@latercera
Puede que después de todo la sangre joven no sea la fuente de la juventud. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) advirtió la semana pasada que el creciente negocio de la venta de inyecciones de plasma para luchar contra los efectos del envejecimiento “no tiene beneficios clínicos comprobados”. Pocas horas después, uno de los proveedores líderes de esos servicios, el emprendimiento Ambrosía, anunció que había “detenido los tratamientos a los pacientes”.
No obstante, es tentador preguntarse si se trata de un esfuerzo en contra de la corriente. El negocio de vender juventud a quienes envejecen es tan viejo como la historia, y probablemente nunca se detendrá. Las personas no quieren morir. Ni siquiera quieren envejecer.
Se espera que el mercado global para los productos antienvejecimiento exceda los US$ 330.000 millones para 2021, de acuerdo con una estimación. Peter Diamandis, el físico y emprendedor fundador de X Prize Foundation, asegura que “añadir 20 o 30 años de vida saludable a una persona es probablemente el mayor mercado sobre la Tierra”.
El temor a envejecer no es igual al temor a morir. Muchas personas simplemente quieren evitar terminar como el struldbrug de Luggnagg, quien en el cuento de Jonathan Swift vivió por siempre pero continuó envejeciendo. El punto es detener el envejecimiento en sí mismo para evitar por completo la etapa de la vida tan amada por los poetas, el periodo en el que el hasta entonces confiable cuerpo desempeña con cada vez menos eficiencia todas las maravillosas tareas que antes cumplía sin chistar.
Y las personas están dispuestas a pagar para permanecer jóvenes, aun cuando la ciencia parece dudosa. Volvamos a analizar a Ambrosia. Las afirmaciones de la compañía fueron recibidas inicialmente con escepticismo por parte de los críticos, y Technology Review llamó a la ciencia subyacente “intrigante, si no inconcluyente”, pero Ambrosia logró cobrar entre US$ 8.000 y US$ 12.000 a los pacientes que esperaban que las inyecciones con plasma de jóvenes les ayudaran a luchar contra las humillaciones del envejecimiento.
Muchos otros han ganado dinero en este negocio. Una start up llamada Celularity (una escisión de Celgene) ha atraído aproximadamente US$ 250 millones de inversores tecnológicos de primer nivel para su investigación sobre el uso de células madre para combatir el envejecimiento.
Juvenescence, la start up del inversor británico Jim Mellon, promete superar la barrera de longevidad de los 120 años. Y cualquiera que sea el destino final de Ambrosia, la investigación sobre el efecto de la sangre nueva continuará. Un ensayo clínico en curso de la Universidad de Stanford prueba si las inyecciones de plasma de jóvenes pueden ayudar a quienes padecen de Alzheimer.
La investigación a menudo pone los pelos de punta. Nectome era una start up relacionada con el MIT que obtuvo mucha atención de la prensa a principios del año pasado por su ambicioso plan de bombear fluido embalsamante en las arterias de los moribundos para preservar sus cuerpos y sus cerebros hasta que los científicos puedan descargar la mente en el futuro.
Aunque muchas personas se sumaron a la lista de espera por US$ 10.000, hubo controversia luego de que los críticos señalaran que la tecnología era necesariamente mortal. “La empresa quiere cargar el cerebro a la nube, pero para eso tiene que matarlo”, advirtió The Guardian. MIT se desvinculó rápidamente de la compañía, la cual instantáneamente informó que era muy pronto para algo más que investigación.
La tendencia actual es burlarse de esas tecnologías como las tontas distracciones de los preocupados millonarios, simple ciencia ficción que probablemente nunca dará frutos. Sin embargo, una pequeña probabilidad no es cero probabilidad, y cabe imaginar un día en que una versión de estas tecnologías funcione. Tal vez en algún momento sea posible descargar la conciencia. Tal vez la inyección de nanobots pueda rejuvenecer las células. Tal vez haya un cambio.
De ser así, es poco probable que la mayoría de las personas pueda pagarlo.
En una era en que todo un movimiento político parece basarse en el resentimiento a los multimillonarios, no es difícil imaginar la respuesta: protestas, investigaciones, demandas. Los manifestantes del mundo preguntarán por qué solo los más ricos tienen acceso a estas indudablemente costosas tecnologías de extensión de la vida. Una cosa es que los ricos tengan casas mucho más grandes, otra que tengan vidas mucho más largas.
¿Y luego? Tal vez una prohibición, tan populares entre la izquierda como entre la derecha por estos días. Sin embargo, una prohibición no ayudará en nada, porque los multimillonarios comprarán una isla en alguna parte y la declararán independiente, o crearán uno de esos ampliamente rumoreados paraísos libertarios flotantes.
Es más probable que haya una avalancha de litigios y legislación que insista en el acceso igualitario al tipo de tecnología ganador, cualquiera que sea. Los gobiernos aceptarán rápidamente, y un país tras otro caerá por el agujero del conejo. Grandes porciones del PIB se gastarán intentando hacer que el proceso esté disponible para todos.
