El ministro Mario Marcel no ha logrado revertir el deterioro de la imagen de Chile entre los inversionistas extranjeros. En su viaje a Nueva York se reunió con ejecutivos de multinacionales y con banqueros de inversión, y trató de convencerlos de que todo iba viento en popa en la angosta y larga franja de tierra. Disertó sobre las reformas tributaria y de pensiones, sobre el ajuste fiscal, y sobre el futuro prometedor de la economía chilena. En las conversaciones se habló de litio e hidrógeno verde, y del nuevo énfasis en los temas medioambientales. Los ejecutivos lo escucharon con atención y respeto, y le hicieron una multitud de preguntas, incluyendo cómo seguirá el proceso constituyente. Mientas todo esto sucedía, el “riesgo país” de Chile alcanzaba sus mayores niveles en más de una década (medido por las tasas del instrumento CDS a 10 años).
La mayoría de los participantes lo conocían desde sus tiempos en el Banco Central y tienen la mejor impresión del ministro. Uno de ellos – un veterano de las inversiones en América Latina – me dijo que las presentaciones habían sido muy buenas. El problema, agregó, fue que, a pesar del esfuerzo, Marcel no logró encantar a nadie.
El inversionista me aclaró que el ambiente no fue de tragedia o de crisis inminente. Pero tampoco hubo ese entusiasmo casi ilimitado de hace quince años. Nadie habló de un país en una curva ascendente que se acercaba a paso seguro hacia el desarrollo. Al contrario, se dijo que Chile tenía un buen performance histórico, un muy mediocre performance actual, y un futuro nebuloso y de gradual decadencia.
Le pregunté si él y sus clientes seguirían invirtiendo en Chile. Me dijo que sí, pero que lo harían con cautela, y que en su portafolio Chile tendría un rol más escuálido que hace unos años. Luego agregó que había muchas razones para estar escéptico y tener dudas. Muchas razones para no invertir en Chile; razones tanto de corto como de largo plazo.
Le pedí que se explayara.
En lo inmediato, me dijo, hay preocupación por las políticas y la visión del gobierno. El problema, afirmó, es que la mayoría de las autoridades – empezando por el mismo presidente – no entienden cómo funcionan las economías modernas. Tienen un esquema mental en el que conviven la nostalgia nacionalista-proteccionista del siglo XX con las buenas intenciones y el buenismo de los millenials.
Me dijo que la oposición al TPP11 ilustraba con claridad esa falta de entendimiento y de modernidad. El rechazo al mecanismo de resolución de conflictos es solo un pretexto. La verdad, agregó, es que no creen en la globalización ni entienden cómo opera el comercio internacional moderno, con sus alambicadas cadenas de suministro. Abogan por un neo-proteccionismo que haría retroceder al país y lo devolvería a la mediocridad latinoamericana. Remató diciendo que a ningún experto y estudioso serio le cabía dudas que los años de gloria de la economía chilena – entre el 2000 y el 2015, cuando Chile estuvo en el primer lugar de la región – habían sido posibles gracias el boom exportador. “Sin la apertura y los tratados comerciales Chile sería hoy como Ecuador,” concluyó.
En seguida habló de las dos reformas emblemáticas. Con respecto a las pensiones dijo que los ideólogos del gobierno no entienden el funcionamiento de los mercados laborales. Chile es uno de los pocos países que no usa impuestos al trabajo para financiar el componente solidario de las pensiones (la PGU). Al dedicar el nuevo aporte del 6% a un llamado “fondo solidario” (basado en el reparto) se retrocederá enormemente en ese terreno. Los impuestos al trabajo reducen el empleo y fomentan la desigualdad. El necesario y urgente aumento en la solidaridad debe financiarse de manera amplia, desde los impuestos generales.
Pero más grave que eso, me dijo, es que al darle un monopolio (casi) total al Estado en materia de pensiones - los privados solo gestionarían parte de las inversiones del 10% -, la reforma de pensiones corre el riesgo de trabar y jibarizar al mercado de capitales, el que ha jugado un rol fundamental en el despegue del país. “Pero a ellos no les preocupa, porque no entienden,” agregó.
También criticó aspectos de la reforma tributaria, la que tildó de “una ilusión llena de buenas intenciones”. Auguró que, con suerte, recaudaría 2% del PIB, a costa de una menor inversión.
¿Y el largo plazo?
Según mi amigo, es ahí donde posiblemente haya mayores debilidades. La mano de obra chilena es cara y no tiene las calificaciones requeridas para una economía moderna. El sistema educativo es anticuado, la educación pública es disfuncional, y la educación a adultos es prácticamente inexistente. Según un informe reciente de la Ocde (Skill Matters, 2019), los trabajadores chilenos están en uno de los últimos lugares en comprensión de lectura y habilidades analíticas. Con esta situación paupérrima será imposible cambiar en forma eficiente la matriz productiva. ¿Y qué han hecho las autoridades al respecto? Hasta ahora, nada.
Una vez terminado el zoom quedé cabizbajo, y me pregunté si habría sido un error de mi parte llevar dinero a Chile, hace tan solo unos meses, para hacer una inversión.
