Con el peso del planeta. No hay nadie que capte mayor atención en Tokio 2020 que Simone Biles. La gimnasta estadounidense de 24 años carga con la insoportable mochila de ser en solitario la superestrella en Japón. Y ahí está ella, con buzo, mascarilla, sentada en una butaca, viendo a otras haciendo lo que ella posiblemente haría mejor. Ella prefirió pasar. Y con eso dio un salto al vacío. Nadie sabe qué siente realmente, qué le pasa realmente. Nadie sabe, pero todos opinan. Mientras rusas, chinas y japonesas intentan convencer a unos jueces implacables, los que no compiten reparten sus miradas entre las pruebas y la tribuna, el nuevo lugar que eligió quien hasta esta semana era perfecta.
En el Olimpo, tres son las columnas de mayor importancia. El atletismo, la gimnasia y la natación, las disciplinas desde donde se articula el espíritu de los anillos. De ahí nacen los más prominentes dioses del deporte para nunca morir. El legado de Nadia Comaneci, Abebe Bikila, Mark Spitz, Jesse Owens, Larisa Latynina y Carl Lewis quedó por siempre en la historia y en la memoria colectiva.
La reciente era del olimpismo juntó a un trío de deportistas que revolucionó el planeta, no solo a punta de récords, triunfos y kilos de medallas, sino que, además, porque aportaban carisma, alma y liderazgo, características fundamentales para la creación de una divinidad. Los Juegos Olímpicos son el escenario predilecto para elevar a lo más alto la figura de los atletas y que, así, queden impregnados en la cultura popular.
En Atenas, Beijing, Londres y Río, Michael Phelps, Usain Bolt y Yelena Isinbayeva eran los receptores de culto entre la gente. Bolt, el ser humano más rápido de todos, amigo de los fans y un showman con mucha sangre por las venas. Isinbayeva, otra acumuladora de récords, que con su dominio en la garrocha, estampa imponente, inteligencia y belleza era un imán de interés público. Y para qué hablar de Phelps, protagonista en la piscina de muchas carreras apasionantes (y tantas otras en las que aplastaba a sus rivales), quien cada vez que se volvía de unos Juegos, lo hacía con poco espacio en sus maletas por tanto oro.
Llegada la cita de Brasil, cinco años atrás, el público sentía que iba quedando huérfano de ídolos con una Isinbayeva excluida tras el escándalo de dopaje estatal de Rusia, un Bolt que anunciaba que serían sus últimos Juegos y un Phelps que se cansaba de ganar y de estar sometido siempre a los agotadores test de doping. Hasta que irrumpió de manera fantástica la pequeña gran gimnasta. Biles conquistó cuatro oros y un bronce, igualó a otras cuatro atletas tetracampeonas y se echó al bolsillo el cariño popular.
Poco antes de abandonar en la final por equipos del all around, Biles ya estaba con rostro de incomodidad. (AP)
De Río hasta Tokio, siguió ganando medallas en Copas del Mundo, sin adversario a su estatura. Haciendo crecer las apuestas a su favor de cara a la cita tokiota. En ese periodo, sacó la voz para denunciar los terribles abusos de Larry Nassar, médico del equipo norteamericano de gimnasia, quien abusó de al menos 265 deportistas, incluida ella. Otro episodio atroz de una vida turbulenta, con una infancia complicada por los problemas de droga y alcoholismo de su madre, que de alguna manera tienen que haber forjado su valentía y coraje más allá de lo que pase en el gimnasio. Biles se prometía a sí misma e inspiraba con su relato a más mujeres a atreverse a denunciar abusos. “Me encanta este deporte demasiado y nunca he sido cobarde. No dejaré que un hombre y los otros que lo permitieron roben mi amor y alegría”, comentaba. Tras la denuncia, Biles prometía que su historia sería más grande que cualquier mal recuerdo.
Aura potente
Son unos Juegos raros, donde lo único rescatable ha sido el deporte, aunque suene obviamente ridículo. Los atletas son quienes los salvan, y lo que pase en las competencias es lo único lindo para mirar, con un Tokio sin alma, en estado de emergencia durante todas estas semanas a causa de los altos números de contagios (casi cuatro mil registrados este jueves, récord desde que se inició el evento). Sin espectadores en las tribunas ni ese ambiente festivo normal que en las calles revienta los corazones de alegría. Sin esa mezcla cultural de fanáticos que habría pintado de un color tan especial la ciudad con más habitantes del mundo. Sin parafernalia. En el contexto pandémico y con las leyendas olímpicas del siglo XXI que ya son recuerdo, el mundo depositó su fe olímpica en Biles, la única con un aura al nivel del velocista jamaiquino, la garrochista rusa y el nadador estadounidense.
Paradójicamente sin oros ni marcas perfectas, es como Biles está realzando aún más su calidad de estrella de estos olímpicos en un mundo distinto al que había. Tokio le demandaba la difícil tarea de conquistar seis oros en seis competencias. Además de revalidar los títulos que ganó en la Cidade Maravilhosa en suelo, salto, equipos y all around, debía sumar triunfos en la viga de equilibrio y las barras asimétricas. Algo de presión sentía.
