10 abril, 2015

La ausencia de liderazgo presidencial atenta contra una salida a la crisis

 

@DF

Cuando el rumor había comenzado a extenderse sin que nadie lo confirmara, pero tampoco lo desmintiera, fue la propia presidenta Michelle Bachelet la que se hizo cargo de él, al manifestar que jamás había pensado en renunciar, e incluso abundó en que no sabría ni cómo hacerlo.

Pero la sorprendente aclaración que, de manera espontánea, realizó antes los corresponsales extranjeros, lejos de consolidar su imagen presidencial, confirmó lo debilitado que está su liderazgo, como para sentirse conminada a desmentir que no abandonaría el cargo.

Hasta ahora la posibilidad de que hubiera sugerido siquiera la idea de una renuncia no parecía creíble, pero con su desmentido quedó al descubierto que, al menos, ha transmitido la sensación de lo incómoda que está para hacer frente a una crisis que la golpea directamente.

Es lo que parece haber ocurrido, no en una, sino en distintas ocasiones. De hecho, se supo que uno de los orígenes de dicho rumor fue el comentario que deslizó en un encuentro con los máximos representantes de los canales de TV, aludiendo a que si los problemas actuales se solucionaran si ella renunciaba, lo haría sin problemas, porque no estaba "apernada".

Como sea, aun cuando las interpretaciones puedan haber sido equívocas, la precisión de la mandataria resultó sintomática de lo que está ocurriendo, donde lo que parece indesmentible es que los últimos escándalos, especialmente el que afecta a su familia, la han impactado tan fuerte, generando incluso la paralización del gobierno.

Es un secreto a voces lo afectada que está Michelle Bachelet con el caso Caval -que esta semana marcó la agenda con la declaración de su nuera, Natalia Compagnon en la fiscalía- el que no sólo la ha golpeado en lo personal, sino también en lo político.

Porque tal como confirman todas las últimas encuestas, desde que estalló ese caso, junto al desplome del apoyo que tenía, también ha perdido parte importante de su capital, como ha sido su credibilidad.

Es un escenario que preocupa a todos los sectores, considerando que en un país presidencialista como éste, la única salida a una crisis de la magnitud de la que se está enfrentando, es con el ejercicio del liderazgo presidencial.

Decisión de marginarse
Frente a las crecientes críticas que surgen desde distintos sectores que reclaman para que la Presidenta tome la conducción, ella misma ha asumido algunas, pero desmintiendo las debilidades de las que se le acusa. Fue lo que hizo esta semana, cuando en dos actividades en terreno afirmó que, contrariamente a lo que algunos sostenían, el gobierno no está paralizado, porque se está trabajando en todos los frentes.

Pero como indican muchos de sus críticos, ninguna de sus últimas apariciones dan cuenta, sin embargo, ni que esté retomando el control de la agenda, ni tampoco reimpulsando sus propias reformas, lo que confirma la falta de protagonismo de ministros como el titular de Educación, Nicolás Eyzaguirre, o la ausencia de otras propuestas legislativas relacionadas con compromisos programáticos pendientes.

En todo caso, más allá de esa parálisis, que algunos reclaman porque creen que un camino para enfrentar la actual situación sería recuperar la iniciativa, los principales cuestionamientos están dirigidos a su falta de disposición a liderar una salida al problema que se suscitó con los distintos escándalos que estallaron, que son los que generaron la crisis de confianza en que está sumergido el país.

Pero todo indica que sus planes no son hacerse cargo de esta situación. Porque cuando tras las denuncias del SII, la arista SQM del caso Penta, alcanzó con sus esquirlas al oficialismo, Bachelet sólo se limitó a defender la presunción de inocencia, al manifestar que esperaba que no hubiera un linchamiento generalizado.

