Columna de Daniel Matamala: Trumpismo sin Trump

@latercera

En medio del berrinche con que el presidente de Estados Unidos intenta desconocer su derrota, uno de los memes más populares en Chile ha sido un mapa del Gran Santiago pintado de azul, con el nombre “Biden” en él, excepto por el ya célebre segmento de las tres comunas del nororiente, pintadas de rojo y marcadas como “Trump”.

A primera vista, asimilar Rechazo y Trump parece obvio. Las marchas del Rechazo en Las Condes estaban llenas de fotos de Trump y jockeys con la consigna “Make America Great Again”. Los autodenominados “patriotas” enarbolaban banderas estadounidenses, virreinales Cruces de Borgoña y una que otra esvástica, imitando la parafernalia fascista de los supremacistas blancos que respaldan a Trump. Porque de eso se trata todo esto, ¿no? De gringos locos posando con subametralladoras y tomando cerveza mientras ondean banderas de la Confederación.

Caricaturizar a un movimiento por sus partidarios más ridículos es fácil, pero engañoso. No, los más de 70 millones de estadounidenses que votaron por cuatro años más para Donald Trump no son sólo racistas fanáticos de las armas y nostálgicos del Ku Klux Klan. Hay mucho más.

Por lejos el grupo que más votó a Trump son los blancos sin educación superior, donde el republicano arrasó con el 63%. Tal como en 2016, la clase trabajadora blanca respaldó abrumadoramente a un outsider que prometió defenderlos a ellos por sobre los intereses del establishment político y económico. “Drenar el pantano”, es la frase con que Trump prometió deshacerse de la burocracia política de Washington. También apuntó como enemigos a las élites de los medios de comunicación (¡fake media!) y a las todopoderosas empresas tecnológicas de Silicon Valley.

Trump lideró las donaciones de dinero en grupos como los trabajadores de la construcción, agricultores, mecánicos o gásfiters, mientras Biden recibió más dinero de profesionales como abogados, profesores, ingenieros y enfermeras.

Por cierto, a Trump lo respaldan intereses poderosos, como la industria petrolera. Pero quien ganó en los equivalentes estadounidenses de las “tres comunas” fue Biden, no Trump. El demócrata arrasó con el 84,5% de los votos en Manhattan, con 74,2% en Santa Clara, sede de Silicon Valley, y con 61,5% en el condado más rico de país: Loudon, en Virginia. (También ganó, por cierto, entre las minorías raciales y las mujeres).

Aunque no es mayoría, esta nueva versión populista y autoritaria del Partido Republicano está a punto de ganar el Senado, y saca cuentas alegres en estados como Florida y Ohio. “Nosotros somos el partido de la clase obrera ahora. Ese es el futuro”, dice el senador republicano Josh Hawley, imitando lo ocurrido en Europa, donde la clase trabajadora se vuelca hacia líderes autoritarios populistas como Marine Le Pen en Francia.

Trump podría intentar volver a la Casa Blanca en 2024. Pero un trumpismo sin Trump tal vez sea aun más temible. Un mitómano que desprecia la democracia e hizo un gobierno desastroso, incapaz de actuar con disciplina o armar equipos de trabajo, coronado con un manejo catastrófico de la crisis del coronavirus, sacó cerca del 47% de los votos. Como dice la socióloga turca Zeynep Tufekci, “el próximo líder autoritario será mucho más competente”, aplicando con más talento político las mismas ideas: la crítica a un sistema que “beneficia desproporcionadamente a los más ricos, abandonando a grandes capas de la población” y el uso de “la desconfianza en muchas instituciones liberales de la democracia, como la prensa”.

¿Qué nos dice todo esto a los chilenos? Lejos de una cómoda fábula sobre las “tres comunas”, nos obliga a examinar las esperanzas y peligros de nuestro propio momento populista. También en Chile la lógica de pueblo versus élite domina el sentido común. Pero a diferencia de Estados Unidos, este movimiento no ha traído polarización partidista, sino una unión popular que se demostró en hitos como la marcha del millón y el abrumador triunfo del Apruebo en el plebiscito.

Por ahora, el proceso constituyente ha tenido la virtud de canalizar esa energía populista en un proceso constructivo. Por ahora. Porque si la clase política insiste en secuestrar la Convención Constitucional para sus propios intereses, dominándola con sus cuadros y cocinas, la esperanza dará paso a la frustración. Y entonces la mesa quedará servida para un líder autoritario o una lideresa mesiánica que, desde la izquierda o la derecha, prometan drenar nuestro propio pantano y encabezar la lucha del pueblo virtuoso contra la élite corrupta.

El único antídoto es la inclusión. El plebiscito disparó la participación en comunas urbanas vulnerables y de clase media. Miles de jóvenes en Puente Alto, La Pintana y Maipú votaron por primera vez en sus vidas. El estallido y la crisis de la pandemia están reactivando, aunque aún embrionariamente, el tejido social. Juntas de vecinos, ollas comunes y centros comunitarios están reconectando a sus vecinos en zonas tomadas por el narco y pauperizadas por el desempleo. Se suman a organizaciones que ya llevan años defendiendo el medio ambiente, protegiendo el agua, y de paso creando sentido de pertenencia a lo largo de Chile.

