En su libro “Siete kabezas, crónica urbana del estallido social” -de los más vendidos de la semana-, el arquitecto y urbanista Iván Poduje indica que la puesta en marcha del Transantiago en 2007 fue uno de los orígenes de las revueltas de 2019: “Los tiempos de viaje se duplicaron y se afectó severamente la calidad de vida y la dignidad de las personas, especialmente las de menos recursos”.
Foto: Reuters
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En los últimos doce meses, Chile ha intentado explicarse desde distintos puntos de vista las razones del estallido social del 18 de octubre de 2019: pensiones, salud, educación, sueldos, isapres, deudas universitarias, sueldos de los políticos, delincuencia, trabajos precarios, corrupción en las Fuerzas Armadas y de Orden, colusiones, desigualdad en el trato, clasismo, vivienda, endeudamiento, relación carnal entre las élites políticas y económicas…
En “Siete kabezas, crónica urbana del estallido social” -uno de los libros más vendidos de la semana-, el arquitecto Iván Poduje, académico y socio de Atisba, analiza el origen urbano de las revueltas de 2019 y los factores territoriales que explican su propagación y la fragilidad que presentó Santiago. Al abordar los orígenes de las revueltas, el urbanista se sitúa en febrero de 2007, cuando en el primer gobierno de Michelle Bachelet las autoridades tomaron la decisión de echar a andar el nuevo sistema de transporte público.
A juicio del autor, por lo tanto, el Transantiago aparece como una causa directa del malestar que fueron incubando la inmensa mayoría de los chilenos que no pertenece a las élites, el que explotó hace justamente un año. Un asunto que, al menos hasta ahora, no había aparecido como explicación en los últimos meses, aunque han existido investigaciones críticas, como la de 2017 del académico de la Universidad Alberto Hurtado, Sebastián Ureta (“Transantiago o el fallido ensamblaje de una sociedad de clase mundial”).
La acción de “La cofradía”
Escribe Poduje: “El 10 de febrero de 2007, Santiago sufrió un colapso de proporciones que, a diferencia del estallido del 18 de octubre de 2019, fue tomado con una extraña calma por los cerca de dos millones de personas que salieron a buscar sus paraderos y buses para trasladarse y no los encontraron. Los recorridos habían cambiado de un día para otro. Los tiempos de viaje se duplicaron y se afectó severamente la calidad de vida y la dignidad de las personas, especialmente las de menos recursos que eran los principales usuarios del transporte público y que vivían en los extramuros de la ciudad”.
Poduje le achaca buena parte de la responsabilidad al grupo que denomina “La cofradía” que diseñó el Transantiago, un equipo de profesionales que se conformó a fines de los años ochenta “y que manejó desde entonces las metodologías con las que se evaluaban y diseñaban los proyectos de transporte público en Chile”, según describe en “Siete kabezas, crónica urbana del estallido social”.
El objetivo, indica el autor, era controlar el gasto público mediante la racionalización de la inversión en transporte, comparando el costo con su beneficio social, que se medía por los ahorros en los tiempos de viaje. La paradoja fue que, creyendo en el mercado, terminaron diseñando un sistema de planificación centralizada. De acuerdo al arquitecto, “comenzaron a frenar proyectos que estimaban elefantes blancos -como la red de metro- para impulsar una gran reforma que sería conocida como Transantiago”.
“Pero fue un desastre”, agrega Poduje en conversación con Diario Financiero. Fue un doble error, a juicio del urbanista: “Usar un modelo para predecir la demanda y garantizarla y, por otra parte, para poner una malla optimizada para que la demanda de viaje se ajustara a la oferta de recorrido”. El arquitecto dice que “paradójicamente, ‘La cofradía’ fue convocada a arreglar el sistema por todos los ministros de Transportes de diferentes gobiernos, menos por la ministra actual, Gloria Hutt”.
En estos 13 años, indica, “el Transantiago se ha amarillizado -porque la malla de recorrido original no tenía forma de darle cobertura a los barrios-, pero luego de US$10 mil millones desembolsados por el Fisco”. Había atributos de las micros amarillas, dice, que eran valorados por las personas, “como la capilaridad de los recorridos o el hecho de que en un solo bus podías recorrer Santiago de punta a cabo y alargar así el sueño de la mañana”.
Una “humillación”
En clave urbana, escribe Poduje, el origen del malestar que explotó hace un año está en no haber desarmado el sistema y, en vez de eso, que el Estado haya optado por seguir inyectando dinero sin cambiar la lógica: “Fueron años de un mal funcionamiento que afectó la calidad de vida de millones de capitalinos sin que ninguna autoridad tomara el toro por las astas”.
Habla de “la humillación del Transantiago”, en varios pasajes de “Siete kabezas, crónica urbana del estallido social”.
Profundiza: “La gente no podía creer lo que pasaba. Estaba enojada, pero, sobre todo, perpleja. Los atrasos para llegar al trabajo y a la casa eran de horas. Los santiaguinos tenían que caminar kilómetros. La gente sentía que le habían pasado por encima en todo lo básico, porque hasta el paradero se lo movieron”.
De acuerdo a Poduje, “el Transantiago alejó a la gente de la ciudad donde están los empleos, los servicios, la ciudad moderna. Se alargó el tiempo de viaje al doble y se convirtió en una experiencia tortuosa. Fracturó la urbe”. Añade: “Si ya estabas sufriendo las consecuencias de vivir en una ciudad tan grande, segregada por tu residencia, a partir de 2007 sufrirías por la forma en que viajas al lugar desarrollado. Fue muy fuerte para la gente y mi hipótesis es que ahí parte el problema”.
Hubo un segundo y gran asunto adicional, a juicio del arquitecto: “Con la fractura de Santiago empujada por el Transantiago, aumentaron los territorios bajo dominio de bandas, como las barras bravas y los narcos”.
