¿Cómo observa la decisión del Tribunal Supremo?
La decisión formaliza un acto que ya existía. Pero no reconocer a la Asamblea Nacional, recientemente electa, es una violación abierta a la Constitución y sobre todo, a la democracia, porque impide su ejecución. Sea o no sea un acto legal, la decisión es un acto ilegítimo, porque violenta una posición clarísima del pueblo, y por lo tanto, rompe los esquemas convencionales de la democracia; la división de poderes, el respeto institucional y la existencia de la casa del pueblo. Pero es el reconocimiento de algo que ya pasaba. Hoy tenemos un impacto distinto, es un acto más explícito. Es como pasar de una película pornográfica al sexo explícito. Pero el fondo es el mismo. Desde que la Asamblea se instaló nunca se le permitió cumplir ninguna de sus funciones constitucionales.
¿Qué podría hacer la oposición?
Nada distinto. La Asamblea sólo tiene la posibilidad de continuar su lucha simbólica porque no tiene la capacidad de concretar acciones distintas. Es una institución sola dentro de la institucionalidad del país, ya que todo el resto está controlada básicamente por el Estado y la revolución. Ella puede tomar decisiones y puede plantear una lucha, pero una lucha política simbólica.
Maduro parece no desistir ¿Cómo logra mantenerse y hasta cuándo puede sostenerse esta situación?
Son 18 años de poder anclado con una gran concentración. Durante muchos años se basó el chavismo en su propia fuerza popular pero hizo una toma de las instituciones, incluyendo la incorporación del sector militar en el gobierno para protegerse. Hay una gran crisis pero también hay una población dependiente, que recibe dádivas del Estado y que a lo mejor ya no los quiere pero tampoco tiene las armas, ni la organización ni el liderazgo ni la confianza para protegerse y pelear por cambios. El gobierno enfrenta también una oposición fracturada, sin liderazgo sólido. No estamos ni siquiera en el clímax de la crisis, la oposición, quizás en su ánimo de atacar al gobierno, vende la idea de que no hay nada más. Que estamos en el peor momento que se puede llegar. Pero se puede empeorar.
Esto debería ser una lección para todo el mundo. Sobre todo para aquellos que creen que quienes tienen el poder son los empresarios o la gente con dinero dentro de un país.
No es así.
Los empresarios no tienen los tanques. Los tiene el gobierno. Y Venezuela es el ejemplo claro de un gobierno tratando de preservarse a costa de todo y todos.
Y el analista tiene razón. Siempre puede empeorar. Hasta el punto en el que la gente no tenga nada que perder porque se está muriendo de hambre.
Es una lástima que un país tan bonito con gente tan agradable tenga este gobierno tan catastrófico, y fuerzas armadas y policías que se han aliado con el gobierno en vez de con su gente. Esa es la peor combinación posible. Y el mayor peligro. Y los gobiernos lo saben. Y la gente no, hasta que ya es tarde.
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