27 junio, 2023

Columna de Óscar Landerretche: “El pacto fiscal ha muerto… viva el pacto fiscal”

@latercera

El pacto fiscal ha muerto. Lo mató el escándalo. El pacto fiscal ha muerto y con él ha fenecido la reforma tributaria. Pero, paradójicamente, si es que ésta revive será por un nuevo pacto fiscal, uno mejor, fortalecido y robustecido. El pacto fiscal ha muerto… viva el pacto fiscal.

Se ha generado una enorme interrogante a la narrativa que condicionaba políticas públicas a más impuestos. Simplemente no hace sentido a la ciudadanía que quienes demandan más recursos, muestren ese nivel de despilfarro y descaro. Francamente, si este escándalo hubiera sido diseñado conspirativamente por la derecha más refractaria a subir los impuestos, no les habría salido tan bien.

Una lástima porque en algún momento pareció posible un pacto fiscal, algo importante para el país.

¿Qué sería ese pacto fiscal?

En términos resumidos sería un acuerdo con tres patas: una reforma tributaria sustantiva; un paquete de medidas pro crecimiento y una importante reforma del Estado.

La reforma tributaria que necesitamos sube la recaudación, por cierto, pero también la progresividad, esto es, el impacto distributivo de los impuestos; aumenta la contribución de los más ricos, pero trata de minimizar el desincentivo a la inversión y creación de empleo; aumenta la importancia relativa del impuesto a la renta y reduce la del IVA; reduce evasión y exenciones, pero simplifica la estructura impositiva.

Las reformas pro crecimiento podrían incluir medidas tributarias transitorias pro inversión; pero hay más cosas que se pueden hacer: esfuerzos por reducir los tiempos y aumentar la predictibilidad de los procesos de evaluación ambiental; señales de reducción de incertidumbre en regulaciones laborales; incrementos en la inversión en infraestructura, vivienda social y reconstrucción urbana acelerando las licitaciones que hoy se ven aletargadas y somnolientas; reactivación del sector minero con un ordenamiento y aceleración de los proyectos estructurales de Codelco; activación de una política de construcción de fundiciones y refinerías de última generación; mayor prontitud y pragmatismo con la expansión del litio; más agresividad en la apuesta hacia el hidrógeno verde e inicio a la transformación de Enap en una empresa estratégica energética que supere los hidrocarburos.

La reforma del Estado que necesitamos partiría por reducir algo así como tres cuartos de los cargos de confianza política y reemplazarlos por funcionarios de carrera; pero además modernizaría el estatuto administrativo para hacer factible la gestión pública, premiar a los funcionarios que destaquen y, por cierto, desvincular a quienes no rinden sistemáticamente. Se necesita, además, un sistema mucho más riguroso de evaluación externa de programas con mecanismos, protegidos del clientelismo político, para descontinuar aquellos que no han logrado los impactos prometidos y reasignar esos presupuestos a otras iniciativas.

Pero dada la contingencia hay otra cosa que quizás serviría para salvar la reforma tributaria. Esto es hacer imposible que se vuelvan a repetir bochornos como los de estos días. Por ejemplo, se podría pactar una reducción radical de los presupuestos ministeriales de asignación directa, establecer reglas que obliguen a concursar públicamente la abrumadora mayoría de lo que hoy se gasta así e implementar procedimientos que impidan el mecanismo de fraccionamiento de glosas y de camuflaje de gasto como inversión que usaron estos frescos. Y se podría constituir una comisión auditora del sector público completo, mandatada desde La Moneda que revise ministerio por ministerio, para detectar otros mecanismos similares a éste, apagarlos y recomendar sanciones cuando corresponda.

Quizás algo así de radical salvaría la reforma tributaria. Otro pacto fiscal. Uno más robusto. Quizás es demasiado tarde. Veremos.


 

No existe algo así como aumentar impuestos progresivos que incentiven la inversión salvo en la cabeza de la gente de izquierda marxista.

Porque el progresismo impositivo es marxismo. Los ricos pagan MUCHO, pero MUCHO más que todo el resto. Y aportan a la sociedad MUCHO, pero MUCHO más que todo el resto en la formación de capital y creación de empleos.

Por eso son ricos. El aporte que hacen es desproporcionadamente superior en valor de mercado. En la enorme mayoría de los casos. Hay por supuesto gorrones barzas que se aprovechan de arbitrajes en la sociedad. Pero son los menos. Como los políticos de carrera.

Lo que quieres hacer para ser un país rico es atraer a los ricos, no espantarlos.

Estos giles son un espanta ricos y capitales con sus huevadas.

Lo que incentiva la inversión son impuestos bajos y reglas claras, que suman a los costos generales de un país.

Alguien invierte en un país porque los costos de producir en el país son más bajos que en los equivalentes competitivos, a igual riesgo país.

No entiendo porqué se complican tanto con constructos raros tratando de explicar lo inexplicable.

Antes del 18O, nuestros estándares eran percibidos como cercanos a los países ricos, y los costos de conducir negocios algo por debajo. Ergo, era conveniente Chile.

Hoy, después del estallido flaite, somos caros y rascas en la vista de capitales.

Y estos giles con sus huevadas nos quieren hacer más caros.

Se necesita bajar impuestos y crecer. E intentar traer mejores trabajos subiendo los estándares con los que alguna vez fuimos percibidos.

No solo tienen que llegar los capitales de los ricos. Tienen que llegar ricos y altos ingresos que suban el nivel de exigencia de productos y servicios internos y por ende de trabajos.

Porqué a la gente de izquierda marxista le cuesta tanto entender eso?…

Es curioso. Conozco gente de izquierda que tienen negocios. Y cuando hablan de impuestos lo hacen como el más pechoño de los conservadores. Pero cuando hablan de política del país, son marxistas core.

Los ricos tienen que pagar su parte justa¡¡¡¡¡¡¡

Oye, pero tu eres rico bajo los estándares económicos de Chile…

No, yo no soy rico. Los Luksic y Angelini´s tienen que pagar su parte justa¡¡¡…

Es raro eso. El marxismo es como una enfermedad, que te tiñe de verde.

En el resto de eficientar el estado…

Puras palabras de buena crianza.

NOT GONNA HAPPEN. EV4. Menos con marxistas redistributivos.

El Estado es un cáncer. Se expande más rápido o menos rápido, pero termina convirtiéndose en metástasis de corrupción, sin ninguna excepción en la historia. Nunca.

Los que se corrompen más rápido son las republicas representativas though…

3 comentarios:

  1. Concuerdo Adyaner, hay que bajar impuestos para volver a ser atractivos para los negocios. Ojala volver a crecer como a fines de los 90s o inicio de los 2000. Adyaner ¿has oido hablar de los planes quinquenales de corea del sur?¿Que opinión tienes de eso?¿Piensas que consiguieron el desarrollo gracias a la política de estado?.Saludos.

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  2. Creo que el tema de que a las personas les gusta estar en el poder es un tema a tratar en otro post. Por ejemplo, en las directivas de los cursos les gusta permanecer en el cargo ; en el comité del Edificio, también les gusta permanecer en los cargo.
    .... será un interés en ser los primeros en conocer la información? ... en administrar recursos de otros? ... en fin, hay un dicho: "si quieres conocer a alguien, dale poder"

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