13 noviembre, 2018

¿Es el mercado laboral el Talón de Aquiles de la actual administración?


@pulso

Antes del ingreso de la reforma tributaria, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, pidió paciencia al empresariado. Meses después, el escenario pareciera no haber cambiado demasiado en términos de expectativas.

El gran responsable pareciera ser el mercado laboral. De acuerdo con el INE, la tasa de desocupación en el trimestre julio-septiembre mostró un alza de 0,4 pp (llegando a 7,1%), en relación al mismo período del año pasado. En 12 meses la creación de empleo -dice el ente estadístico- subió sólo 0,5%, creándose 42 mil puestos de trabajo.

Estos datos contrastan con la promesa de creación de 160 mil plazas laborales anuales de la actual administración. Sin embargo, los registros administrativos (julio 17-julio 18) cuentan otra historia: muestran 222 mil nuevos puestos de trabajo.

Y el propio INE realizó ajustes a su índice de remuneraciones, mostrando ahora alzas mayores. Todo lo anterior va en línea con lo que ha dicho el propio Banco Central, respecto a que datos administrativos reflejan un panorama mejor. Con todo, la discusión, al menos desde el punto de vista político sigue abierta.

Según el ex presidente del BC, Rodrigo Vergara, en el primer semestre “predominó una visión quizás excesivamente optimista del crecimiento económico y las expectativas subieron más allá de lo razonable”, idea con la que coincide Cecilia Cifuentes, de la Universidad de Los Andes quien agrega “que el mercado sobreinterpretó los efectos de la recuperación de la actividad”, en un ambiente laboral que “ha tenido que empezar a adaptarse a los procesos de automatización”.

En esa línea, Javier Hurtado de la CChC apunta que “efectivamente hay más gente buscando empleo, en lo que incide el factor inmigración por una mayor oferta de trabajo”, presionando, además, a la baja los salarios. Aunque también apunta a un factor político: “En la medida que se atrasen las reformas, el escenario se vuelve también más complejo”, recalca, punto que rescata Alejandro Fernández, de Gémines. “También hay menos optimismo en el éxito de las reformas del gobierno”.

Sobre qué hacer, el presidente de la CPC Alfonso Swett señala que “el crecimiento no puede ser un tema de división política, sino un desafío de nación con convicción de un mejor Chile construido por todos y para todos”.

Estamos en una situación compleja en términos de mercado laboral.

Hemos alimentado durante los últimos 20 años la creación de una infinita gama de profesionales absolutamente inútiles, y que copan mercados laborales a los que no estaban destinados en primer lugar.

Particularmente en las áreas sociales que están completamente saturadas.

Y eso se suma a la creciente automatización de procesos debido a que el costo de la mano de obra en Chile se está haciendo cada vez más cara, sin considerar el periodo anterior de Bachelet donde muchas empresas iniciaron procesos de optimización de costos que resultan en que ahora pueden producir más sin mayores contrataciones.

La única forma de generar aumentos de sueldos es provocar un escasez de mano de obra en relación a la oferta laboral.

Y eso no se hace aumentando el costo de la mano de obra. Tampoco aumentando los impuestos a la renta o haciendo más difícil despedir o cambiar a alguien.

Los trabajos de “calidad” no existen. Solo la necesidad de contar con mano de obra calificada y escaza en un ambiente de crecimiento provoca la estabilidad y mejor calidad de recompensas y condiciones de los empleos.

Y el gobierno de Piñera parece ir hacia el lado opuesto de donde debería estar apuntando para lograr lo anterior. Debe ser el gobierno de derecha más socialista o progresista de la historia chilena. Curioso. Pero no es una tendencia ajena a la evolución de las corporaciones desde donde viene Piñera, que probablemente están fuertemente influenciadas hoy por las nuevas generaciones de universitarios en los puestos directivos que vienen con el chip de lavado cerebral de izquierda y liberal progresista incorporado que ahora tienen las universidades.

Piñera aplica el modelo de gestión conceptual de sus empresas y corporaciones al gobierno, y este es el estado actual de cosas en aquellos ámbitos. Imprimir artículo

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