El peor de los mundos para los precios del petróleo parece estar configurándose para el próximo año. Dos potencias petroleras, Estados Unidos y Rusia, dan señales de una fuerte producción de crudo para un mercado global que no estará la suficientemente ávido para consumir esa oferta adicional, perspectivas compartidas no solo por los analistas, sino que también entre los inversionistas, que ayer dejaron clara su opinión.
El WTI sufrió un derrumbe de 7,3%, con el que profundizó la baja de 39,5% que acumula desde su peak del año, alcanzado el 3 de octubre. En ese entonces el barril del indicador de Texas llegaba a los $76,41, muy por encima de los US$46,24 con los que se cerró la segunda jornada de la semana, su menor nivel desde el 30 de agosto del año pasado. El Brent no escapó la ola de ventas, con una baja de 5,62%, hasta llegar a los US$56,26.
Mientras el lunes, el Departamento de Energía de EEUU presentaba perspectivas de producción para el próximo enero superiores a las registradas en igual mes de este año (ver infografía), ayer los rusos sumaron preocupaciones de sobreoferta.
En lo que va de diciembre, la producción de crudo del país eurasiático ha oscilado en torno a un máximo histórico de 11,42 millones de barriles por día (bpd), según lo consignado por una fuente cercana a la industria a Reuters.
Más oferta petrolera sobre la mesa no resulta oportuna, menos de cara a 2019, año que se anticipa más débil que el presente ejercicio. “El mundo actualmente está sobreabastecido con petróleo, incluso bajo el crecimiento económico observado este año”, destaca a PULSO James Wicklund, analista de Credit Suisse.
“Ahora que los inversionistas esperan una tasa más lenta de crecimiento económico mundial para 2019, la situación del petróleo se complica. Demasiada oferta y la expectativa de desaceleración de la demanda”, agrega Wicklund desde Dallas, Texas.
Para Brian Gibbons, Jefe Global de Investigación de Petróleo y Gas de la consultora Creditsights, “los suministros de petróleo que trepan son el motor clave de la primera bajada en los precios del petróleo”, mientras que “la debilidad de la demanda podría llevar a la siguiente etapa de descenso, potencialmente a los mínimos observados a principios de 2016”.
En ese marco, desde Nueva York presenta perspectivas poco auspiciosas para el oro negro. “Podríamos ver la primera recesión cíclica, donde tanto la creciente oferta como la caída de la demanda afectaron los precios desde la recesión de 2008-09”, por lo que asegura que no le sorprendería ver al crudo en los US$30.
Se está gestando un boom de materias primas monumental.
Con la subida del USD, todo lo financiero denominado en la moneda sube porque todos quieren estar cubiertos con el riesgo de esa subida. Y el resto del mundo busca cobertura en las bolsas de sus respectivos países para contrarrestar la inflación asociada a la depreciación de sus propias monedas.
Y este ambiente es tóxico para las materias primas. Que por añadidura han expandido sus operaciones en el peak de precios, pensando en estos para sus evaluaciones económicas.
Una baja de precios detona el cierre de las operaciones menos rentables, o quiebras derechamente.
Y eso, cuando la economía real repunte y se necesiten materias primas, ya no van a estar disponibles porque la oferta no existe.
Especialmente cierto en estas áreas donde los proyectos son lentos para entrar, sobre todo después de quiebras que hacen a todos más reticentes.
Como la energía.
Los alimentos son algo más rápidos en reaccionar, aunque igualmente son un par de temporadas de ajustes.
Por ahora, a disfrutar de un precio del petróleo bajo.
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