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Diversos han sido los compromisos que han adoptado los gobiernos para reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres. Sin embargo, parece que estos no han sido suficientes. De hecho, Chile es uno de los cinco países de la Ocde con mayores diferencias en remuneraciones por sexo, superado por Corea del Sur, Estonia, Japón y Letonia.
De acuerdo con los datos administrativos de la Superintendencia de Pensiones, al cierre del 2018, las mujeres en Chile ganan 12,4% menos que los hombres, según ingresos imponibles. Es decir, si hoy una trabajadora recibe en promedio mensual $733.584, un hombre percibe $837.686 (ver gráfico).
Esta brecha se ha ido reduciendo con el tiempo, ya que en 2017 esta diferencia en las remuneraciones llegó a 12,6% y en 2016 alcanzó el 14,3%.
En cuanto a las áreas económicas donde estas distancias se hacen más evidentes, sobresale pesca (27,3%); administración de edificios y condominios (27,1%); y explotación de minas y canteras (27%). Les siguen la industria manufacturera no metálica (23,6%), compras por mayor y menor (23%) y enseñanza (21,7%). Como contrapartida, transporte, almacenamiento y comunicaciones tienen la menor brecha con 3,1%, seguida de otras actividades de servicios comunitarios, sociales y personales con 9,1%.
Efectos de la Ley. Más allá de las últimas reducciones en la brecha salarial, entre 2009 (13,8%) y el cierre de 2018 esta ha disminuido 1,4 puntos porcentuales. El mayor nivel alcanzado fue en 2012, cuando la diferencia se empinó hasta los 17,6% en desmedro de las mujeres.
De hecho, el período menos auspicioso para las mujeres, en cuanto a diferencias salariales, se vivió entre 2011 y 2015 cuando la brecha superó el 15% en todos los años.
Esto se condice con el bajo impacto que ha tenido la Ley de Igualdad Salarial (N°20.348), la que desde 2009 establece que “el empleador deberá dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo, no siendo consideradas arbitrarias las diferencias objetivas en las remuneraciones que se funde entre otras razones, en las capacidades, calificaciones, idoneidad, responsabilidad o productividad”.
Según estadísticas de la Dirección del Trabajo, se han presentado 120 denuncias desde su promulgación hasta junio de 2018. La mayor cantidad de éstas se ejecutaron en 2017, llegando a 21 a nivel nacional.
En esta línea, la académica de la Universidad de Talca y ex asesora de género del Ministerio de Hacienda, Andrea Betancor sostuvo que “debemos considerar que la ley no ha resultado efectiva en cuanto a reducir la brecha salarial. Ha servido solamente para visibilizar el problema, pero no ha generado un mecanismo efectivo para reducirla cuando ésta se detecta ante igual cargo”.
Y agregó que “si descomponemos esa brecha promedio, observamos dos componentes, la brecha ante el mismo cargo y la brecha ante cargos diferentes, pero que aportan igual valor a la organización. Para reducir la brecha promedio debemos apuntar a los dos, no solo al primero, como lo hace la ley”.
Para la economista y académica de la Universidad de Los Andes, Cecilia Cifuentes las brechas remuneraciones se mantendrán, dado la diferencia de carga laboral que se manifiesta con el tiempo. “Es esperable que esta brecha se mantenga durante un período no muy corto, porque siempre vamos a estar comparando ocupados, sin distinguir tramos etarios y claramente en las generaciones mayores, que aún son parte de la fuerza de trabajo, las mujeres trabajan menos horas y tienen menos escolaridad”, dijo.
Es difícil tomar medidas efectivas contra algo imaginario. Como la brecha salarial que solo está en la cabeza de las feminazis, pero que desafortunadamente se tomaron la agenda completa del gobierno con sus tonterías.
Por supuesto que vas a ganar menos si trabajas menos tiempo y tienes menos educación como grupo…DUH…o comparas actividades completas donde los hombres hacen el trabajo en terreno más peligroso y por ende mejor pagado, como la pesca y la minería.
Eso no tiene que ver con el género al momento de buscar trabajo, sino de las competencias y disposición a trabajar sobre tiempos.
Mientras sigan en la búsqueda de este santo grial feminista que es el que las mujeres ganen lo mismo que los hombres sin importar las circunstancias o razones de la diferencia solo atribuyéndola al malvado patriarcado opresor, seguiremos viendo estos resultados, que por supuesto son clasificados a conveniencia. Si existiera realmente una brecha salarial real por el género, esta sería transversal. Y estoy seguro de que no existe en los trabajos administrativos en el eje Providencia-Las Condes, o en la Salud por nombrar algunos rubros.
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