“Necesitamos una estrategia de desarrollo con crecimiento sostenido de la actividad económica, como un rasgo estructurante de la inclusión de los sectores de ingresos bajos y medios”, afirma el economista y académico de la Universidad de Chile, Ricardo Ffrench-Davis.
En su reciente libro La Pandemia Neoliberal llama a poner la transformación de la matriz productiva en el centro del debate, más allá de las discusiones coyunturales. “El plebiscito es importante, se van a votar las normas que nos rigen, pero las constituciones no dan todas las soluciones. Ahora el tema que debe concentrarnos es el desarrollo productivo”, dice.
El economista destaca que el fuerte desarrollo que tuvo Chile en los años 90 fue diluyéndose en las últimas décadas en que el país se dejó llevar por la inercia.
Ahora, plantea, lo prioritario es profundizar el financiamiento de las pymes, avanzar hacia un banco de desarrollo productivo, mejores empleos y un gran esfuerzo de desarrollo de capital humano, con educación de mayor calidad y mejor distribución real de oportunidades.
Hace algunas semanas, Ffrench-Davis se manifestó públicamente por el Apruebo, pero dice que hay varias materias que se deben reformar del texto que propuso la Convención Constitucional. “Estoy de acuerdo con muchas correcciones, porque si se juntan cuatro técnicos y dos dicen una cosa respecto de un artículo y otros dos lo interpretan de otra forma, significa que hay que clarificar. Es obvio”.
Pero, al mismo tiempo, con el mismo énfasis sostiene que “la Constitución vigente fue un obstáculo durante los 30 años de democracia para avanzar más. Cuántas leyes que habrían sido buenas no pudieron pasar por los quorum o si pasaban después quedaban en el Tribunal Constitucional. Leyes que habrían sido buenas para el crecimiento, la inclusión y la paz social”.
—A su juicio, ¿qué llevó al estallido de 2019?
“Fue la acumulación de varios ingredientes. Esta economía pegó un salto después de la dictadura, cuando creció 2,9%, y luego, entre 1990 y 1998, creció un 7,1%. Hubo un aumento de la participación laboral, también de la mujer, un fuerte aumento del salario mínimo y cierta mejora en la distribución del ingreso. Y eso luego se fue trancando con altibajos. La política cambiaria tiene que evitar las puntas extremas. Hasta más o menos 1996 la política cambiaria funcionó muy bien, y después nos vamos a la moda neoliberal de dejar que el tipo de cambio responda a los flujos de capitales. Después de 1998 pasamos por cuatro ciclos de infladas y desinfladas de la economía, lo que fue muy negativo.
En lo económico, nos quedamos cómodos. Nos acomodamos en el asiento y dejamos el timón fijo. Le dejamos el espacio libre para el mercado y el tipo de cambio comenzó a manejarlo el mercado. Y no se puede fijar el timón y soltar todo cuando estás en un nivel de per cápita de un 25% de las economías desarrolladas. Estás muy lejos de ellos”.
—¿Qué consecuencias tuvo?
“Con estas infladas y desinfladas de la economía, el desempleo también sube y baja, pero a niveles promedio cada vez más altos. Hay más vacíos en los períodos de empleo, que se ven en las lagunas de las AFP. Eso hiere en los hogares. Y el crecimiento de los salarios promedio pasó de 4,5% a 5% hacia un 2%.
Al mismo tiempo aparece la corrupción, en este país que se creía honesto. No es que se robaron la plata, pero vinieron los financiamientos de los grupos económicos a la política con los casos que conocimos como la ley de pesca, SQM. En inversión en salud fuimos muy lento y las filas fueron creciendo. Lo mismo con la educación, en que nos fuimos quedando atrás. Hubo mucha inercia. Nos olvidamos de la tarea más importante, y eso llevó a las lamentables violencias que vivimos, pero también a las manifestaciones pacíficas de más de 1 millón de personas pidiendo cambios”.
