“No estoy feliz con el acuerdo, no me da para salir a celebrar”; “todos compartimos que es imperfecto”; “no representa nuestras aspiraciones, nuestras demandas”; “persisten los fantasmas de la democracia tutelada”; “el pueblo movilizado exige Asamblea Constituyente”.
Todas estas frases tienen un denominador común. Provienen de dirigentes y autoridades de un mismo partido, el Partido Comunista.
Es una reacción llamativa. Más aun cuando el lunes en la noche, en el ex-Congreso, estaba ahí el secretario general del PC, Lautaro Carmona, cuya firma en el acuerdo es perfectamente legible entre las del resto de los negociadores.
Pero esa rúbrica terminaría generando una división y disconformidad que hoy tiene a la tienda bajo un cierto peligro de división.
Lo cierto es que el proceso generó dudas en el PC, desde el principio. Y en eso hubo dos consensos: uno, que lo que se estaba dialogando no gustaba. De hecho, nunca gustó; el otro, que la tienda —al contrario de lo ocurrido el 15 de noviembre de 2019— tenía mucho más que perder que de ganar si se restaba.
Sin embargo, a la larga, igualmente algo se fracturó en la interna.
Un nuevo panorama post 4-S
Escaños reservados para los pueblos originarios, 100% electa, participación del pueblo y de las organizaciones sociales.
Lo que pedía el PC, al principio de las negociaciones en el ex-Congreso se parecía sospechosamente al mismo modelo que ya había fracasado en la Convención. “Asamblea Constituyente”, se oía repetir a algunos.
Y es que en la tienda no había intenciones reales de salir de ese modelo. Aunque era una jugada que sabían perdida. El ambiente político ya no era el mismo. Pero aún así, no estaban dispuestos a renunciar a su ideario.
Ese ánimo prendió las alarmas en el Gobierno. La ausencia del PC en la firma implicaba quebrar la coalición, probablemente de forma definitiva, y dejar aislado a su componente más fuerte en el Congreso.
En este panorama, quien se hizo cargo de pasar el mensaje del Gobierno al partido fue, desde ya, una señal fuerte: el economista del segundo piso Fernando Carmona, ex jefe programático de la candidatura de Daniel Jadue y, sobre todo, hijo del secretario general del partido, Lautaro Carmona, quien había reemplazado a Teillier en las negociaciones, luego de la crisis de salud de este.
Poco a poco, los argumentos del Gobierno empezaron a permear. Y a estos se sumó otro desde la directiva: hoy, el PC es parte de una coalición gobernante y por eso “se tenía que alinear”.
“A diferencia del 15 de noviembre, hoy formamos parte de una coalición, por tanto, tenemos deberes con quienes la constituimos. Formamos parte de un gobierno. Eso condiciona, sin perder el juicio crítico”, dice Lautaro Carmona.
No fue el único factor puesto sobre la mesa. Según fuentes internas, entre algunos de los líderes del partido había conciencia de que la actualidad social no favorece al partido. “Ya no hay una calle, una manifestación social con la que alinearse. No tenemos el momentum en el Congreso. En ese escenario, de restarnos del acuerdo corríamos el riesgo de quedar en la irrelevancia política”. Una situación que el PC ha luchado durante años por superar.
Para el analista Max Colodro, “este acuerdo es diametralmente distinto al firmado el 15 de noviembre de 2019. El de hace tres años fue el resultado del chantaje que la oposición de entonces realizó sobre el gobierno de Sebastián Piñera, el chantaje de la violencia y de un país que estaba siendo literalmente incendiado. En ese contexto, el PC y el FA lograron imponer los términos y las condiciones de un proceso constituyente, donde la derecha quedó totalmente disminuida. Todas esas condiciones y sus resultados fueron expresión de la hegemonía que el PC, el FA y sus aliados lograron imponer en el proceso anterior”.
Agrega que ahora “estamos en la situación inversa: la derrota del Apruebo el 4-S fue tan estrepitosa que la derecha logró finalmente imponer un proceso constitucional con importantes equilibrios, contrapesos y cerrojos, que le permitirán un grado decisivo de control sobre los contenidos de la nueva propuesta constitucional. El acuerdo firmado está semana es el epitafio de la derrota histórica sufrida por la izquierda en el plebiscito de salida, el símbolo del fracaso rotundo del proyecto que la izquierda buscó imponer a partir del estallido social”.
