24 febrero, 2014

Desapalancamiento desordenado eleva el riesgo de un aterrizaje forzoso en China

 

@DF

La próxima semana comenzará la segunda sesión del duodécimo Congreso Popular Nacional de China. Al ser la primera reunión legislativa después del relevante tercer pleno celebrado en noviembre, los analistas estarán muy atentos a lo que ocurra en el encuentro y a lo que anuncien las autoridades, especialmente lo relacionado a la economía.
Se espera que la administración del presidente Xi Jinping y del primer ministro Li Keqiang fije una meta de crecimiento anual de 7,5%, la misma que se estableció para 2013. Este objetivo estaría en línea con la proyección de expansión del Fondo Monetario Internacional, pero sería superior a la estimación del mercado, que es de 7,4% y que, de concretarse, sería el ritmo más lento desde 1990.
Incluso hay algunos que creen que la segunda economía del mundo podría registrar una aceleración menor a 7%. El primero en indicar esto fue el grupo de servicios financieros Macquarie, que en julio del año pasado aseguró que la nación crecería 6,9%. Pocos días después fue el banco japonés Nomura el que pronosticó que el PIB chino no subiría más de 7%.
La firma más reciente en predecir una expansión de la potencia asiática por debajo del umbral de 7% fue el banco francés Société Générale. En su reciente actualización del informe “¿Qué pasa si China tiene un aterrizaje forzoso?”, los economistas confirmaron su previsión respecto de que el país se desacelerará gradualmente hasta 5,5% en 2018.
Si bien su escenario central es de una tasa de expansión de 6,9% para 2014, la institución admite que existe un 20% de probabilidad de que el PIB se incremente menos de 5%.
El problema de la deuda

Una de las principales amenazas para la actividad china es el alto nivel de endeudamiento. Luego de la Gran Recesión de 2008, China se embarcó en una expansión de la capacidad impulsada por el crédito para apuntalar a la economía. Como resultado, el nivel de deuda se elevó dramáticamente desde 150% del PIB a 210% del PIB a fines de 2012.
Yao Wei, economista jefe para China de SocGen, detalló que gran parte de estos nuevos créditos se destinaron para financiar inversiones poco productivas, como proyectos de infraestructura ineficientes, sobrecapacidad manufacturera o burbujas inmobiliarias.
Beijing está muy consciente de este problema y claramente desea reducir el apalancamiento y reorientar la economía hacia el consumo interno. La primera señal de esto ocurrió a mediados del año pasado, cuando se produjo una severa estrechez de liquidez que fue en parte diseñada por las autoridades lideradas por Li Keqiang.
Si bien las tasas de interés han bajado en los últimos meses, la liquidez sigue siendo más ajustada en comparación al primer semestre de 2013 y la expansión del crédito se ha desacelerado firmemente.
De hecho, cifras publicadas la semana pasada revelaron que el crecimiento de los préstamos en enero se ralentizó por décimo mes consecutivo a 17,5% frente a un año antes, el menor ritmo en 17 meses.
El equipo de SocGen destaca que una desinflación moderada de la burbuja de gasto de capital permitiría que la economía china fuese más equilibrada y, por lo tanto, más fuerte. Sin embargo, advierten que es difícil llevar a cabo un desapalancamiento ordenado y por esto mismo aumenta el riesgo de un aterrizaje forzoso, es decir, un crecimiento menor a 5%.
“Existe una posibilidad muy real de que esta lenta desinflación pueda salirse de control y provocar una corrección mucho más abrupta”, afirmó Yao. 
En el peor de los casos, la analista vaticina que la expansión anual podría retroceder a 2%.
Efectos de una caída brusca

Si China llegara a experimentar un aterrizaje forzoso, casi todos los sectores de la economía global se verían afectados. Michala Marcussen, jefa global de economía de SocGen, estima que el PIB mundial perdería 1,5 punto porcentual en el primer año después de la aguda caída.
Con sus importaciones representando casi un tercio de su PIB, China es una gran fuente de demanda global. Por esto mismo, un frenazo de la nación golpearía los precios de las materias primas.
Mike Haigh, jefe de investigación de commodities del banco francés, anticipó que el crudo Brent se hundiría más de 30% desde su nivel actual hasta US$ 75 por barril, mientras que el valor del cobre podría disminuir a la mitad. Por su parte, el oro experimentaría un salto antes de descender. 
Las monedas de las naciones más expuestas a la economía china también se verían afectadas. Según el análisis de la empresa, las divisas exportadoras de materias primas como el peso chileno, el rublo ruso y el rand sudafricano son vulnerables a mayores declives si es que se produce el aterrizaje forzoso.

La gigantesca burbuja de crédito China es un peligro para la economía mundial sin duda. Principalmente porque los conductos por los cuales se genera ese crédito son extremadamente frágiles. Un caída del complejo de crédito en China no detona un crecimiento menor, simplemente desplomaría el PIB. Ahora, en una economía centralizada con alta cantidad de reservas, no es razonable que se produzca un súbito hundimiento del crédito. Lo lógico es que lo vayan manejando para producir pequeñas crisis contenidas hasta “desapalancar” aquellos sectores más inflados. Pero nunca se sabe. La lección aprendida de Lehman es que no se puede predecir el efecto de dejar caer algo. Y desapalancar significa dejar caer cosas. Veremos. Pero el año pasado se tuvo una previa de restricción de liquidez, y no fue muy promisoria.

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