24 marzo, 2013

El sistema previsional en crisis

 

La tercera:

EL SISTEMA PRIVADO de pensiones está entregando pensiones por un valor muy inferior al que prometió al ser instalado, en 1981.
Las capas medias sin ahorro voluntario alcanzarán tasas de reemplazo promedio por debajo del 50%. Se intenta disuadir de la búsqueda de alternativas, diciendo, sin los fundamentos del caso, que los sistemas europeos están quebrados y que reinstalados en Chile generaría pensiones más bajas. No obstante, lo claro es que los recursos acumulados no alcanzan para ofrecer pensiones dignas a una mayoría de la población. Esta situación obliga a que el Estado entregue pensiones y o que complemente los recursos ahorrados para alcanzar los niveles mínimos.
El debate es a veces víctima de cifras engañosas. Se afirma que la rentabilidad ha alcanzado un 8,7% promedio anual. Como muchos promedios, es un mal promedio. Mientras la rentabilidad promedio 1981-1991 fue superior al 12%, ya para el período 1991- 2001 había caído a poco más de 5%. Un estudio dado a conocer esta semana por la Asociación de AFP señala que la rentabilidad del período 2000-2012 fue de 5,25%. Más aún, si se considera el período julio 2005 a julio 2012, la rentabilidad promedio se ubica en torno al 3,5%. Si se considera que producto de la crisis financiera internacional han aumentado las regulaciones para reducir los riesgos que dejó ella en evidencia, es probable que las rentabilidades con suerte superen el 4%. Sobre esto es necesario agregar el efecto del pago de comisiones. En estas condiciones, la tasa de reemplazo va en vías de resultar aún más negativa.
Analistas vinculados a la industria explican que estos problemas derivan de la  longevidad de los chilenos, la caída en las tasas de rentabilidad del ahorro financiero en el mundo, la tasa de cotización obligatoria, las edades mínimas de jubilación, la informalidad laboral. Todos estos elementos eran previsibles.
En tal contexto, se propone una solución que deja intacto el negocio previsional: aumentar la edad de jubilación y la contribución obligatoria, hacer imponible el 18% promedio de la remuneración que hoy no lo es y reprimir la evasión y elusión previsional que afecta al 25% de los trabajadores chilenos.
Cabe, sin embargo, reconocer que el sistema de AFP no cumple los requisitos de un sistema de seguridad social, que está más orientado a proveer recursos de bajo costo a las grandes empresas, que no corresponde a un sistema laboral inestable que genera grandes lagunas previsionales ni a un sistema económico con una distribución profundamente desigual del ingreso y que está sujeto a riesgos sistémicos y financieros que no se condicen con la seguridad que debe caracterizar a los ahorros previsionales. Una AFP estatal que ponga atención a la incorporación de los más pobres, que estableciendo un convenio con el IPS transmita a los cotizantes las fuertes reducciones de costos de administración que permiten las economías de escala alcanzadas y que abra una opción pública de uso de los recursos de los fondos de pensiones, puede abrir horizontes novedosos para generar mecanismos más eficientes y un ambiente más favorable a un sistema solidario.

Aumentar la edad de jubilación, una decisión urgente

Un tema que siempre causa polémica entre los chilenos es la discusión sobre si aumentar o no la edad de la jubilación. Incluso, en el último Icare, Patricio Parodi, gerente general de Consorcio, manifestó en su exposición “Los grandes desafíos empresariales”, ser partidario de aumentar la edad de jubilación para los trabajadores en Chile.

En la reunión el ejecutivo señaló, como lo cita un medio especializado, que “cuando se hizo la reforma de 1981 al sistema de pensiones el mundo era distinto, y las expectativas de vida también eran distintas”.

Personalmente, apoyo la idea de aumentar la edad de jubilación en Chile. No obstante, y antes de comenzar a generar anticuerpos en los lectores, sostengo que la medida debería llevarse a cabo de forma diferenciada en función del tipo de actividad laboral que desarrolló el trabajador durante su etapa productiva.

