@latercera
Pepe Auth fue uno de los integrantes del “petit comité” que participó en el diseño de la reforma al sistema binominal. También fue uno de los que presionaron para que el proyecto se discutiera en el plazo de un año. Temía que el panorama político terminaría trabando la discusión. Hoy, con la reforma aprobada, Auth cree que, en el actual contexto de caída de popularidad del gobierno, el alineamiento de votos para poner fin al binominal habría sido imposible.
Usted pidió un reseteo en el gobierno, ¿a qué se refería?
Estamos en un punto de necesaria inflexión. Perdimos buena parte del apoyo popular, apoyo popular estructurado por nuestras propuestas de reformas y por la confianza y credibilidad de quien lideraba estas reformas: la Presidenta. Y como eso fue derrumbado prácticamente por un Exocet (un misil), la reconstrucción de esa credibilidad requiere gestos de igual dimensión y relevancia.
¿Un ajuste de equipo?
El cambio en la conformación de los equipos es una acción secundaria. Se necesita que la propia Presidenta haga un cambio de switch y se ponga a la cabeza de la sanción moral a lo que ha ocurrido: los conflictos de interés, las violaciones a la ley electoral, las figuras eventuales de cohecho y soborno. El país espera una claridad mayor del gobierno en materia de sanción ética y moral. Ella debe liderar rápido, acelerar el proceso de reformas que nos lleven a un estadio superior de transparencia y de independencia de la política respecto de la influencia del dinero.
Algunos dicen que la Presidenta lo ha hecho, al anunciar esta comisión que lidera Engel, ¿no es suficiente?
Hasta que no haya proyectos de reforma específicos puestos sobre la mesa... Yo habría preferido la batería de proyectos y la respuesta inmediata, así como habría preferido que al día siguiente de conocida la reunión entre Sebastián Dávalos y Luksic hubiera habido una salida inmediata y la sanción ética inmediata, pero bueno, nunca es tarde.
¿Y un cambio de ministros?
Yo siempre me disocio de los consejos por la vía mediática respecto de atribuciones que son exclusivas y excluyentes del Presidente de la República. Creo que se necesita un giro importante que parte por la Presidenta. O sea, si sólo cambiara gabinete, francamente puede no pasar absolutamente nada en materia de inicio de la recuperación de la credibilidad perdida.
¿Cree que está emocionalmente delicada la Presidenta , luego de lo de Dávalos, para liderar estos cambios?
Cuesta referirse a la Presidenta en términos de su situación personal. Comprendiendo lo complejo de la situación, el país espera que la Presidenta se sobreponga, que el rol de Presidenta se sobreponga a cualquier otro de sus roles.
Hay un sector de la Nueva Mayoría que promueve un cambio de gabinete con rostros antiguos.
Lo que he visto ahora es el resurgimiento o más bien el aprovechamiento de las circunstancias actuales para resucitar una frustración que vivió parte del liderazgo concertacionista al constituirse un gabinete tan innovador y tan de cambio generacional, como el que decidió la Presidenta en 2014. Hay, efectivamente, una voluntad de que vuelva la vieja guardia. No creo que esa sea la solución, porque son más bien las prácticas de la vieja guardia las que naufragan y provocan la crisis actual. No creo que la solución sea traer de vuelta a los que nos llevaron a perder el gobierno el 2010. Me incluyo.
¿Cómo evalúa al ministro Peñailillo?
El ministro Peñailillo culminó con éxito el primer año de gobierno. Tiene a favor haber llevado a término la principal y la más difícil de las reformas, no sólo de este gobierno, sino en todas partes del mundo, que es la reforma del sistema electoral. Las reformas electorales normalmente ocurren en tiempos de crisis y aquí lo resolvimos en tiempos de paz. El tiene buena parte del mérito, pero es evidente que la afectación a la Presidenta, por su cercanía con ella, también lo involucra, porque buena parte de su carisma y de su poder emanaba de la confianza que le entregaba o que le entrega la Presidenta. En consecuencia, al estar alterada la fortaleza presidencial, eso se traspasa, sin duda, al gabinete y en particular al jefe de gabinete.