—¿Qué siente cuánto acá se decía que no eran $30, sino 30 años?
“Es que la gente no se acuerda cuál era la situación de sus padres 25 años atrás. El salario mínimo, que heredó la democracia era inferior al mínimo de los años 70-71. El año 2019 ya veníamos de muchos años de estos ciclos. Permanentemente estamos cayendo y recuperándonos. El país no está donde podría haber estado con una buena macroeconomía real estabilizadora”.
—¿A su juicio, lo que se necesita hoy es más Estado?
“Sí. Esto lo hizo el Estado de Roosevelt, lo hizo el Estado de Adenauer, lo hizo el Estado del general De Gaulle y después los que lo sucedieron. Lo hicieron los Estados del Partido Laborista en Reino Unido. Se requiere un Estado coherente, capaz de mandar, de tomar las decisiones, que tiene fuerza y tiene más ingresos. Pero en la carga tributaria nos quedamos 24 años sin hacer una reforma tributaria después de la reforma de los 90”.
—¿Cuál es el rol que les cabe a los privados en este modelo que usted describe?
“Invertir, producir, innovar y, al mismo tiempo, respetar el trabajo y respetar el medio ambiente. Estas cosas se han ido reglamentando, hemos ido avanzando en eso”.
—Pero para que las empresas inviertan tienen que tener incentivos…
“Sí. Y en eso también tenemos que mejorar. El incentivo primero es la seguridad, como declararon los mismos dirigentes empresariales. Obviamente, necesitamos fortalecer la seguridad, sobre todo en algunas regiones del país, donde se está afectando al mundo de la producción”.
—¿Qué le parece la reforma tributaria que está proponiendo el Gobierno?
“Es una reforma tributaria razonable, no abusiva ni expropiatoria, son 4 puntitos del PIB, cuando estamos a 8 puntos del promedio de los que nos comparamos. La reforma va bien encaminada. La gente que la ha hecho es seria, pero también son seres humanos y, por lo tanto, hay que dialogar. El royalty está bien. Y en el impuesto a la riqueza, yo me pregunto por qué desde US$ 5 millones para arriba. Que la clase media a la que le va bien y que van ascendiendo, también participe con poquitito. Eso es la Europa democrática”.
—¿Propone que más personas paguen ese impuesto al patrimonio?
“Claro, pero con otras tasas más bajas. Que se acostumbren los que también lograron acumular cuando teníamos tasas de impuestos más bajas, con más exenciones.
Ahora, el impuesto a la renta de las empresas del 27% está bien, no correspondía subirlo, y la rebaja a 25% si es que hacen innovación es interesante. Eso es mucha plata. Son dos puntos, pero tienen que ir a innovación en serio y hay que cuidarlo, si no, puede ser un canal de elusión con innovación falsa”.
—El impuesto a la renta de las personas se sube en los tramos altos, desde $4 millones. ¿Se debió subir la tasa a los tramos más bajos?
“Yo lo bajaría a menos de $4 millones. El 25% de la gente paga impuesto a la renta. El global deja al 75% de la gente afuera y eso no lo tocaría. Pero de $780 mil hacia arriba aplicaría estas reformas y que todos pongan un poquito más progresivamente”.
—Han aumentado las personas que inician los procesos para irse tributariamente de Chile y domiciliarse afuera. ¿No ve el riesgo de que el impuesto al patrimonio profundice esta salida de capitales como algunos advierten?
“Parece muy dudoso que alguien se vaya por un impuesto de esa magnitud, pero hay gente que equivocadamente quiere irse, que no sabe que a donde se van quizá tendrán que pagar más impuestos que en Chile. Yo les digo que se queden en Chile, cómo se van a ir por un 1% o un 1,8% (de impuesto al patrimonio), cuando allá en otros países hay cargas tributarias de 40%.