Además, de la mano con esta iniciativa, debería realizarse una reforma al sistema previsional local, de manera tal que se pueda terminar con las asimetrías existentes entre las utilidades que reciben las administradoras de fondos de pensiones y la rentabilidad que generan los multifondos, lo que se traduce directamente en el ahorro final de cada cotizante.

En la década de los 80, cuando se realizó la reforma al sistema previsional, la esperanza de vida al nacer promediaba para ambos géneros 70,7 años, siendo 74,16 para las mujeres y 67,37 para los hombres. En ese momento se estableció que la edad de jubilación era de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres.

Técnicamente, mientras la mujer podía gozar de una “sobrevida” tras la jubilación superior a los 14 años, el hombre sólo podía contar con poco más de 2 años.

Actualmente la realidad ha cambiado de forma drástica. Hacia 2009 la esperanza de vida al nacer promediaba 78,4 años, alcanzando la mujer los 81,19 años y el hombre 75,74 años. Esto nos lleva a que la “sobrevida” tras la jubilación del hombre ahora supera los 10 años, y de la mujer llega a los 21 años.

Si a este análisis se le agrega que -desde mi punto de vista- no todos los trabajos deberían ser considerados de la misma forma al momento de jubilar. No es lo mismo el desgaste que acumula en su vida laboral untrader, ingeniero, periodista, abogado o un inversionista al de un obrero de la construcción, un operario minero o un conductor de Transantiago.

No es necesario detallar las actividades relacionadas a cada profesión, pero saltan a la vista las diferencias en esfuerzo y desgaste, y en la mayoría de los casos, en remuneraciones.

Los casos de periodistas, inversionistas y traders que se han mantenido vigentes trabajando hasta cerca de los 90 años son variados, pero para un obrero de la construcción, el avance de su edad significa una limitación respecto a las actividades que puede realizar en las faenas, hasta el punto en que ya no puede trabajar más.

Frente a este escenario, ¿es justo que un trader se rija bajo las mismas leyes previsionales que un obrero de la construcción? Éste es un punto que no ha sido sometido a estudio en Chile, pero claramente es una situación que merece y requiere ser analizada.

Otra problemática considerada en el debate de aumentar o no la edad de jubilación, es qué motiva a un trabajador a continuar su actividad laboral tras cumplir la edad necesaria para jubilarse.

Acá existen dos respuestas posibles para los dos tipos de trabajadores citados, volviendo nuevamente al ejemplo del trader y el obrero de la construcción. Si el trader decide seguir inmerso en el ambiente laboral después de cumplir los 65 años, puede ser porque siente que todavía cuenta con la capacidad para llevar a cabo su trabajo, se siente competente, se mantiene activo y aparte no desea disminuir sus ingresos.

No obstante, éstas razones no pueden ser homologadas al caso del obrero, el que -en un importante número de casos- requiere seguir trabajando después de cumplir su edad de jubilación porque simplemente sólo con su pensión no puede mantener su nivel de vida, por precario que éste sea.

En conclusión, un trader, inversionista, periodista, abogado, notario, ingeniero y un sinnúmero de otras profesiones similares podrán fácilmente jubilar a los 70 o 75 años sin alterar su calidad de vida. Al contrario, los trabajadores que realizan labores pesadas, de fuerza y desgaste físico, deberían dar término a su vida laboral a los 60 años o incluso antes.

GANAS TÚ, GANAMOS TODOS; PIERDES TÚ, NOSOTROS SEGUIMOS GANANDO

Durante 2012 las utilidades de las AFP chilenas aumentaron casi 38%, alcanzando los USD 582 millones. Sólo hasta septiembre del año pasado las administradoras de fondos de pensiones registraban un incremento en su última línea de 47,4%. Las razones del avance serían una mayor rentabilidad del encaje junto y un incremento en el número de cotizantes y del sueldo promedio de los afiliados.