¿El ministro Peñailillo es el fusible que hay que cambiar?
No creo que pase por ahí. Es un tema en que no tengo derecho a intervenir, pero si de mí dependiera, naturalmente yo perseveraría en la afirmación de la nueva generación en las principales palancas del gabinete.
Tal vez las falencias estarían en Segpres, vocería de gobierno...
Antes de terminar el año habíamos identificado la falta de un equipo político. Muchos visualizábamos la extrema dependencia de un solo ministro y de un solo ministerio. El éxito de enero fue como un veranito de San Juan a esa situación y como que cubrió esa situación, incluso muchos dijeron con este éxito francamente qué sentido tenía fortalecer un equipo político que por sus hechos había demostrado lo que significó enero. Sin embargo, en el mediano plazo, probablemente esa necesidad se restituya.
¿Siente que la cercanía de Peñailillo con la Presidenta está resquebrajada después del caso Caval?
No tengo antecedentes, lo que yo digo es que la situación de la Presidenta era muy compleja, por tratarse de su hijo, pero la situación del ministro del Interior era igualmente compleja, y él llegó al límite de lo que su relación de cercanía con la Presidenta le permitió. Otra cosa hubiera sido producir una ruptura. Yo habría esperado, pero no puedo exigírselo al ministro, porque es una decisión presidencial, que la respuesta de La Moneda hubiera sido inmediata y categórica, primero censurando el hecho de que un pariente directo, en el marco del período de campaña y con la seguridad que tenía de ser Presidenta, hubiera participado de una reunión con el principal banquero de Chile para facilitar un crédito destinado a ganar en muy corto plazo una cantidad muy significativa de dinero. Y segundo, también habría esperado que de inmediato, y no por decisión personal, se le hubiera forzado la renuncia. Pero las cosas son como son y eso no ocurrió. No puedo responsabilizar al ministro por la no ocurrencia de ese hecho.
Como va a existir una sanción moral de una institución, como el gobierno, representado por el presidente, que ha demostrado cualquier cosa menos ética y moralidad, sea directa o indirectamente??
Probablemente cuando llegamos a este estado de cosas, en el cual la corrupción es extendida y transversal, ya hemos alcanzado al tope de un ciclo político y necesitamos una renovación, no solo de caras sino de ideales y tipo de gente a cargo.
Eso no es del todo malo.
Lógicamente necesitamos confianza en las instituciones. No podemos cuestionar absolutamente todo. Pero cuando la clase política y los gobiernos ya son descarados en satisfacer sus propios intereses descuidando absolutamente los intereses generales, sea por idiotez, sea por codicia, o simplemente por ignorancia de como afectan políticas públicas y leyes mal diseñadas a la economía y la sociedad, llegamos a un límite.
Afortunadamente se ha extendido la molestia.
Tal vez podamos contar con una línea de personas diferente a las que ya tenemos en las próximas elecciones.
Pero tal vez la única forma de limpiar esto es quitar la democracia representativa y hacerla directa. Con eso se borra el estímulo que puedan tener intereses privados en financiar a políticos. Que los representante defiendan sus puntos de vistas, pero que la votación sea general. No cuesta absolutamente nada hoy en día con la tecnología que contamos. Que todas las leyes deban ser votadas por un mínimo de gente y que puedan ser impugnadas también por una cantidad representativa. Necesitamos que la gente se involucre en la democracia y que entienda que no es solo votar cada 4 años por promesas idiotas que nunca se cumplen.
Si no, vamos a continuar con este círculo vicioso de cada vez más promesas que no pueden ser financiadas salvo a través de deuda o impuestos, o ambas. Insolvencia, escasez, y colapso económico. Y reseteo para empezar de nuevo. Probablemente por vía totalitaria primero. Ya hemos estado ahí, y parece que no hemos aprendido nada.
Por eso algunos historiadores hablan de ciclos de 80 años. Los nietos ya no guardan lo aprendido por las antiguas generaciones y repiten exactamente los mismos errores. Parece que hacia allá vamos.
Esperemos que no esta vez.
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