Un fracaso que, por ahora, no parece haberse internalizado bien.
Otro factor que surgió en la discusión es el histórico.
Suele decirse, entre los más veteranos del partido, que históricamente el PC “siempre cumple con sus compromisos”. Algo que, según los expertos, no es necesariamente un mito.
“Lo de noviembre de 2019 fue un accidente. Ahora quizás se empiece a recuperar una tradición. Queda en evidencia que cuando el PC hace parte de una coalición, tiende a tener una comprensión realista de los desafíos y la situación del país”, dice el exministro José Joaquín Brunner, que agrega que “eso fue lo que demostraron durante la UP, donde fueron un eje de realismo, de cooperación, de buscar cambios dentro del marco real de las fuerzas en juego”.
Para el historiador Alejandro San Francisco, en materia de acuerdos amplios, el PC ha mostrado algunos signos de disciplina. “Se sumaron, por ejemplo, a la decisión de ampliar el Frente de Acción Popular (FRAP) para formar la Unidad Popular en 1969”.
No ha pasado tan así, en contraste, en el caso de las discusiones constitucionales.
“En 1925 hubo una participación de un dirigente comunista, Manuel Hidalgo, quien formó parte de la comisión que formó Arturo Alessandri para preparar el texto de la nueva Carta Fundamental. Ese mismo año, varios dirigentes del PC participaron en la Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales, aunque esa fórmula fue desechada finalmente por las autoridades políticas”, cuenta.
Tras esto, la tienda comenzó a mostrar una posición más intransigente.
“El PC fue el partido que con mayor consistencia se opuso a cada esfuerzo de reforma constitucional que no fuera una nueva Carta Fundamental nacida en otras circunstancias: fue contrario al plebiscito de 1989, a la Constitución de Ricardo Lagos y no participó del Acuerdo del 15 de noviembre de 2019. Esa situación llega a su fin con la decisión actual”, agrega el académico de la Universidad San Sebastián.
Con todos esos antecedentes sobre la mesa es que el PC debió tomar una decisión. Una que dolería quizás más de lo esperado. Al punto de que, poco a poco, iba apareciendo una grieta.
¿Las dos almas del PC?
El 8 de diciembre, el comité central del partido estaba dividido. Algunos, como Daniel Jadue y Carmen Hertz, se mostraban derechamente contrarios a la fórmula que emanaba del Congreso. Otros, como Karol Cariola, tenían serias dudas.
Mientras, en la vereda del frente, Carmona encontraba apoyo en la intervención de la senadora Claudia Pascual, quien fue la primera que advirtió que lo que quería el partido no se podría cumplir. Era el momento del pragmatismo.
Aquello volcó las opiniones. Había mucho que ganar y poco que perder.
El mismo secretario general explica que la decisión encontró al partido en una “dura situación de adversidad”.
“La derecha iba a aprovechar el resultado, tratando de adjudicárselo. Y nosotros podíamos hacer poco, pues el debate se dio en el Congreso, donde no somos mayoría. No teníamos los votos y por eso apelamos a la exposición política, a continuar el debate sobre las posibilidades que nos perdimos”, asevera Carmona, a la vez que agrega que por ello “firmamos sin celebrar”.
Pero tras la rúbrica, el ambiente volvió a cambiar. La renuncia a los objetivos de la colectividad caló hondo. La disconformidad dejó de expresarse solo en los pasillos del partido, para salir hacia afuera. Incluso surgieron críticas al rol negociador del secretario general.
“El problema es que este acuerdo es una sentencia de muerte respecto de todo lo que el PC y el FA buscaron imponer desde el estallido social, es decir, es la antítesis de su proyecto histórico, por lo que, eventualmente, no es descartable que haya sectores que se resistan a continuar, busquen sabotear o descolgarse más adelante”, dice Colodro.
De hecho, en privado, ya hay algunos militantes que temen que en este proceso, dependiendo de lo duros que sean sus líderes en lo que viene del proceso constituyente, haya grupos —simpatizantes con Jadue— que puedan acercarse, por ejemplo, al proyecto político de Jorge Sharp y generar ruido interno. “Varios incluso hablan de volver a la doctrina de Gladys Marín, que fue una gran dirigenta, pero que no logró nunca que el partido fuera parte del sistema político y el ciclo electoral”.
