19 diciembre, 2017

Derrota política y triunfo estratégico


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Con los resultados de ayer en la elección presidencial, la Nueva Mayoría y el Gobierno han sufrido una grave derrota política. En los próximos días, semanas y meses, habrá tiempo para la autocrítica y las lecciones aprendidas. Adelantándome a ese debate el gobierno tendrá que explicar por qué la "siembra" de sus múltiples reformas no obtuvo la "cosecha" que en una democracia se expresa en una mayoría de votos. Quizá los errores estuvieron en la falta de pedagogía política y comunicación a la ciudadanía de los efectos positivos sobre la mayoría del país de dichas reformas. También sería interesante analizar la falta de gestión política y técnica en la implementación de esas reformas. A manera de ejemplos: ¿no habría sido mejor, en materia de reforma educacional, haberse focalizado en mejorar el acceso, la calidad y la gratuidad solo en la educación pública? ¿o quizá una reforma tributaria que completó su objetivo recaudador afectando al conjunto de la ciudadanía por la vía del aumento de impuestos a bienes de consumo habitual como cigarrillos, bebidas alcohólica y analcohólicas, así como impuestos verdes a la adquisición de automóviles? No obstante que según el Banco Mundial el 92% de la reforma mencionada fue aportado por el 1% más rico del país
¿No habría sido mejor una reforma laboral explícitamente a favor de los trabajadores y no con todas las ambigüedades que finalmente se impusieron en materia de titularidad sindical y derecho a huelga sin reemplazo? ¿No habrá sido mejor postular derechamente una nueva Constitución vía asamblea constituyente?
La derrota política de la Nueva Mayoría tiene múltiples causales. Creo que el principal error es no haber tenido primarias para elegir el candidato único presidencial, así como el habernos presentado en listas parlamentarias diferentes. También las divisiones en los partidos y sobre todo en el Parlamento sobre el cumplimiento del programa acordado y firmado por todos los integrantes de la coalición el 2013, presumo que nos afectaron ante la ciudadanía.
Pero también nuestra candidatura presentó debilidades durante la campaña, que creo repercutieron también en el resultado. Dado el resultado de la primera vuelta, cometimos el error de no orientar la segunda vuelta hacia aquel 26% del electorado que votó a nuestra izquierda, es decir, el 20% de Beatriz Sánchez, el casi 6% de Marco Enríquez-Ominami y el medio punto del senador Navarro. Esa ciudadanía quiso mensajes claros que nuestro candidato no logró plantear con convicción, como por ejemplo: límite a la reelección a todo cargo de elección popular; reducción de la dieta parlamentaria y de los sueldos de la alta administración pública, es decir, Presidente, ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores; no plantear directamente la asamblea constituyente como el mecanismo más democrático para tener una nueva Constitución; no plantear que para que Chile sea más justo es imprescindible un impuesto a los "súper ricos", considerando además que este 1% más rico captura el 30% del ingreso nacional. Sin duda, además, que las vacilaciones y contradicciones en nuestro comando también nos afectaron.
No obstante la gran derrota política sufrida en lo inmediato, pensando en el largo plazo las fuerzas progresistas hemos tenido un gran triunfo estratégico. Hemos corrido el "cerco" hacia una sociedad más justa e inclusiva y que la derecha política, económica, social, cultural y mediática no va a poder retroceder. En materia tributaria la derecha no tiene los votos en el Parlamento para rebajar los impuestos al 1% más rico; en materia de la Ley de Inclusión la derecha no tiene los votos para volver al copago, a la selección y al lucro en la educación básica y media; en materia de gratuidad en la educación superior la derecha no puede retroceder en la conquista para el 60% de gratuidad para las familias más vulnerables; en materia laboral, la derecha no tiene los votos para hacerla retroceder, particularmente en materia de huelga efectiva sin remplazo y negociación interempresa; en materias culturales y valóricas la derecha no tiene los votos para retroceder en el aborto terapéutico en tres causales; tampoco tiene los votos para rechazar tanto la Ley de Identidad de Género como el proyecto de ley de matrimonio igualitario con adopción
La derrota política duele, pero si levantamos un poco la mirada, el triunfo estratégico nos reconforta para seguir luchando por un Chile más libre y, sobre todo, más justo.

No entiendo de verdad como puede alguien hablar tantas imbecilidades sin que haya nadie que replique. El 1% no genera el 30% de los ingresos del país, las empresas del 1% generan el 30% de los ingresos del país, las mismas que generan en promedio un 10% de margen de utilidad sobre esos ingresos (que no son ganancias como se puede interpretar de las palabras de Vidal o cualquiera del estilo) la cual va en partes iguales a capitalización o inversiones y repartición de utilidades, la mayoría de las cuales van a parar a la capitalización individual de las acciones que mantienen los ahorrantes de las AFP´s.

Los más ricos tienen ACTIVOS, que generan ingresos. Estos ACTIVOS son generalmente empresas, las cuales pagan impuestos por esos ingresos, y adicionalmente pagan por los retiros de los socios (entre ellos repartición de dividendos).

Es decir, que generen más utilidades las empresas y por ende puedan repartir más dividendos va en directo beneficio de todos los chilenos al valorizarse los activos mantenidos en cartera en las AFP´s.

Esta lógica de lucha de clases sobre la que genera el emprendimiento es de una torpeza estratosférica.

Hay que incentivar la generación de negocios y nuevos emprendedores, que generan trabajos directa o indirectamente.

Y para eso hay una sola lógica. Tienen que ser capaces de ganar dinero con las reglas del juego que existan.

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