"Esta discusión va a ser muy amarga", advierte Genaro Arriagada frente al debate ya instalado sobre las causas que llevaron a la crisis de 1973. Testigo y protagonista de los últimos 50 años, Arriagada (exdirigente histórico de la DC, a la que renunció en 2021) agrega a esa condición la de analista que ha estudiado como pocos la evolución de nuestro sistema de partidos, cuyo big bang anticipó hace ya tiempo. Hoy le preocupan cuestiones como la crisis que observa en el funcionamiento del Congreso, la extrema fragmentación, la polarización y el predominio de colectividades clientelares. Pero el exministro tampoco elude las controversias sobre el pasado. Al contrario, aun asumiendo que se trata de un debate difícil, se apronta a contribuir a él con la reedición de su ensayo “De la vía chilena a la vía insurreccional”, publicado en 1974 y que aborda, con un riguroso estudio de documentos, el proyecto de la UP, su contexto político y su desenlace. —¿Cuál era el grado de compromiso con la democracia que había en los partidos a inicios de la década de 1970? —El mazazo de su derrota en las parlamentarias de 1965, producto de lo cual desaparecieron los partidos Liberal y Conservador, significó una pérdida de lo que era la vieja derecha republicana, aquella que representaban Pancho Bulnes, Pedro Ibáñez, gente que había sido parte del juego democrático toda la vida. Cuando se disuelven esos partidos, se da origen al Partido Nacional. Y en el Partido Nacional van a estar esos, pero ya muy disminuidos, y van a entrar los estanqueros de Jorge Prat, que tenían la visión de un gobierno fuerte; otros que venían del Partido Agrario Laborista, etc. Y en consecuencia, la derecha, después de la derrota, empieza a caminar distanciándose de la situación democrática. —Pero usted destacaba en un libro que el fascismo nunca tuvo gran peso en la derecha chilena. —Hay una frase de Régis Debray: “La derecha chilena es la menos bruta de América Latina”. Hablo de un tipo que encarnaba la ultraizquierda y, sin embargo, dice: ellos han hecho de la política una cosa razonable. La derecha chilena tuvo buenas maneras, pero se produce esa derrota y la tendencia a derechizarse es más fuerte, porque va a recibir golpes para los que no tiene respuesta: la Reforma Agraria, la “Revolución en Libertad” de Frei... “Después está la izquierda. Durante un tiempo largo estuvo dividida entre el Partido Comunista y un Partido Socialista a su vez muy dividido. Pero hacia los años 60 el PS se une y se ordena. Y, en segundo lugar, surge una alianza permanente con el PC. Esa alianza se da, primero, porque los dos son entonces marxistas leninistas. Pero además hay un cambio en la política mundial. La política de Stalin había sido que en América Latina los comunistas tenían que buscar revoluciones democrático-burguesas. Eso significaba hacer alianzas con los radicales o con algunos otros. Pero ya por esa época cambia la cosa y los socialistas imponen el Frente de Acción Popular, donde se dice: nada con la burguesía. En consecuencia, se instala una sólida unidad socialista-comunista”. “Y después, en el medio, pierden importancia los radicales, que habían sido un partido bisagra, y ocurre lo que Carlos Peña ha estado diciendo: pasamos de un centro a un centro excéntrico. Ese centro excéntrico es la DC, porque en cierta forma es un partido revolucionario y se siente distante de los comunistas y los socialistas, y de la derecha. Entonces, lo que era un continuo: conservadores, liberales, radicales, democratacristianos, socialistas, comunistas, se transforma en un triángulo. Y en este triángulo existe un polo revolucionario marxista leninista; un polo revolucionario con ciertas características particulares como es la DC, y un polo de derecha que crecientemente dice: aquí no hay otra salida que el golpe militar”. —Usted le dedicó un libro a la vía chilena al socialismo. ¿Podía ser compatible con instituciones democráticas? —Allende tiene tres momentos, con muy variable apoyo político. La vía chilena propiamente tal la expresa en el primer mensaje presidencial al Congreso. Allí