28 mayo, 2018

Piñera ¿feminista?


@blogselmercurio

¿Es creíble que quienes se opusieron al divorcio, a la igualdad de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, al divorcio, al aborto, a la píldora del día después (porque a todas esas cosas la derecha se opuso) aparezcan, de pronto, promoviendo una agenda de género, un repertorio de iniciativas que abogan por la igualdad entre hombres y mujeres?
La derecha piensa que sí, que ella luego de haberse opuesto con todas sus fuerzas a todas esas cosas puede, ahora, liderar un programa de igualdad de géneros.
Pero a poco de reflexionar se descubre que algo así no es posible. Cada uno está preso de sus actos pasados, de su conducta previa y no es cosa de declarar de un día para otro que ha cambiado, que las cosas serán ahora radicalmente distintas. A esa imposibilidad de contradecirse a sí mismo los juristas lo llaman -desde muy antiguo- doctrina de los actos propios: la imposibilidad de contravenir el sentido objetivo de la conducta pasada. Los pecados de la vida personal pueden perdonarse y siempre es posible comenzar de nuevo (a eso H. Arendt lo llamaba la natalidad de la vida humana), pero eso no es posible en política. En la arena de la política usted no puede haber luchado contra la igualdad de los hijos, el divorcio, el aborto y la píldora, y pretender que, de pronto, se le crea defensor de la igualdad de género.
Pero, sin embargo, eso es lo que el Presidente Piñera y sus ministros pretenden.
Es como si la Iglesia Católica chilena, que parece contar con un abusador para revelar cada día, se ofreciera para proteger a la infancia. O que luego de promover a María como imagen de mujer, luchara contra la división sexual del trabajo.
No es posible.
Lo que ocurre es que hay un vínculo indisoluble entre las demandas a las que la derecha históricamente se ha opuesto (tomada de la mano con la Iglesia Católica) y las actuales demandas de igualdad.
Si lo que las mujeres, las muchachas y las niñas de hoy reclamaran fuera simplemente más justicia distributiva entre los géneros -igualdad de rentas, no discriminación y cosas así, todas, desde luego, muy importantes-, la agenda que acaba de anunciar la derecha tendría sentido y sería capaz de apagar el fervor de estos días. Si el problema de las mujeres fuera solo el trato desigual o el abuso en las relaciones laborales o educativas, la agenda que con su habitual entusiasmo y falta de carisma anunció el Presidente estaría bien.
Pero ocurre que el problema para las mujeres no es el abuso o la falta de justicia, es la dominación.
La dominación no es lo mismo que la injusticia. Usted trata injustamente a alguien cuando le da menos de lo que merece; usted la domina cuando mediante la fuerza o, como es más frecuente, mediante la cultura y la socialización le indica su lugar en el mundo y le enseña que su voluntad en ciertos aspectos no cuenta.
Y lo que las mujeres hoy reclaman es autonomía o si se prefiere soberanía sobre sí mismas, la que no es concebible si no tienen también autonomía o soberanía sobre sus proyectos vitales y sobre sus cuerpos.
Y basta recordar la manera en que la derecha ha resistido una razonable ley de aborto para advertir cuán lejos está en realidad de las demandas que las mujeres hoy día plantean, por más esfuerzos, sonrisas y gestos de comprensión que Piñera haga. El mejor ejemplo de esa distancia es el ministro de Salud, Santelices, que un día, entre gallos y medianoche, modifica el protocolo de aborto para estrechar las posibilidades de que se lo practique (y se ensanchen las de objetar conciencia) y al día siguiente aparece promoviendo la agenda de género a propósito de las isapres. Un día se esmera en reducir las posibilidades de que una mujer violada aborte y otro proclama la igualdad de géneros. Y pretende que se le crea. ¿No será confiar demasiado en la ingenuidad del público?
El repentino feminismo de Piñera puede ser producto de una simple impostura, de un oportunismo rampante, o, en cambio, el resultado de un error de diagnóstico, de la creencia de que todos los fenómenos sociales son reivindicativos y ninguno demanda cambios estructurales.
Lo más probable es que ese feminismo sea el fruto equilibrado de ambos, del oportunismo y la incomprensión. Solo una cosa resultará con toda certeza de todo esto: se acabarán los chistes groseros y sexistas -¿se acuerda?- con que hasta ayer el Presidente gustaba adornar sus intervenciones.

Cuando eres un martillo ves todo como clavo.

Esto no tiene que ver con identificación política. Es algo mucho más profundo.

Es una generación que ha sido criada y educada por izquierda, centro y derecha pensando en privilegios, derechos y en una burbuja sensorial que resulta en la demanda de que todo sea entregado a ellos sin ninguna clase de dificultades o molestias y que cualquier cosa que ellos interpreten como atentatoria a sus supuestos y amplísimos derechos debe ser erradicada de la sociedad.

Es ultra preocupante, para todos, que los niños y jóvenes no entren preparados a la adultez con las herramientas y armas que les permitan lidiar con lo difícil, competitivo y despiadado que es el mundo y la vida en general.

Se supone que la misión de los padres es criar a los niños con los valores y la fortaleza de carácter y espíritu necesarios para enfrentar el mundo. Y se supone que las universidad deben forjar ese carácter e inteligencia de manera de formar adultos con una increíble capacidad de análisis de múltiples ideas y transformar esas ideas en planes accionables mediante la discusión y análisis.

Por otro lado…

El aborto tiene que ver con creencias religiosas, y hasta donde recuerdo hasta hace 25 o 30 años el 95% del país era católico. Y el 95% del país no es de derecha.

Que Irlanda, país ultra católico haya votado a favor del aborto es la señal clara de que existe una baja considerable en los creyentes activos religiosos en el mundo desarrollado occidental, y Chile está entrando en esas ligas.

Respecto de la dominación opresiva…

De verdad???

Yisus Kraist…

Por algo así como 10 millones de años hombres y mujeres, o hembras y machos humanoides tuvieron que luchar juntos contra el ambiente, el hambre, escasez, plagas, guerras, matanzas…

Estoy seguro que mientas escapaban de depredadores de 5 metros y una tonelada de asesino peso los hombres maquinaban el como oprimir a la mujer…

O en la época colonial o pre industrial, con una pobreza espantosa y con una economía agraria basada en el músculo y el arado estoy igualmente seguro que las mujeres se sentían oprimidas en las casas mientras sus esposos trabajaban de sol a sol arando a mano y planificando como iban a construir una estructura social opresiva hacia la mujer dejándola en la casa cuidando a los niños.

La construcción social presente hoy en día es la construcción social que se formó naturalmente de la sociedad y compañerismo entre hombre y mujer asignando sus roles de manera espontánea y orgánica, y que le permitió a la humanidad llegar al día de hoy.

Pensar que eso es producto de dominio y opresión premeditada y estructurada masculina como razón de la sociedad actual es lo más retardado que he leído en el último tiempo.

Yisus…

Gracias a los avances tecnológicos y abundancia nunca experimentada antes, las mujeres pueden acceder hoy al mundo laboral que era eminentemente físico, y por ende masculino, salvo un porcentaje insignificante de la población. Y aún no sabemos muy bien como van a compartir el mercado laboral hombres y mujeres en el largo plazo, particularmente cuando no exista suficiente trabajo para ambos.

Estamos en terrenos desconocidos para la humanidad donde las religiones, gobiernos, tradiciones y estructura social milenaria están en cuestionamiento.

Decir que vienen tiempo extremadamente extraños y críticos suena liviano al menos.

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