Sin embargo, para el mismo periodo la rentabilidad más alta de cada multifondo de las AFP fue la siguiente: Fondo A 6,84% (Planvital); Fondo B 5,61% (Planvital); Fondo C 5,00% (Planvital); Fondo D 4,24% (Modelo) y Fondo E 3,57% (Habitat).

A primera vista hay una clara diferencia entre lo que ganan las AFPs por administrar los fondos de los cotizantes, y lo que obtienen los trabajadores por depositar el 10% de su sueldo mensual en cada una de estas instituciones. En términos porcentuales, el avance es levemente superior a lo que hubiese obtenido un cotizante en un depósito a plazo o una cuenta de ahorro. Pero al menos, la decisión habría sido propia.

En estas asimetrías en la repartición de los beneficios que obtienen las AFPs, administrando dinero que no les pertenece, está uno de los principales problemas del actual sistema previsional.

Es necesario invitar a la reflexión respecto a que cada vez que se lleva a la discusión el aumento de la edad para la jubilación, se dejan de lado diversas variables que son determinantes para poder analizar el tema con una mirada holística e integral. Limitarse a sumar o restar años es no entender el problema, o lo que es más grave, evadir intencionalmente los temas de fondo.

Por último, el objetivo de estas líneas es mostrar que la situación previsional en Chile es compleja, y que frente a ella existen diversas formas de ahorro e inversión que pueden resultar más llamativas.

La idea es que los trabajadores, desde el trader al obrero, conozcan el escenario en el que se desenvuelven y evalúen otras opciones, ya sea si podrían optar a mantener su estándar de vida tras jubilarse, si querrán o necesitarán continuar con su actividad laboral y por cuántos años les gustaría disfrutar de su actual estilo de vida.

Es muy probable que considerando otras formas de inversión para esos ahorros, incluso algunos conservadores, su rentabilidad sea levemente superior a la entregada por las AFP, pero si esa tendencia la multiplica por 40 años, la historia es completamente diferente.

Ésos son cuestionamientos que cualquiera debe hacerse hoy, ya que mañana puede ser muy tarde.

Esa es la razón por la que hay que cambiar el sistema. Estaba diseñado para una sobrevida de 2 años para el hombre y 10 para la mujer, la que contaría estadísticamente con su jubilación y la de su pareja. Y con una rentabilidad que se basó en los primeros años de boom para mostrar su promedio.

Como debe ser claro en los números anteriores, como sistema, no existe forma de que este provea hoy una jubilación del 70% de los ingresos, o del 50%, imposible con esas rentabilidades y sobrevida. Van a esperar que se produzca una revolución para entender esto?.

Pueden jugar con los fondos A y E todo lo que quieran los sistemas de cambio, y pueden plantear un aumento de edad y aportes los pro-sistema, al final su rentabilidad será estadísticamente la de los mercados o inferior, y eso no sirve para lograr el objetivo original de un sistema de pensión, que no es el entregar capital gratuito a las empresas chilenas para que aumenten su valor patrimonial, es generar pensiones decentes que permitan a los jubilados vivir dignamente con sus necesidades básicas cubiertas. El nivel sobre esa línea por supuesto dependería de lo que cada uno hizo individualmente para ello.

Hay que cambiar el sistema. Si no se hace eso, nos arriesgamos a tener un problema social de proporciones épicas en 10 años, el gobierno será solvente, sin duda, pero con un país de abuelos atendiendo mc donalds y haciendo el aseo en malls y con un desempleo juvenil del 50% considerando que para esa época todos serán universitarios con post grados y una deuda consolidada por ese hecho enorme, y por lo tanto no tendrán ninguna ventaja competitiva entre ellos. Vamos directo al precipicio social, hay que hacer algo. Y los políticos no van a ser los que den el primer paso, debes ser tu.

CAMBIEMOS EL SISTEMA.

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