@EyN
Jueves, 14 de agosto de 2014
Economista
Alejandro Alarcon
Desde julio del año pasado nuestra economía viene experimentando una sostenida des aceleración, con un leve repunte en el mes de febrero de este año que empujo el Imacec a una cifra cercana al producto tendencial (vecino hoy al 4%), la montaña rusa nos ha trasladado en junio de este año a una cifra menor al 1% de crecimiento, todo ello en términos anualizados. Cálculos preliminares me indican que el Imacec de julio también estará bajo el 1%.
Sabíamos que esto iba a ocurrir, lo advertimos en varias columnas que ocuparon este mismo espacio, desde el segundo semestre del año 2012, pero mi abuelita me enseño hace muchos años que no se puede, ni debe llorar sobre la leche derramada, por tanto llego el momento de hablar de lo que creemos se debe hacer de aquí al futuro para remontar esta brusca caída de la actividad económica.
Keynes el gran economista Ingles, padre de la macroeconomía para algunos, nos enseñó hace muchos años cual eran las bases para sacar a la economía mundial de la gran recesión que impacto al mundo en los años 30 del siglo pasado. Su fórmula era simple y directa, el gobierno debía impulsar un programa de gasto público que retornara la trayectoria de la economía a una tasa de inversión y crecimiento importantes tal que el empleo, principal preocupación, pudiera recuperarse.
Generaciones de economistas rotularon por esta iniciativa a Keynes, como estatista, pero más allá que podamos concordar o no con esas afirmaciones, lo cierto es que este economista no solo salvo al capitalismo con más efectividad que lo que pudo hacer el comunismo que soplaba fuerte desde el este de Europa.
Además, si uno revisa en esa teoría, el rol del efecto multiplicador de la inversión pública, constata que es crucial para los efectos importantes de ese empujón inicial público el rol del sector privado y particularmente la expansión del consumo privado y a continuación la actividad , el empleo y la inversión privada. Todo lo anterior tiene además un poderoso impacto en una variable clave para que consumidores y empresas del sector privado recuperen el optimismo, lo que a su vez mejoren las expectativas del mercado.
Hace pocos días atrás, alguien me consulto, y espontáneamente le dije que más allá de lo que dijeran nuestras más profundas convicciones, este año, y tal vez el próximo, todos deberíamos ser keynesianos.
Los antecedentes son claros. La inversión completara el 2º trimestre del presente año, cuatro trimestres consecutivos de caídas importantes de esta variable, el consumo se desacelero en 8 semanas de acuerdo a mis mediciones, desde una trayectoriaanualizada por arriba del 4% a una cercana al 2%. Y la tasa de desempleo comienza acercarse rápidamente a una tasa de 7%, que sabemos a su vez esconde una sustitución importante de trabajo part time , de menor calidad y remuneraciones ,por trabajo full time más estable y con beneficios sociales. Sin ese ajuste en el mercado laboral, probablemente el desempleo sería mucho más alto.
Es urgente entonces recibir desde las autoridades un plan concreto y de rápida implementación de un programa de inversión pública, que incluya, al menos, un amplio programa de concesiones. También ahora la agenda energética se hace crucial no solo por el costo de generar energía que afecta a los principales sectores que invierten en este país tales como la minería y la industria, sino que también para que aquellos puedan destrabar una multiplicidad de proyectos de inversión que se encuentran detenidos solo por esta causa.
La CORFO también tendrá que actuar rápido, como lo hizo en otros episodios, actuando como banco de segundo piso, otorgando fuentes de financiamiento a las PYMES, principales afectados en el ciclo crediticio que tiende a comprimirse junto con el ciclo económico, el reforzamiento de las sociedades de garantías reciprocas resulta clave en esa dirección.
Salgamos de la emergencia, vamos tras la recuperación, en el corto plazo, de la economía, y no dejemos atrás el impulso por el lado de la oferta, que requiere el producto tendencial, es decir la velocidad a la que la economía se puede expandir sostenidamente, manteniendo la inflación estable, tasas de desempleo bajas y cuentas corrientes acotadas en el tiempo, sin caer en decaimientos que afecten al consumo, la inversión y el empleo.
We are all Keynesian now¡¡¡
Veamos, incentivar la economía en un ciclo de contracción con deuda pública (no con más impuestos, hay que se bastante idiota para colocar más impuestos en una economía a la baja)que permita una base de actividad, a la espera de la reactivación, punto en el cual las tasas e impuestos se deben bajar para permitir que el ciclo económico privado tome su curso y pagar las deudas generadas durante la bajada con la mayor recolección por crecimiento. Los políticos y economistas varios solo parece que leen la primera parte de Keynes, o sea, la que les conviene. Prometer y endeudarse sin nunca tener la intención de pagar de vuelta es la norma.
De que manera impuestos sacados de la economía privada van a ser más eficientes en manos del gobierno que en el sector particular siempre ha sido algo que me ha escapado del raciocino de estos economistas.
En fin.
Estamos en manos de Keynesianos de medio tiempo. O Piketterianos de tiempo completo.
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