De acuerdo a lo que indican algunos inquilinos de Palacio, en el ánimo de la Presidenta no está ponerse al frente de ninguna salida o acuerdo en la línea de lo que estarían impulsando los distintos partidos, sino que su decisión en esta materia sería sólo esperar las propuestas de la Comisión Engel, para luego hacer un planteamiento con todas las ideas que se recojan, con el fin de regular en el futuro la relación del dinero con la política.

Por ahora, nada más. Porque aun cuando la semana pasada, algunos personeros de La Moneda habrían mostrado disposición a participar de un acuerdo como el que han estado elaborando los partidos, finalmente se desestimó por considerar que no había piso suficiente para ello, ante la posibilidad de que se pudiera interpretar como un arreglo entre los políticos.

Tanto es así que, a pesar que algunos indican que el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, participaba de la idea, en el comité político del lunes cerró toda posibilidad.

Reclamo partidario
La inquietud de los políticos reclamando que la Presidenta asuma su liderazgo adquirió especial fuerza cuando percibieron que el caso SQM podría golpear de tal manera al mundo político, que la situación quedara completamente fuera de control.

Fue en ese contexto que se iniciaron los contactos en el Congreso tendientes a buscar una salida que al menos permitiera dar una señal frente a la crisis, al manifestar la disposición de realizar cambios profundos en materia de regulación.

La idea, que se trató con la participación de todos, incluidos los dos principales partidos de oposición, fue que la propia Presidenta liderara una suerte de acuerdo que, si bien se focalizara en proponer medidas para el futuro, pudiera actuar como freno al descrédito de la clase política.

Por lo que indican algunos de sus impulsores, en ningún momento se planteó la posibilidad de un acuerdo que pudiera implicar algún tipo de amnistía, o que éste buscara interferir en las indagaciones de la fiscalía, pero no se desconoce que para algunos, era importante que se estableciera que el SII retomará su papel de organismo recaudador, porque no le correspondía ser el denunciante ante la justicia.

Pero esa incipiente idea es la que fue desestimada por La Moneda, en parte porque no estaba clara, pero sobre todo, porque tampoco existe un solo criterio entre los partidos ni al interior de éstos, respecto a lo que se quiere concordar.

Como tampoco en el comité político se desestimó por completo, sino que se planteó que se debía buscar una salida institucional, los dirigentes partidistas continuaron con su esfuerzo para insistir en su camino, al que no renunciarán a pesar de que esta semana abortó un encuentro en que se iba a tratar de concordar un compromiso de todos, básicamente por el rechazo de algunos partidos de izquierda.

Nada por ahora
Pero aun cuando la base principal de la propuesta de los partidos, es recurrir al necesario liderazgo de la Presidenta Bachelet, para lo que incluso - a diferencia de la actitud inicial- comprometen el respaldo total a lo que haga la comisión Engel, la decisión de la mandataria parece ser continuar al margen.

Una prueba de ello, es la reiteración por parte de los ministros de La Moneda, de que no es cierto que la mandataria no esté ejerciendo su liderazgo, porque se ha hecho cargo de los problemas que enfrenta el país, como la catástrofe del norte, mientras en los relacionado con la crisis política, insisten que sólo se buscarán grandes acuerdos para la transparencia en el futuro.

En otras palabras, nada por ahora. Es lo que también se desprende de los dichos de la propia Presidenta a los corresponsales extranjeros, cuando descartó cualquier tipo de acuerdo que pudiera interpretarse como "arreglín", incluso al aludir a que eso fue lo que los partidos expresaron a la salida del comité político, quedó en claro que ella misma lo desestimó.

Es que según lo que indican personeros de Palacio, la estrategia de Bachelet para recuperar la confianza, en ningún caso pasa por enfrentar esta crisis como un asunto prioritario, sino que la decisión es esperar que ella siga su curso, sin que nada aparezca como que se está interfiriendo en las tareas de la fiscalía.

En esa línea, la idea es continuar con sus salidas a terreno, para lo que incluso ha retomado el uso de su delantal blanco de médico, con la expectativa de esa forma podría recuperar al menos parte del capital político que ha perdido.

