@latercera
Durante el Plioceno, hace tres millones de años, las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera eran similares a las actuales (unos 400 ppm), pero la temperatura en la Tierra era 2 °C más alta que en la era preindustrial. El manto de hielo en Groenlandia era la mitad del actual y el nivel del mar era cinco metros más alto.
Si hoy el mar subiera a ese nivel, ciudades como Calcuta (India), Miami (EE.UU.)y otras en las islas Papúa-Nueva Guinea, Tuvalu y Holanda, estarían inundadas.
Ese precedente ha sido uno de los que se ha tomado en cuenta cuando se habla de limitar el calentamiento de la Tierra en 2 °C. No implica que es el número ideal para no sentir consecuencias del cambio climático, pero es más cercano a ser alcanzable y sus impactos son menores a los que se obtendrían si el planeta se calienta aún más.
Maisa Rojas, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y directora del Núcleo Milenio de Paleoclima, explica que 2 °C es la traducción concreta del objetivo de la Convención de las Partes (COP) sobre el Cambio Climático de la ONU, para un nivel “no peligroso”. Es una cifra que se ha vuelto más política, pero que ha sido apoyada científicamente, aunque muchos han abogado porque el límite sea menor. “Hay impacto para cualquier nivel. Dos grados fue el consenso, pero los países insulares quieren que sea 1,5 °C”, indica.
Si la diferencia es mucha, Rojas explica que basta observar lo que ya ocurre en el planeta con el aumento de 1 °C. “En Chile, el 25% de la sequía se puede atribuir al cambio climático, en México, el huracán Patricia fue el más intenso registrado y se produjeron los primeros huracanes en la península arábiga. Hay hartos impactos con un grado, uno se puede imaginar lo que será con más”, dice.
El gran George Carlin lo dijo en su momento, como solo los grandes comediantes lo pueden hacer, que arrogancia la del hombre pensar que puede amenazar, cambiar o influir en el comportamiento del planeta que ha sobrevivido durante 4 billones de años, volcanes, asteroides, vientos solares y un largo etcetera de catástrofes mucho peores que algunas emisiones de CO2 o lo que pueda hacer una especie que será sacudida de la superficie sin misericordia en cuanto la madre tierra decida hacerlo.
No existe mejor excusa que el cambio climático, anteriormente conocido como calentamiento global, para subir los impuestos y recolectar algo más de dinero. Eso no tiene que ver con salvar el planeta. Simplemente con salvar los sueldos de los burócratas de gobierno.
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