Hay otra incertidumbre, por el plebiscito, pero creo que si lo hacemos medianamente inteligente, con cualquiera sea el resultado del 4 de septiembre no vamos a llegar a situaciones extremas. Los cabezas calientes de los dos extremos hoy día son minoría. Hay gente que cree que Chile se va a hundir. Yo tengo la plena esperanza de que hay más probabilidades de que el país no se hunda y, por lo tanto, yo les digo que se queden en Chile”.
—¿Qué se está jugando Chile en esta elección?
“Yo creo que va a ser importante, pero cualquiera sea el resultado creo que el país va a ir bien. Sobre todo por el lado del Apruebo, donde ha ido creciendo la cordura, desde los anuncios del Presidente de la República, los ministros y las fuerzas organizadas que tienen representación en el Parlamento. Por otro lado, también están las ofertas en el lado del Rechazo, donde algunos han jurado que están dispuestos a cambiar la Constitución de su general. Por lo tanto, no nos vamos a quedar ni con esta Constitución ni con la que se propone”.
—Usted se manifestó abiertamente a favor del Apruebo, pero dice que hay que reformar. ¿Qué hay que cambiar?
“Claro, hay que aclarar y reformar, porque hay cosas confusas. No quiero entrar en esos detalles. Pero lo que sí quiero decir es que después del 5, pase lo que pase, este país se tiene que preocupar del desarrollo productivo”.
—¿Y eso se puede hacer si ganara el Rechazo?
“Depende de si se sacan las trabas más fuertes de la Constitución vigente. Mejoramos con el 57% (que son los 4/7) en lugar del 66,6%, pero la derecha tiene el Senado. Entonces, necesitamos que realmente se levanten las trabas. Porque muchas cosas que impedían al Estado avanzar están en la Constitución”.
—Esta semana se conoció el PIB del segundo trimestre que mostró una economía estancada con una inflación que se mantiene sobre 13%. ¿Qué debe hacer la autoridad en este escenario?
“Yo creo que las autoridades de gobierno junto con el Banco Central están haciendo las cosas bien. Lo fundamental ahora es apoyar las transformaciones estructurales y en eso un punto muy importante es que necesitamos un mercado de capitales para las pymes. Y ahí está el necesario desarrollo del BancoEstado o la Corfo. Necesitamos financiamiento de las pymes con créditos de mediano y largo plazo, porque son esenciales para crecer con inclusión. Y con las grandes empresas, conversemos, acordemos, y creémosles un entorno de seguridad para que inviertan. Que se vea que hay avances y no titubeos”.
—El tipo de cambio volvió a bordear los $950 esta semana. ¿Cómo ve esta volatilidad?
“Chile no necesita un tipo de cambio tan alto, sino que más estable. Un dólar $800 y $590 y luego a $950 es muy malo. Esta moda neoliberal de dejar que el tipo de cambio responda a los flujos de capitales es estupendo para los especuladores y pésimo para los exportadores y pymes que compiten con importaciones. Lo principal, a mi juicio, es que una política macroeconómica estabilizadora, por ejemplo con intervención en el precio del dólar, no debe actuar solo en casos extremos, sino que debe procurar evitar que nos vayamos a los precios extremos, evitando tipos de cambio desalineados de su sostenibilidad”.
Reforma de pensiones: “No puede ser que más de un 70% prefiera que les devuelvan su plata y no quieran que haya redistribución”
—¿Qué le parece la propuesta del Gobierno para la reforma previsional, con un 6% de mayor cotización, que iría a un componente colectivo?
“Razonable. Los europeos tienen entre 18% y 20% de cotización, y a veces todo, o una parte importante, es solidario. El mensaje importante es que les digo a las personas que hacen encuestas y a las personas que son encuestadas, que se informen. No puede ser que más de un 70% prefiera que les devuelvan su plata y no quieran que haya redistribución. La redistribución va desde las minorías con más plata hacia las mayorías con menos plata. Por lo tanto, a la mayoría de los chilenos les conviene que una parte de las platas vaya a un fondo solidario. El fondo solidario no es plata que va a un bolsillo sin fondo del Gobierno, sino que es para los jubilados actuales y para los futuros jubilados de bajos ahorros”.