Es más, algunos de esta facción ya han calificado de “sumisos y obedientes” a Teillier y sus colaboradores, a través de redes sociales. Es un clima de división interna que no se veía desde hace décadas. Y que, según algunos, podría acrecentarse si los deseados “cambios del programa” no se empiezan a empujar con más fuerza por parte del Ejecutivo.
Carmona, en cualquier caso, le resta importancia. “No me sorprende el debate en el PC. Implica que se ha despertado un sentimiento propio de nuestra causa. Los resultados no fueron mejores porque, tras el resultado del 4-S, no hubo fuerza ni influencia en el Congreso. Pero ahora la idea es jugarnos todos para alcanzar la mayor influencia posible y cumplir los propósitos más permanentes del partido”.
Concluye diciendo que, “no vamos a renunciar a nuestro sentido político”. Una frase que hoy, muchos en su partido, cuestionan tras un acuerdo que aparecen firmando, pero que, a la vez, no satisfizo a nadie.
Por el contrario, abrió una grieta que será difícil de cerrar.
El PC está muerto electoralmente.
Eso es lo que obviamente ven, aunque no lo quieran declarar.
Lo que no detecto es si quieren volver a una especia de imagen revolucionaria muy atractiva para un porcentaje pendejo, loser victimista y/o crédulo de la población que les entrega cierta representación que les permite vivir bastante bien en el capitalismo que tanto basurean.
Ya no lograron los cambios que supuestamente querían imponer.
Ya pasó la vieja, tal como igualmente lo reconocen en el artículo. Ya no hay apoyo a las pendejadas revolucionarias, y probablemente a medida que vamos viendo las imágenes de Perú, nos preguntaremos, realmente nos veíamos así nosotros frente al mundo?….
MY GOSH…ATROH…
Supongo que ahora la disonancia cognitiva es si se van a plegar a un estado capitalista y ayudar a administrarlo, lo que es completamente contrario a sus principios fundacionales revolucionarios contra el capitalismo.
Esa es la grieta que se puede percibir ahora.
Los que quieren volver al hoyo de mierda político revolucionario al peo en el que siempre estuvieron, pero cómodos, o contaminarse de la mierda pestilente que lanza Boric y que efectivamente puede ser tan hedionda que cabezas de chorlito como Sharp les ganen el hoyo de mierda revolucionario del pueblo que ya no existe salvo en sus cabezas huecas que siempre fue de ellos.
Ya se dieron cuenta, como nos dimos cuenta todos, que siguen siendo un 5% del electorado. Y eso no va a cambiar.
La pregunta que deben estar haciéndose ahora es si son capaces de defender eso estando en el gobierno de buenos para nada que los van a hacer quedar como chaleco de convencional y con la posibilidad de que se les cuelen cabezas de chorlito revolucionarios por la izquierda quitándoles esas base de voto y apoyo.
Hay que darle un reconocimiento al pc, desde el 73 estuvieron trabajando arduamente y casi lo logran.
ResponderEliminarSe mandaron un Francia, lo dieron vuelta y cagoniaron en la parte final.
Buena esa, de decir como chaleco de convencional en vez de chaleco de m0nkey, jajajajaja. xDDDD
ResponderEliminar@nónimo/demócrito:
ResponderEliminarDetectas muy bien Adyaner, y el caballo de troya llorón para los futuros generaciones ya está elegido: Pepe Mujica
Esto es un reordenamiento de fuerzas, y el acuerdo constitucional tiene cara de ser el próximo Acuerdo de Minsk de 2014 para la Derecha ...
Creo que Angela Merkel nos abrió un poco los ojos
afortunadamente
Pienso que existe una facción comunista que sigue siendo revolucionaria..., que sigue siendo enemigos del capitalismo imperfecto o contra el corporativismo...,, que siguen en ideas bien antiguas y son anti-progresistas. Y ahi otros comunistas que son más progres y que a mi entender son estos los que están derivando en ser los tecnócratas funcionales a la Agenda 2030 y a los deseos de Klauss Schwab...
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