Ciertamente, habrá quienes pidan que nos olvidemos de los millonarios y los dejemos divertirse, mientras los demás seguimos con nuestras vidas, con periodos normales. Pero esos consejos conservadores serán superados al final por los valores igualitarios. Entonces, los gobiernos buscarán la manera de poner los beneficios al alcance de todos.
A algunos les preocupa que este futuro “posthumano” implique el fin de la historia. La supervivencia de las generaciones futuras reposa en nuestra voluntad de gastar en ellas, no en nosotros mismos. Nunca habrá suficientes recursos para preservar nuestras propias vidas por siempre y dejar un mundo para nuestros nietos. Si nuestros miedos nos llevan en esa dirección, podríamos ser la última generación.
El deseo por reproducirse es en sí mismo un tipo de deseo de inmortalidad. Si nuestras vidas se extienden, podríamos dejar de tener hijos. Las especies más longevas suelen ser menos fértiles (aunque no está claro por qué). Sin duda, habrá menos presión biológica por reemplazarnos a nosotros mismos. Y será difícil para la sangre joven mantenernos jóvenes si no hay jóvenes.
Bueno, sin duda es solo ciencia ficción. No hay de qué preocuparse en el mundo real, porque la ciencia nunca nos sorprende, y las nuevas innovaciones nunca revolucionan nuestra comprensión de la vida, ¿verdad?
Sangre joven para mantener la longevidad…
Really???
Yisus Kraist of Kastelvania…
La gente se coloca más tonta por día.
El cuerpo humano, y todas las especies animales tienen una cuenta regresiva biológica incorporada en cada célula del organismo, que se llama latidos de corazón. El ser humano cuenta con 2,5 billones de latidos de vida. A un ritmo de 70 en reposo que es el promedio normal, el ser humano vive algo así como 68 años sin refuerzos artificiales. Con 60 lpm vive 80 años.
Lo curioso es que esos latidos son estándar en la naturaleza mamífera. Esto es, todos los mamíferos tienen básicamente esa cantidad de latidos y por ende los años de vida dependen de la cantidad de latidos de las especies. Los ratones tienen 600 lpm, los gatos 150, etc, etc…
El humano es el único mamífero que escapa a una correlación semi logarítmica perfecta entre latidos y años de vida. Pero no significa que escape a su propio contador regresivo ajustado.
Todos los monjes y gente santa del estilo de las culturas antiguas en general buscan una sola cosa en relación a la salud. Bajar el ritmo de las pulsaciones para alargar la juventud y la funcionalidad del cuerpo humano. Meditación y relajo, menos latidos. Ayuno, menos latidos. Tai chi como actividad física, menos latidos…Especialmente la aristocracia de esas culturas.
Es una correlación obvia que por alguna razón ha sido archivada en el baúl de los recuerdos de la bisabuela.
Toda la cultura occidental moderna provoca mayores pulsaciones, que acentúan el envejecimiento, que solo puede ser sostenido con medicamentos que hacen que la vejez sea cada vez más miserable.
La única forma de desacelerar (no detener, menos revertir) el envejecimiento es bajar las pulsaciones (de manera natural, no con medicamentos) porque esto indica que el organismos está siendo menos utilizado. No son los años, es el uso…
Si lo dicen los caballeros del zodiaco…
Debe ser cierto…
Aporte de blog de adyaner a la salud y longevidad de la población…
Por cierto, para que no digan que no practico lo que predico…
No son 100.000 latidos por año, pero vale el esfuerzo...
Se me olvidaba otro dato curioso de esto…también relacionado a la salud, específicamente la obesidad. Las grasas solo se queman cuando estás en el mínimo de tus pulsaciones, esto es, durmiendo (o en una meditación profunda). En cualquier otra condición el organismo va en búsqueda de alimento en la sangre, no en las grasas. NO SE QUEMAN LAS GRASAS HACIENDO EJERCICIO, DE NINGÚN TIPO, EN NINGÚN HORARIO, ESO ES UN MITO…Dedicado a l@s hamsters de elípticas y trotadoras que pedalean dos horas pensando que están quemando las grasas acumuladas del fin de semana…
SUCKERS¡¡¡¡
Segun lo que dices entonces hacer deporte seria perjudicial para la salud??? ya que con mas latidos la gente muere antes??. Y donde queda eso de las endorfinas y demases??
ResponderEliminarO sea los vagos que no hacen nada tienen la juventud asegurada?? jajaja
jajajajaja... you wish...Los atletas de élite son los que menos pulsaciones por minuto en reposo tienen, y los gordos lechones de sofa los que más...así es que no, no es un buen plan ser un vago que no hace nada...Probablemente porque los atletas de élite no cargan con una mochila de peso adicional de grasa que fuerza al organismo y al corazón a latir más en todo momento. No cuentan los gamers como atletas de élite eso si...
ResponderEliminarCreo que eso fue fat shaming...corrijo, en vez de gordos lechones...gorditos simpáticos...there you have it...políticamente correcto...
EliminarNo me hace sentido eso que la grasa se elimina en el sueño. Deberia ser con deporte y comiendo sano (vegetales, pescado).
EliminarLo que si es cierto es que el stress, las pegas, las deudas, los hijos te quitan años del cuerpo.