerse de los elementos necesarios para vivir. O más secularmente, desde el inicio de la era agraria y las sociedades jerárquicas.
Es cierto que hay que ganarse la vida, y para eso hay que vender el tiempo y trabajo por dinero para adquirir bienes y servicios que te hacen subir el nivel de vida en el caso de ser empleado, o usar el tiempo para producir bienes o servicios que vendes en el caso de ser independiente y hacer lo miso.
Pero el problema es más filosófico, o esotérico, tal vez.
La gente no le asigna valor al tiempo como activo.
Sólo le asigna valor en la medida que se interpone para obtener algo en términos de gratificación instantánea, o cuanto le pagan en un trabajo por el.
Nadie trabaja para comprar tiempo. Todos trabajan para comprar cosas.
Nadie trabaja primero y compra una vez que ha ahorrado el dinero para comprar. Usa el crédito. Y no hablo de cosas impostergables. Hablo de LCD´s, Restaurantes, Nike Jordan´s y demás.
Nadie valora el tiempo como un bien. Y el ocio no es usarlo de manera adecuada, ni valorarlo. Comer y tomar a crédito de sol a sol 3 kilos de carne, 5 litros de cerveza y varias piscolas y quedar botado en cama sábado y domingo con una resaca que te impide hacer cualquier cosa que no sea caminar despacio para no marearse hasta el día lunes en la mañana, no es precisamente valorar el tiempo. Tampoco hacer lo mismo en un resort all inclusive.
Ese es el problema de este reportaje. El tiempo se asume como el externo al trabajo, y particularmente el dedicado al ocio. El tiempo es la suma total de tus 24 horas. Mucha gente hoy va en la micro o metro, o en la combinación, o incluso en el gimnasio escuchando un podcast o un audiolibro, aprovechando enteramente ese tiempo “muerto” o de ocio. Esa es la gente que lo valora.
La gente que va jugando en el celular en el transporte, y después se queja que no tiene el tiempo suficiente de ocio para entrenar y jugar en el Xbox en su casa con nachos y guacamole parece casi una ironía.
El tiempo de trabajo te compra tiempo fuera del trabajo. Mientras más valioso es tu tiempo de trabajo, más tiempo fuera de el puedes comprar. Si cambias tiempo fuera del trabajo por cosas, el tiempo potencial con el que contabas se reduce, y en algunos casos, ese tiempo es cero e incluso negativo, esto es, no puedes dejar de trabajar ni un mes sin caer en la quiebra porque comprometiste tu tiempo futuro de trabajo por un bien actual.
Suena a algo común??…
Es porque lo es.
El 90% de la población occidental no tiene ahorros suficientes ni puede dejar de trabajar, ni siquiera un mes sin caer en la quiebra. Y tal vez me quedo corto.
Eso es la real pobreza de tiempo. No la falta de tiempo de ocio. Y eso lo sufren desde Lo Curro hasta La Pintana.
Sería un buen tópico de enseñanza en el colegio. Tiempo actual por tiempo futuro es la transacción lógica. Tiempo actual y futuro por cosas sin gran valor real en el presente es la transacción que se realiza hoy en día en la gran mayoría de los casos.
Mas que eso es que el mercado del trabajo es algo totalmente ineficiente. Imagina que la gente recien empieza a producir ingresos a los 25 años. Muchos a los 30 cundo deberia ser delos 15 en adelante debido al ineficiente sistema educacional que tenemos que en muchos casos te hace perder tiempo en carreras que las puedes sacar 2-3 años. Asi luego no hay tiempo para descansar o tener pareja en muchos casos.
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