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SANTIAGO.- Dicen que es una de las promesas del deporte alemán. Velocista a quien ya le auguran estará en los próximos Juegos Olímpicos. Es Alica Schmidt, alemana que ha sido considerada además como la "atleta más sexy del mundo". Tiene 18 años y hace noticia tanto dentro como fuera de las pistas. Los medios de su país aseguran que será una parte fundamental de la delegación de atletismo que representará a Alemania en los JJ.OO. del 2020 de Tokio, Japón. Podría aparecer en los 200, 400, y 800 metros, además de disputar los 4×100. Y a su belleza la compañan los buenos resultados. En este 2017 se colgó las preseas doradas en 200 y 400 metros con un tiempo de 24.83 y 54.23 segundos respectivamente en el campeonato europeo de Atletismo. Y a esas marcas se sumó que esta semana Schmidt fue considerada como la "Atleta más sexy del mundo" por el portal "Busted Coverage", quien también menciona a la australiana Tay Clark como su escolta. En las redes sociales, Alica hace gala de su belleza en las pistas.
Que refrescante es esto en una época en la cual al parecer, al menos en los medios masivos, se ha mezclado la aceptación de defectos, que todos tenemos, y hacer de la superación de ellos para convertirse en la mejor versión de uno mismo, no sólo físicamente sino mentalmente el objetivo de vida, con el obligar a la sociedad a estándares forzados de gente que no quiere, o no puede, o no sabe lidiar con los defectos y pretende variar los cánones de belleza, o inteligencia para todos los efectos y ajustarlos a los propios defectos.
La belleza está en los ojos del observador. Eso es cierto. Pero nadie podría decir que está alemana no es bella (físicamente al menos).
Y aunque genéticamente no todos podemos parecernos a ella en el caso de la mujeres, o a los actores de acción actuales en el caso de los hombres, es un objetivo, o una referencia de lo que es considerado belleza física, no solo hoy, desde que el hombre es hombre, y la prueba está en las esculturas clásicas occidentales.
Y es un parámetro de lo que es saludable. La belleza siempre ha sido asociada a la salud y funcionalidad. El hombre muscular y rápido es considerado más funcional y genéticamente deseable para procrear. La mujer con genética destinada a tener descendencia saludable igualmente es considerada bella.
Que es distinto del concepto de prosperidad. Durante casi toda la historia humana la norma ha sido el hambre. Por lo cual la gente que tiene acceso a recursos y por ende alimentos ha sido vista como próspera o rica, particularmente cuando lo demuestran en su figura (en Rusia durante ciertas épocas los dientes negros debido al azúcar eran asociados a riqueza…).
Hoy en día, lamentablemente se mezclan dos grandes tendencias nefastas. La obesidad y la asociación de ella a un segmento social bajo.
Y forzar (o intentarlo) a variar los cánones de belleza es una gran tontería.
Los estándares de belleza no son una tiranía a las masas (pun intended), son un objetivo, o meta que ha funcionado por milenios.
Y nada mejor que una atleta extremadamente atractiva para demostrar el punto de salud y funcionalidad resultante en belleza.
Existía un comercial de cremas que decía, “belleza es salud”, y probablemente sea el mensaje correcto a entregar.
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