Pero todo reventó el 18 de octubre de 2019: la distancia entre esas dos ciudades se achicó, dice el autor, porque el centro de la ciudad y las zonas acomodadas vieron por primera vez, probablemente, la violencia que se vive de forma cotidiana en la parte más invisible de la urbe.
Un nuevo elemento, sin duda, para seguir analizando lo que sucedió hace ya justo un año y que marcará el devenir de Chile.
Que interesante interpretación.
Muy en línea con lo que hablamos en el Live respecto de la descentralización y el crecimiento económico. La gente se agrupa en ciudades para disfrutar de las ventajas de ella.
Y con el hecho de que efectivamente solo existe una pequeña parte de la población en Santiago, y por añadidura en Chile, que está a 15 minutos de todo, que se asocia a mejor calidad de vida.
Pero que antes no era así o no era tan malo…O no había tanta delincuencia, o bandas…
COME ON¡¡
De hecho transantiago se pensó precisamente por eso, para disminuir los tiempos de viaje astronómicos.
Y eso es porque el valor del tiempo que asigna la gente de mayores recursos es estratosféricamente mayor que la de menores recursos.
Por eso los proyectos de transporte se realizan con un valor del tiempo fijo. Si se ajustara por ingresos, solo se harían proyectos públicos para el sector oriente.
De hecho se rompió con una regla básica de transporte en Chile. Siempre deben existir dos alternativas origen destino, una pagada y una libre. Obviamente la pagada va a ser más rápida, o debería. Esto es lo que provocó el abuso de las concesionarias. Ser la única alternativa. Que es uno de los orígenes del malestar. Justificado por cierto.
El error de Transantiago es que fue hecho y planificado con las patas por razones políticas, no técnicas. El plan original de las universidades, que supongo es a las cofradías a las que se refiere que efectivamente dominan todo el ámbito de vialidad y estudios de impacto, era en muchos más años y agregando áreas secuencialmente para ver lo efectos de las redirecciones que se producían y si se ajustaban a los modelos de demanda. Los pasteles con Bachelet implementaron todo de una sola vez. Algo que los japoneses se demoraron 30 años en realizar multi modo.
De hecho, los especialista de la Chile y la Católica, que son los que dominan el tema de transportes, o cofradía, no apoyaron esto. Ni en tiempos ni en diseño. Recuerdo al ver el desastre las notas de ellos. Nadie les preguntó.
No hay una solución fácil al crecimiento urbano. Es algo orgánico que se produce naturalmente. Tampoco una causa única para el estallido pendejo. Si fuese por eso, no habrían existido en regiones donde en muy pocos casos tienen problemas de tráfico. Tal vez solo en temporada de verano y a las salidas muy mal planificadas como las de San Pedro en Concepción. O habrían estallado hace mucho en las grandes capitales como Paris o Madrid, donde realmente hay tacos, estratosféricos, y la solución es la red de metro que cubre casi toda la ciudad.
Finalmente es la deuda y la falta de ingresos disponibles que no le alcanzan al final ni para los básicos que llevan a la gente a desesperarse. Pero el como se acumuló esa deuda es por muchos, muchos, muchos motivos.
Y el adoctrinamiento de los niños el pensar que Chile es una mierda injusta y que se merecen más por el solo hecho de respirar. Han sido robados, saqueados y esquilmados toda la vida.
Que es una forma algo víctima de ver las cosas considerando todas las cosas buenas que tenía el país antes del 18O y que probablemente ahora apreciamos en su totalidad.
Habían cosas malas…Naturalmente. Se podían mejorar?? Claro, con una mejor clase política eso si.
Con las mierdas actuales vamos directo a Chilestán.
El estallido es la consecuencia de malas politicas publicas por años. Y las malas politicas publicas empezaron con las casas copeva en 1997. Esa si que fue una humillacion grande para los mas pobres de stgo. Imaginen como construyeron ese guetto de pobreza que es pte alto hoy. Una verdadera cagada en ingenieria social.
ResponderEliminarRespecto del transantiago. Era necesario. Chile tenia un sistema de transporte de buses que ni los africanos tenian. Hoy en dia con las vias exclusivas y todos los mejoramientos que se le han hecho es un sistema decente. En todo caso los errores que se cometieron son de antologia.
Creo que parte de la clase empresarial tiene culpa como colusiones, casos penta, casos cascadas.. mas unas lindas declaraciones de nuestros honorables.. como el "bajaron las rosas para los romanticos".. "el que se levante mas temprano tendra una rebaja en la tarifa" y "la vida social en los consultorios"... esas son solo algunas de las tantas..
ResponderEliminarToda la clase política y judicial está podrida. Ese es EL problema. Todo el resto saca ventajas de esa podredumbre, desde los que piden beneficios sin necesitarlos hasta los grandes capitales que compran leyes que los beneficien.
EliminarAsi es Adyaner.. totalmente de acuerdo..
Eliminarno puedo estar mas de acuerdo con los comentarios. Es la debacle del estado, económicamente, moralmente, política, judicial.
Eliminarpor eso creo que lo peligroso es esperar una solución por parte de los mismos en decadencia. Es pedirle al papa borracho abusador que lidere los cambios.
lo dicho en el blog hace rato, llegamos al zenit de chile en materia económica . Creo que la constitución fue lo unico que los viejos sabios dejaron mas amarrado y ahora si que soltamos a los perros, todos se la pasan por la raja.
Estamos en los ultimos momentos antes de una normalizacion. Una de las peores cosas que podriamos vivir para solucion. ya vivimos 17 años, o nuestros padres....no quiero vivir eso.
Slds,
Falta todavia. Aun debemos pasar hambre para que los cerebros se iluminen...xdd
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