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Esperó pacientemente a que expusiera el presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, y la líder del Senado, Isabel Allende. Así, tras casi una hora en el escenario de Enade, Michelle Bachelet comenzó su intervención.
Su discurso se basó en entregar señales claras de tranquilidad hacia el mundo empresarial, que en los últimos días ha manifestado preocupación respecto de la agenda del Gobierno, particularmente con la última iniciativa comprometida, que es la reforma laboral.
Durante su intervención, la mandataria destacó el diálogo que ha sostenido su Gobierno con la CPC y la CUT, el fin del multirut y el acuerdo para lograr un salario mínimo de $250.000 a enero de 2016. También puso énfasis en que las reformas se llevarán a cabo, porque están comprometidas en su programa y defendió los cambios en la institucionalidad laboral que vienen.
Ya en las primeras líneas, Bachelet marcó el tono. “No habrá desarrollo social sin una economía productiva y dinámica. Pero (…) se requiere también de las condiciones sociales, políticas e institucionales adecuadas”, señaló la mandataria al explicar que las transformaciones son condiciones indispensables para el futuro del país. “Chile no parte de cero”, continuó la mandataria, en referencia a las críticas refundacionales que han surgido constantemente desde la oposición. Sin embargo, argumentó que el entramado institucional y político actual “no puede canalizar adecuadamente esas nuevas energías y realidades sociales”.
De igual manera, Bachelet reconoció que los cambios institucionales generan “algún grado de incertidumbre” y que la respuesta para enfrentar el problema es “más trabajo y más diálogo”. La mandataria agregó: “Prefiero asumir y conducir las inevitables divergencias que crean las reformas que hay que hacer, antes que aceptar resignada que se frustre esta oportunidad de desarrollo”.
Bachelet además defendió que el proceso de reformas se esté llevando a cabo en medio del escenario de la desaceleración, que declaró, “más allá de sus cruciales factores externos, es también el efecto de que en el último tiempo no hayamos proyectado a largo plazo las condiciones sociales y productivas que hacen posible el crecimiento sostenido de nuestra economía”.
La jefa de Estado intentó refutar el argumento de parte de la oposición y también del mundo económico, detallando que el escenario no es propicio para las reformas. “Decir que no es el momento, atendiendo a una coyuntura, en lugar de comprender las condiciones estructurales de nuestra sociedad (…) es una falta de visión que Chile no se puede permitir”, subrayó.
Bachelet quiso aprovechar el momento para interpelar a los presentes: “No hemos estado ni estaremos en una política de hostigamiento hacia el sector empresarial. Tenemos tantos desafíos en común: hacer de Chile un país más desarrollado y que esto se traduzca efectivamente en mayor igualdad de oportunidades a todos nuestros compatriotas”.
Respecto de las críticas de los empresarios a través de los medios de comunicación, Bachelet afirmó: “La descalificación renta quizás en los titulares inmediatos, pero lo que hace la diferencia es la capacidad de encontrarse en el trabajo”.
La jefa de Estado insistió que la base de su proyecto está en el diálogo, poniendo como ejemplo la reforma educacional, en la que indicó que se ha escuchado a todos los actores. Incluso indicó que las puertas de La Moneda están abiertas, pero detalló que la conversación entre las partes debe ser sin descalificaciones, con “reglas básicas de responsabilidad y de respeto a las que no renunciaremos”.
Hacia el final de su discurso, la Presidenta emplazó a los empresarios a cuidar el clima político. “Este llamado incluye a la clase política en general y también a ustedes que son actores no solo del crecimiento y la inversión, sino también del clima social”, concluyó.
Este es el problema. Políticos que no tienen ni la menor experiencia real en empresas ni como se mueven, se definen sus inversiones o se toman las decisiones de localización de capitales.
Si se colocan muchas restricciones en el mercado laboral, lo que sucede es que se automatizan procesos. Si se colocan muchos impuestos, se opta por lugares con similar riesgo y mayor retorno. Y por supuesto se “recoge” caña, esto es, se aceleran los retornos y se hacen caja los ingresos así como se postergan gastos y/o inversiones. Eso es lo que producen estas “medidas” que la gente “acumule” capital a la espera de saber donde colocarlo. Sin considerar que los inversionistas extranjeros y nacionales ya no compran deuda corporativa con las mismas condiciones y por lo tanto el costo del capital aumenta. Y aquí estamos hablando de corporaciones. Los negocios medianos y pequeños que representan la gran mayoría de la generación de empleos, simplemente cierra. Le guste a quien le guste, los trabajos los generan los empresarios y emprendedores, no el gobierno. La única forma de tener mayor prosperidad general es generar puestos de trabajo de mayor calidad, y eso se hace atrayendo a empresas de mayor valor agregado para que se instalen en nuestro país. Esta gente está preocupada de la desigualdad, que siempre va a existir, (incluso en la biblia se cita esto), no de mejorar las condiciones de los segmentos menos afortunados. No se pueden alterar los ciclos económicos y de negocios, solo prepararse como sociedad y gobierno para los periodos de alta y provisionar para hacer menos dolorosos los de baja. El problema es cuando los políticos piensan que pueden alterarlo para intentar mantener sus groseras prebendas y pensiones de por vida sin trabajar un peso para nadie más que para ellos.
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