establece que en el mundo hay dos caminos al socialismo: uno, el de Lenin, con dictadura del proletariado, y otro, la vía chilena, sin dictadura del proletariado. Cuando dice eso, se le tiran encima todos, el PC, el PS, la izquierda ortodoxa de afuera, los soviéticos: no, el tránsito al socialismo tiene ciertas leyes científicas, una de las cuales es la dictadura del proletariado, dicen. “Cuando eso se agota, porque en el fondo fue una declaración, lo que viene —y ese es el trabajo de Joan Garcés, y creo que era a lo que más estaba proclive Allende— es la idea de “vamos a llegar al poder total”, léase una versión edulcorada de la dictadura del proletariado, pero por medios pacíficos. Entonces, la segunda versión es que hay las vías insurreccionales, que suponen el conflicto armado, y por otro lado existe la posibilidad de hacer la transformación socialista sin conflicto armado, y esa es la vía política institucional, que incluye los resquicios legales, requisiciones de empresas, en fin. Pero eso también se agota y ahí viene la vía insurreccional”. —¿Cuándo se agota ese segundo camino?, ¿con el paro de octubre? —Yo creo que en el paro de octubre ya está agotado. Lo que pasa con el paro es que hasta entonces quien fijaba el ritmo de la oposición era la Democracia Cristiana. Y la DC seguía diciendo que aquí, si logramos ponernos de acuerdo en la ley de control de armas, en la ley de las tres áreas de la economía, podemos caminar; con dificultad, pero podemos caminar. Pero con el paro emerge la pequeña burguesía; porque el paro, que se llamó patronal, no lo fue. En realidad, la gran empresa no podía parar, porque si yo tenía una industria y paraba, al día siguiente tenía un comité de la UP y me la expropiaban... ¿Quiénes eran los que podían parar? Los tipos que tenían en la misma mano la propiedad con el trabajo: camioneros, comerciantes, la pequeña industria, los campesinos. Todo ese mundo que torpemente la UP, al no definir las áreas de la economía... porque si tú tomabas la fábrica de confites Ro-Ro, ¡caían quinientas industrias más grandes que esa! Y si tú empezabas ya a expropiar parcelas de la Reforma Agraria... Y eso fue el paro de octubre. Y ese sector, con mucha inteligencia, es captado por los grandes gremios empresariales. Ellos descubren ahí una fuerza que no tenían. Y entonces esta cosa agarra una velocidad muy grande. Pero con un freno: la presencia de los militares. Y es que cuando el paro de octubre ya era insostenible para todos, Allende los llama, entran los comandantes en jefe y en 48 horas el paro se arregla. Entonces, el país vive un respiro. Pero esa fue una jugada muy complicada, porque los militares le tomaron el gusto al poder. Y además todo el mundo vio que aparecían ellos y la situación se ordenaba. —El socialismo, ¿significaba lo mismo para todos los partidos de la UP? —Los socialistas, por ejemplo, eran más partidarios de un socialismo autogestionado, y fueron críticos de la invasión a Checoslovaquia. Esas discrepancias se referían al fondo, pero no eran tan graves. Finalmente, la discusión es única y exclusivamente sobre cuál es la vía para llegar al socialismo. —¿Pero ese socialismo no era compatible con la democracia liberal? —La rechazaba por escrito. —Y un proyecto como el de la Unidad Popular, ¿podía ser compatible con la alternancia del poder? —Por eso digo que Allende tiene tres momentos. Creo que en la definición que él hace de la vía chilena, sí. Ahí había alternancia. En la definición que hace de la vía política-institucional, con dificultad, pero creo que se podía vivir. Con la vía insurreccional, era todo o nada. —¿La vía insurreccional significa los cordones industriales, etc.? —Los cordones, el “tenemos armas” y a un Allende diciendo: tranquilidad, pero si llega la hora, armas tendrá el pueblo... Y esa mitomanía armada, el día del golpe, se desplomó en dos horas... Y lo terrible fue que después vino una política de exterminio por parte del régimen militar, de mucho odio... Pienso, por ejemplo, en lo que pasó con el comité central del PC: ¡catorce personas fueron