Esos ciudadanos, esos líderes locales y esas redes de base deberían ser protagonistas en el proceso constituyente. En cambio, los partidos pretenden coparlo con militantes adornados con algunos “rostros” y familiares de políticos. Si nuestra élite, con su inveterada ceguera sobre lo que ocurre en su propio país, insiste en bloquear esa inclusión, sólo pavimentará el camino a nuestro propio Trump. Candidatos para ese trabajo no faltan.

Por eso me gusta la columna de Matamala, es el reflejo de los todos los progres en carne y hueso una vez a la semana sin tener que tragarse horas de sus huevadas y peor aún de sus caras pontificadoras beatas.

Una cosa que me ha extrañado desde siempre, es el odio parido que tienen los progres a Trump.

Es curioso.

Gente que no tiene idea del gobierno de Trump o sus medidas, simplemente lo odia, porque parece que es una moda en Hollywood el hacerlo.

Cuando les preguntas porqué??

Porque es misógino…Racista, Xenófobo, y todos los demás pecados progres.

Dame una prueba de ello…

Cri cri…

Decir que fue un gobierno desastroso es ridículo y un sesgo espantoso de alguien que dice ser periodista e imparcial. Esto es full SJW en plena quejumbre. Es el mejor gobierno en términos económicos y número de conflictos armados de USA en los últimos al menos 20 años, y si me apuran desde Reagan. No tengo en memoria un periodo de paz tan prolongado o de la voluntad de no involucrar a USA en guerras que no le corresponden. Hasta de devolver tropas.

El menor desempleo general desde los 50’s, el mejor desempleo negro desde los 60´s, crecimiento del producto bruto en línea con todos los gobiernos anteriores y faltaba un segundo periodo para ver las medidas de bajas de impuestos. Y en lo que al bicho se refiere, los gobiernos progres lo hicieron bien??? Cual?? Suecia. Que es completamente opuesto a lo que los progres gringos querían que era encerrar a todos ala europea. Trump siempre se opuso a eso.

Fue un gobierno decente. Ni el mejor, ni el peor. Mejor que Obama y Bush sin duda, menos que Reagan, Clinton o Kennedy en términos económicos o de propuestas aunque Clinton generó la crisis del 2008 desregulando a la banca de inversiones. Quiso detener la inmigración ilegal igual que Obama o Bush, y fue mucho menos duro en ello que esos dos, probablemente por la presión de los progres, pero igualmente el resultado es que no fue lo duro que se suponía iba a ser el que iba a colocar un muro a costo de México.

Me parece que el odio parido es por la personalidad de Trump. Que es la razón por la que salió en primer lugar. Era un outsider que no tenía nada de políticamente correcto en medio de un hastío generalizado con los políticos de carrera y sus pendejadas timoratas y cagonas, que estamos viviendo también acá.

En eso está correcto Matamala. Está tirado para que acá salga alguien externo a la casta política. El 80% es prueba de ello, igualmente como lo indica el progre favorito del país.

Trump los paseó y no los pescó, los trató como el asco, se burló de sus huevadas y los expuso por lo copos de nieve que son y principalmente no pidió disculpas, que es lo que les gusta a los progres cuando se sienten ofendidos. Ah…y como no los pesca y los agarra para el hueveo por twitter, viene el cringe de los SJWs, como Matamala. Ni hablar de las noticias. 10 a 1 debe haber sido la relación entre la prensa que lo apoyaba y la que no. Pero a la que no, los trataba pésimo, no los pescaba ni les daba absolutamente nada.

Obviamente su personalidad es disruptiva y no muy presidencial que digamos.

Pero el odio parido no tiene una explicación racional sobre los resultados de Trump. Solo sobre el tratarlos como el asco sin ningún respeto ni consideración. Y con el aparato de medios progres masivo en contra, figuras públicas, artistas y todo, sacó un 50%. Lo que debería detonar una investigación sobre las empresas que hacen las encuestas y polls. O sus modelos son horrendos, o querían influir en el voto con horrendas proyecciones que se supone tienen el respaldo de los mejores modelos estadísticos.

Veremos ahora que opinan cuando comencemos a ver los planes de Biden y la verdadera presidente, Harris, que es socialista muy, muy, muy roja en el alma.

A ver si entienden que no pueden cambiar el modelo económico y de sociedad con un 50% de los votos que tampoco les dan autorización a ello.

Ojalá lo entiendan. 50% de los votante fue para Trump, y del otro 50%, probablemente el 40% no espera un cambio de modelo, simplemente un cambio de director de orquesta.

Que es lo mismo que acá. Los progres creen que el 80% del país lo es.

Giles.

Eso es lo que provoca las guerras civiles. Que una minoría quiera imponer sus huevadas bajo la excusa de una mayoría circunstancial que probablemente no entendió o se enteró de la propuesta radical y solo votó como siempre por el partido. Se imaginan si todos fuesen pontificadores beatos como Matamala y alikes??

PUAJ….¡¡¡¡