En mi experiencia y observación del mercado laboral, he llegado a la conclusión de que quienes te enseñan a trabajar y te hacen más sofisticados son las empresas que te contratan, y tus clientes. Poco y nada tiene que ver la educación formal o curricular en la productividad. Al menos no a nuestros niveles de adopción de tecnologías digitales y alfabetización. Si quieres elevar tus estándares de productividad tienes que traer empresas internacionales que te enseñen a trabajar en altos estándares.
Cuando colocas procedimientos e instrucción adecuada de ellos, la enorme mayoría de los trabajadores podía ejecutar tareas en principio complejas sin ser ingenieros de la nasa. Solo con cuarto medio o grados industriales y técnicos.
Pero ya sabemos que los narcisos a cargo son allendistas. Que significa que creen en el trabajo, no en el capital, formación y crecimiento. Y por ende en el sesentero/setentero si es chileno, es bueno…
No entienden la economía, no entienden el capital, no entienden ni siquiera el trabajo que nunca han realizado.
Ni hablar del mercado de capitales y atraer la mayor cantidad de ellos para bajar el costo de financiamiento y dar la posibilidad a la mayor cantidad posible de emprendedores de generar negocios y aumentar el pool de trabajos disponibles.
Todo lo que está expresado en el artículo lo sabíamos.
But…
En un giro inesperado de eventos, probablemente con la bajísima productividad que tenemos en actividades económicas más sofisticadas, tal vez el requerimiento de los próximos años por materias que van a escasear en una potencial guerra regional en Europa que puede escalar a niveles insospechados si mentes más frías no controlan la situación, tal vez seamos un refugio latinoamericano y por supuesto para nosotros mismos.
Con una guerra y con más sanciones, la inflación de alimentos y energía no solo no va a disminuir, va a aumentar.
Y nosotros tenemos una posición privilegiada al respecto. Lejos de los teatros operativos de guerras potenciales, macroeconómicamente sanos, con una reafirmación de nuestra identidad masiva en el 4S y productores y exportadores de frutas y verduras e casi independientes de energía al menos para la industria y hogares. El petróleo es otra historia.
En un mundo normal somos unos bananeros tercermundistas con un socialismo sesentero pendejo que provoca vergüenza ajena a todos nuestros socios comerciales. En un mundo en guerra, perfectamente un refugio.
ISNT IT IRONIC??…
Por eso no nos podemos ver solo nuestro ombligo.
Me acordé de Maersk y porque se fue de Chile.
ResponderEliminarDe acuerdo, el avance en el trabajo con tareas complejas es n veces superior a estudiarlo formalmente. Sino traemos compañías de primer nivel para que nos enseñen estamos fritos. Estos simios piensan que somos un país desarrollado, la arrogancia le sale por los poros.
ResponderEliminarironico que como mencionas en estas estapas de "tranquilidad" y en con la mejor cara de chile (como lo haz comentado este vendria ser en el primer gobierno de piñera y que no recuerdo el año XP) pudo haber sido un pais desarrollado.
ResponderEliminarEn el contecto actual, podemos ver lo que comentas con respecto a la lejania geografica del conflicto y lo que ya sucedio en el pasado. Una argentina lider mundial y otros paises de latinoamerica con una explosion en su desarrollo en base a la extracion de recursos para la guerra (hasta que se encuentra una alternativa mas barata).
en cuanto a energia, a mi entender chile sera un buen punto de refugio/inversion en base a energias renobables y generacion de hidrogeno "verde" (con posibilidad de exportacion en 10 años (teniendo presente la orientacion politica cambiante).
en cuanto a la productividad. Nada, eso va plenamente en base a orientacion al cambio y eso surge en base a crisis. el cerebro cambia poco o nada en base a estimulos (no somos como los perros e incluso lo contrario en base a estimulos como las recompensas).
Nada nuevo en lo substancial para los lectores del blog, sin embargo, muestra la sensibilidad que puede tener un país como Chile a la calidad del capitán y de la tripulación, e incluso al personal en tierra para usar una metáfora aeronáutica. Los países desarrollados serán aviones grandes que vuelan casi en automático y se necesita casi una voluntad criminal para estrellarlos (lo que estamos viendo, de hecho). Chile será un avión más chico, donde hay que volar con instrumentos en condiciones más inestables y con mayor proximidad del suelo.
ResponderEliminarCurioso ver la evolución : antes veía a Europa como un hedge para Chile y ahora veo a Chile como un hedge para Europa...
Sobre la productividad, creo que la educación primaria y secundaria moldean mucho la materia prima y que buenas empresas pueden ayudar, pero nunca compensar lo que no se obtuvo en la infancia y adolescencia. No se puede generalizar, pero creo que fija mucho el nivel promedio.
Es como un compendio para el diario de muchos post pasados del blog, Tendremos otro lector oculto jaja
ResponderEliminarPodrias comentar mas tel tema del BRICS, creo que ha estado bien movido estas ultimas semanas eso.