asesinadas! ¡No hubo un solo juicio! —¿Cuánto pudo haber influido en eso la idea con que coqueteó la UP, de que se iban a dividir las Fuerzas Armadas? —Eso está escrito. La izquierda creía que las FF.AA. se iban a dividir. Pensaban que tenían un control importante en el Ejército y en Carabineros... Creían que Pinochet era de ellos, que Brady era de ellos. Y la verdad es que los militares reaccionaron como un solo hombre, fueron implacables. “Pero efectivamente lo que había en la izquierda era la idea de que el país se iba a dividir. Eso es Trotsky. Según la teoría trotskista, idealmente, hay que crear destacamentos armados del proletariado, pero eso no significa crear un regimiento paralelo, sino que, cuando el Ejército se divide, cada parte toma su regimiento. Carlos Altamirano (eso está en sus conversaciones con Gabriel Salazar) le dice a Allende de frentón: tú lo que debieras hacer es buscar un regimiento adecuado y establecerte ahí mientras se produce el enfrentamiento”. —Volviendo atrás, ¿en qué pie había llegado la DC a 1970? ¿Decepcionada luego de un gobierno que tuvo muchos logros pero no continuidad? —Llega derrotada, pero no derrotada enteramente, porque Tomic saca un 27-28% y es por lejos el principal partido en términos parlamentarios. Y es un partido sólido: al momento del golpe, seis de los siete rectores de universidades eran democratacristianos, militantes o cercanos. Más de la mitad de las alcaldías eran nuestras. Pero el golpe militar, naturalmente, fue devastador para todos. “Ahora, la DC se distancia del golpe prácticamente a la semana, cuando don Eduardo Frei, convocado por don Raúl Silva Henríquez, concurre al Te Deum que se hizo el 19 de septiembre en la Gratitud Nacional. Ahí están los tres expresidentes: González Videla, Alessandri y Frei. En ese momento, Gabriel González dice ‘vamos a saludar a estos hombres’, en referencia a la junta. Y Alessandri dice ‘vamos’, pero Frei responde ‘yo no voy’. Se retira de la iglesia y no les da la mano. Ahí se termina la relación”. —Pero él escribió la famosa carta a Mariano Rumor... —La carta es una explicación de por qué pasó el golpe. Lo malo fue la entrevista al diario ABC. Ese fue un error. Como un día dijo Nicanor Parra: Eduardo Frei era perfecto, pero cometió un error mortal. Y el error fue ese. —¿Cuál fue la cuña? —Los militares han salvado a Chile. —¿Había la DC ya perdido la confianza en la democracia? —No. —Patricio Aylwin, por ejemplo, dice en su libro que el último diálogo con Allende fue con la oposición de su partido. —No he leído el libro. Pero hay que recordar que a propósito del 11 de septiembre hubo dos declaraciones. Una, la declaración de los 13 (los dirigentes DC que condenaron el golpe), que, como ha recordado Jorge Donoso, señala que el principal responsable de lo ocurrido es el gobierno de la Unidad Popular. La otra declaración la redactó Patricio Aylwin. No la redactó Eduardo Frei. —¿Qué elementos marcan el quiebre de la DC con lo militares? Está el tema de los derechos humanos, pero también hay un tema de proyecto político. Por ejemplo, cuando los militares hacen suyo el modelo Chicago. —No. La DC espera durante los primeros días que se diga qué va a pasar, qué van a hacer con las alcaldías, qué va a pasar con la sociedad civil. Entonces, cuando intervienen las universidades, cuando Merino comete la grosería de poner la pistola sobre la mesa, ahí se dice: esto no tiene arreglo. Porque nadie se imaginó la brutalidad con que se iba a dar esto. Cuando se empieza a saber que mataron a tal persona... a Claudio Jimeno, que estaba en el Barros Arana conmigo, a Jorge Klein, Fredy Taberna.... ¡Tanta gente! Entonces, las personas dicen: esto es una carnicería. “Como a los 60 días del golpe, recuerdo haber estado en la casa de don Eduardo y me dice quédese, porque tengo una reunión, van a venir Patricio Aylwin y Sergio Ossa (su exministro de Defensa), queremos analizar qué está pasando. Y ahí se produjo una cosa muy dramática, porque Aylwin llega y dice: lo que pasa es que hay una cantidad de asesinatos... y empieza a llorar.... No, no