@DF
El 62% de los chilenos cree que el gobierno debería retirar o moderar las actuales reformas tributaria, educacional y laboral.
Así lo revela la última encuesta Plaza Pública realizada por Cadem en la cual el 37% de los consultados respalda la opción de "retirarlas y volver a presentar nuevos proyectos" mientras que el 25% aprueba "moderarlas para evitar efectos en la economía y el empleo".
Por su parte, el 30% de los encuestados prefiere "produndizarlas porque han sido insuficientes" y sólo un 5% optaría por "mantenerlas tal cual están".
En otra arista de la encuesta ligada al cientista político Roberto Izikson, el 74% de los consultados cree que el gobierno va por la "dirección equivocada", 14 puntos porcentuales mayor que en agosto de 2015, frente al 21% que estima que el rumbo es el correcto.
En línea con lo anterior, sólo un 26% está de acuerdo con el programa de gobierno mientras que el 65% está en desacuerdo.
Aprobación de Bachelet
En la primera semana de julio, el 21% aprueba la gestión de Michelle Bachelet y un 69% la desaprueba, sin presentar diferencias significativas con la última semana.
De igual forma, independiente de la imagen de la presidenta, un 73% afirma que la mandataria ha hecho un mal gobierno mientras que el 23% que considera que ha hecho un buen gobierno.
La aprobación del gabinete ministerial anotó un ligero aumento el respaldo hasta 15% (+2 pts.) mientras que la desaprobación cayó a 73% (-3 pts.)
Por supuesto no van a hacer caso de las encuestas. Nunca lo hacen. Los votantes somos unos insignificantes participantes de la democracia, al menos hasta que se acercan las elecciones donde volvemos a retomar importancia para la clase política, solo hasta que queda claro que el establishment se mantuvo en sus posiciones, hasta la próxima elección.
Algo que es increíble de ésta gente es el nulo entendimiento de la economía y los efectos que leyes estúpidas pueden producir en aquella, y por tanto en la sociedad como un todo.
Cualquier persona racional entiende que cambios de regla en la tributación, educación y contratación provocarían grandes incertidumbres. Más aún si son simultáneos. Y peor aún si son mal diseñados, peor explicados y desastrosamente implementados.
Lamentablemente, como proceso, la pérdida de confianza en las instituciones gubernamentales es lento. Pero una vez que comienza, como parece ser el caso no solo en Chile sino en todo el mundo, es dificil detener ese proceso, lo que provoca en general la lucha entre la clase política que quiere mantener sus privilegios, y la ciudadanía que está harta. Esa lucha es la génesis de todas las revoluciones.
Esperemos no llegar a esos extremos, ni en Chile ni en el resto del mundo, y que la transición sea básicamente por una renovación de la clase política por gente más apta y menos corruptible.
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