—¿Por qué, a su juicio, la gente en su gran mayoría quiere que la plata vaya a cuentas individuales y que sean heredables?
“Son dos cosas distintas. La gente en general cree que a ellos no les va a tocar nada en el componente solidario y que ellos van a estar poniendo para los otros. Pero en realidad a la mayoría les va a llegar, ya sea ahora para sus abuelos o padres que están jubilados o en el futuro a ellos mismos. Y nadie ha aclarado ese tema.
Y respecto de la herencia, hay que hacer una diferencia entre el 10% actual y el 6% futuro”.
En serio no puedo entender como siguen promoviendo teorías sesenteras que dejaron de funcionar hace muchísimo tiempo y todo el daño que hicieron lo tuvieron que comenzar a revertir bajando la carga tributaria los países de la OCDE.
Roosevelt es el sueño húmedo de estos pasteles. La única razón por la que salió electo es que Hoover se comió la gran depresión y lo culparon obviamente, y después llegó la guerra y nadie cambia de mandato en medio de una. Tuvieron que comerse la crisis de los 50’s y 70’s y comenzar a rebajar impuestos con Reagan para salir de la mierda y tener un par de décadas monstruosas.
No funcionan los impuestos a la riqueza. No funcionan los impuestos directos altos. No funcionan los estados más grandes que terminan corrompiéndolo todo, como es nuestro ejemplo claro desde los 90’s donde íbamos livianos hasta ahora que llevamos la mochila cada vez más pesada de los funcionarios que cada vez hacen y sirven menos.
Lo que no entienden los marxistas, y Ffrench-Davis lo es, es que el gobierno es un servicio a la producción y productividad privada. A diferencia de los libertarios o anarco capitalistas que están en el otro extremo, yo creo que necesitas un servicio que organice ciertas cosas en la sociedad. Que cosas dependerá de los acuerdos a los que lleguemos en conjunto. Pero como todo, tiene rendimientos marginales crecientes cuando está escaso ese servicio, y rendimientos marginales decreciente llegando al tope, y rendimientos negativos pasado un límite. Típicamente se coloca este límite para rendimiento negativo de una nueva unidad de gasto de gobierno en 25% del PIB.
Horrenda su visión. Es la de Marcel Claude o la de Boric ahora que es justo la que nos tiene donde estamos.
Por eso la economía actual mainstream no es una ciencia. Es una disciplina social. Ni siquiera son capaces de revisar la historia de lo que ha funcionado y lo que no. No se puede calificar como ciencia, tal ve como religión. Una y otra y otra vez la cagan. No es problema de la biblia marxista o keynesiana, el problema es que los que lo hicieron antes no entendían realmente la teoría bíblica. La soberbia de eso…
@nónimo/Demócrito:
ResponderEliminarAl menos, confirma que el problema del 18-0, fue...la economía que decayó desde el 2000 hasta la fecha, lo mejor = década 1990 - 2000, hasta antes de la crisis asiática (claro)
Lo segundo que queda claro, es que la economía no es una ciencia exacta sino una disciplina social
y por último, cual es la bala de plata ? Mas o menos Estado...
Concuerdo que, debe ser menos ESTADO para la mejor combinación posible para un adecuado equilibrio entre más Estado en la áreas sensibles de la seguridad social y más empresa privada en el resto de los sectores (obvio si es un blog pro-capital)
Al final, no son incompatibles el principio de subsidieridad y los derechos sociales ni puede minimizarse tampoco la responsabilidad individual para propender a lograr la propia felicidad ,,,
esto es clave, a la hora de consagrar los derechos sociales ya que sólo se aplican en la medida de lo posible, como así, lo establecen tanto la Constitución chilena actual de 1980/2005 como la misma de los Estados Federales de Suiza