es el modelo económico. Era la brutalidad”. —Hubo DC como Villarzú que se quedaron en el gobierno hasta el 75. —Porque ahí también Aylwin comete errores. Él autoriza a (Max) Silva que sea subsecretario de Justicia. Y autoriza a Villarzú, a Sanfuentes, a Navarrete, a que colaboren con el equipo económico. “Ahora, antes del golpe, yo creo sinceramente que todos los líderes del partido estaban convencidos de que esto iba camino a la dictadura del proletariado. Eso era igual en Fuentealba, en Irureta, en Benjamín Prado.... Radomiro (Tomic) razonaba de otra manera... Pero don Eduardo creyó siempre que esto iba a la dictadura del proletariado. Y yo lo creí siempre”. —Luego del golpe, la izquierda hace un proceso de autocrítica. ¿Qué señales le dan a usted luces de aquello? —El debate en serio empieza el año 80, en que los socialistas hacen un Congreso que le llaman el Congreso de Argel, aunque fue en la RDA. Ahí se quiebra el partido. Clodomiro Almeyda se queda junto con el PC, y Carlos Altamirano rompe y es él quien da inicio a la renovación socialista. Yo conocí a Altamirano, no fui amigo, pero estuve con él varias veces, cuando ya estaba de vuelta en Chile. Él fue grandioso en sus errores, pero también grandioso en su autocrítica. También hubo otros, como Arrate. “Y ahí fue cuando ya empezamos a trabajar más estrechamente entre los socialistas y los democratacristianos”. —¿Cómo se reconstruye ese vínculo con los socialistas? Las confianzas habían quedado destruidas, ¿o no? —No. Nosotros no fuimos reprimidos del modo en que la izquierda lo fue, no fuimos objeto de una política de exterminio. Pero fuimos el único partido que existió, que hacía declaraciones, que mantenía cierta vida sindical, publicaba libros, tenía programas radiales. De los defensores de derechos humanos, diría que el 98% eran abogados democratacristianos. Frei rechazó ser parte del Consejo de Estado... lo rechazamos todo. Todo eso creó una situación de respeto. Porque no estábamos con la dictadura. Y los que estuvieron, o se fueron de frentón, o los expulsamos, o les pedimos la renuncia. Este artículo es parte del capítulo 3 del suplemento de El Mercurio "Chile 1973 - 2023" publicado el viernes 21 de julio de 2023.
Como siempre, interesante los relatos de gente que vivió la época y participó de la política.
Lo comentado siempre. Lo extraordinario del golpe es que las FFAA actuaron unidas y no se dividieron, que era lo lógico o lo más probable que ocurriera y como lo pensaron y calcularon en el gobierno de Allende o los ideologos por detrás. Eso en realidad derrumbó el plan de los socialistas y comunistas supongo de crear caos y conflicto y con ello tener la posibilidad de tomar el control con las FFAA´s de su lado.
Que es la única forma finalmente.
Nahhhh…
Fue espontáneo¡¡
Pinoshé se levantó en la mañana del 11 y se le paró el trasero de bombardear la moneda…
A millas marinas se veía venir que si abrían la discusión desde el punto de vista confrontacional que siempre han colocado, post 4S, iba a pasar esto.
Se iba a comenzar a levantar la neblina que le colocaron los socialistas al periodo de Allende y a ellos mismos en sus ideas y participación de un régimen marxista leninista.
Igualmente lo comentado respecto a eso. El mayor cover up de la historia política chilena es que hicieron los socialistas y derivados, y la DC en buena parte, de su participación ideológica en ello y presentarse como centro derecha…
Tan descarado y eficiente como el que hicieron los comunistas presentándose como demócratas y defensores de los DDHH.
Esa si es for the ages…
Como tan secos para borrar el rastro de mierda sesentera que dejaron?…
Increíblemente hábiles. Hay que dárselas.
Con respecto a tu última pregunta, porque se quemó Chile Films hace décadas atrás.
ResponderEliminarDespués de saber que los Demócratas se aliaron al igual que la DC con el PC, ni por broma voto por ellos.
Al final creo que mi voto irá por republicanos o por la UDI, es lo que hay, el resto de los partid0s valen champiñón.
No vote is best
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