No es, en todo caso, una receta compartida, porque de hecho los sondeos demostraron que su presencia en la catástrofe del norte no le redituó nada en términos ni de respaldo, ni de confianza.

Es que a estas alturas, no es ése el liderazgo que se le reclama, porque más allá de que acepte o no la posibilidad de encabezar un acuerdo como el que pretenden los partidos, la demanda general es que se haga cargo de que el país está frente a un problema político serio, del cual la única salida es que ella lo asuma en toda su dimensión, no con desmentidos a que no renunciará.

Realmente no entiendo de que se sorprenden con esto los partidos políticos.

Todos hemos conocido directores o gerentes que parecen hacerlo muy bien y pontifican al respecto en sus oficinas en momentos de normalidad, pero cuando las crisis afloran brillan por su ausencia de mando. Es lo mismo en todos los ámbitos. Solo que en la empresa privada es un poco más crítica la selección y promoción de talentos directivos y esto no es la norma. En la política si.

Obviamente alguien como Bachelet no puede liderar nada. No tiene las capacidades para ello. Lo que tiene es la capacidad de encantar a la gente con el discurso de abuelita chocha y con ello generar el que los políticos trataran de sumarse al encanto como moscas a la miel.

Eso era bastante obvio antes, para quienes tienen una mirada más crítica y muy evidente ahora para todo el mundo.

Y eso efectivamente es un problema. Este tipo de “liderazgos” funcionan muy bien cuando no hay nada crítico o urgente que hacer o cuando se le puede echar la culpa a otros. Como los directores a quienes nadie ve salvo en sus oficinas detrás de un mac de 27” chateando o hablando en los pasillo de manera grandilocuente.

Pero en este caso, cuando la misma presidenta está implicada directa o indirectamente en todo el embrollo y no puede responsabilizar a nadie adicional ni decir que todo el resto lo hizo pero ella no, ciertamente hay una incompatibilidad entre la imagen que se cree se tiene y la que comienza a percibir la gente.

Como se salen de estos embrollos??…

Como lo suelen hacer este tipo de líderes…

No hacer nada y esperar a que aparezca alguien que lidere la solución del problema, y después quedarse con los créditos.

El enorme problema es que no existe aparentemente nadie de los candidatos a liderar hasta ahora que no esté contaminado con el tema.

Esto no es malo en lo absoluto. Tal vez podamos contar con nuevas clases de políticos más pronto de lo que creía.

Pero si es una gran crisis, no tanto en términos de lo que se ha hecho, sino de la imagen que la población tenía de los políticos y gobierno antes respecto de la actual.

Como se recupera esa imagen y la confianza??. Difícil saberlo. Lo más probable es que no se pueda en lo absoluto. Y supongo que eso tiene vueltos locos a los políticos. El único capital que tienen para mantenerse en las próximas elecciones lo acaban de perder, al menos momentáneamente.

Pero lo más probable es que sigan sin hacer nada realmente apostando por la poca memoria que suelen tener los votantes. Algunos “acuerdos” generales, compromisos, rasgaduras de vestidos varios y la esperanza de que eso comience a borrar paulatinamente todo.

Eso ha resultado siempre, así es que lo único que nos queda es esperar a ver si esta vez lo hará nuevamente.

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1 comentario:

  1. El paralelo con Francois Hollande en Francia salta a la vista.
    Un presidente incompetente simplemente no sabe que más hacer y se hunde en una especie de inercia depresiva, marcada por el wishful thinking o la negación. Es un espectáculo bastante patético.

    En relación a la elección de Bachelet, son los electores quienes in fine tienen la responsabilidad. Todo estaba a la vista al final de su primer mandato : la corruptación, la falta de liderazgo frente a la adversidad, la negación a aceptar sus responsabilidades. ¿Que más se puede decir?

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