Pero Biles desistió del desafío para ocuparse de otro mayor. Ejecutó el salto de caballete en la final por equipos con piruetas que no correspondían al plan. “No tengo idea cómo caí sobre mis pies”, comentaría después. La gimnasta abandonó. Sin lesiones físicas. Con problemas mentales. Los twisties la aquejaban, palabra que se puso de moda. Son los bloqueos mentales. Desorientación. Le puede pasar a un tenista que falla un remache fácil o a un golfista que equivoca un putter entregado. Pero en la gimnasia son más peligrosos, ya que no se está golpeando una bola quieta, sino que se vuela por los aires y la integridad física corre graves peligros. Simone dejó a su equipo improvisar, y aun así lograron conquistar la plata. El oro se fue a manos de las rusas (que compiten en Tokio representando al Comité Olímpico Internacional tras las sanciones por dopaje) y el mundo quedaba sorprendido. Biles reconocería sus fantasmas y que ya no confía tanto en sí misma. Otra vez se humanizaba a la reina.
Un momento histórico y no por un puntaje perfecto o por una marca imbatible. Nunca antes una atleta de su calidad, favorita a ganar la impresionante cifra de seis oros, y en la instancia más significativa del deporte, había reconocido que no aguantaba más. La salud mental se ponía por delante de una medalla.
También sacrificó la final del concurso completo individual. Ahora le queda ganar cuatro oros. ¿Importa con el contexto presente? En el Centro de Gimnasia de Ariake, su ausencia sobre los aparatos se nota. Las tribunas mayormente vacías, solo ocupadas por otras gimnastas y miembros de los equipos. Las expectativas de los medios bajaron, porque no hay dudas de que con Biles la atención se habría disparado. Sunisa Lee, quien estaba mentalizada en luchar por la medalla de plata, fue la que destronó a su amiga. Biles precisamente, con mascarilla, la estaba aplaudiendo y alentando desde las gradas, para luego subir videos de ella en sus historias de Instagram y postear fotos felicitándola por su oro. Un clima de compañerismo y sororidad que más que nunca domina entre el equipo USA, todos unidos por la situación de su líder.
Biles ha seguido a sus compañeras desde la tribuna. (Foto: REUTERS)
Después de subir a lo más alto del podio, Suni habló de su éxito, claro, pero también de su compañera: “Me dijeron que compitiera y solo me enfocara en eso, porque empecé a presionarme demasiado sabiendo que Simone estaba ausente. La gente puso la presión sobre mí, pidiéndome una medalla. Lo que hice fue no pensar en eso, porque así podía dar lo mejor de mí”, expresó la oriunda de Minnesota. ¿Quién le dio ese consejo? La misma Biles, confesó después. Por eso, Lee ni siquiera lo duda: “Esto lo hicimos por Simone”, exclamó.
Detrás de la estadounidense llegó una brasileña, Rebeca Andrade. Historia pura para su país. Pero claro, sin estar sobre el tapete o colgada en una barra, Biles igual fue tema principal en sus conclusiones después de festejar la medalla de plata: “No somos robots, somos personas, tenemos sentimientos como todos. Espero que pronto Simone esté en el grupo de nuevo”, expuso Andrade.
Simone no está bien
El nombre de Naomi Osaka acompaña el presente de Biles. La tenista arribó a su país con el antecedente de haberse retirado de Roland Garros. Se excusaba de participar en las conferencias de prensa que no aguantaba y que le causaban ansiedad. Ya que la organización parisina le dijo que por cada rueda que se saltara debería pagar una multa de US$ 15.000, la japonesa optó por restarse. “Está bien no estar bien”, fue la frase que estampó y que Biles hoy reconoce.
A propósito de la red social de las fotos, y a falta de la medición popular que entrega el aplausómetro en los estadios o la efervescencia en las calles que se podría captar entre los fans que rindan culto a un atleta con llamativas pancartas, hay que tomar a los seguidores virtuales. Antes de iniciados los Juegos, la gimnasta contaba con 4,5 millones de seguidores. Y ha subido como la espuma, porque ya bordea los 6,3 millones, es decir, sus followers crecieron en un 40%.
<?XML:NAMESPACE PREFIX = "[default] https://www.w3.org/2000/svg" NS = "https://www.w3.org/2000/svg" />
View this post on Instagram
A ese gran número de seguidores, Biles enseñó en crudas imágenes los secretos de lo que la tiene alejada de querer competir. Las imágenes la muestran realizando ejercicios en las barras asimétricas, en las que pierde el control de su cuerpo y aterriza desplomada en la colchoneta blanda.
“Es petrificante intentar realizar una habilidad, pero sin tener tu mente y tu cuerpo en sincronía. No lo recomiendo nunca. Es la sensación más loca del mundo. No tener ni por un centímetro el control sobre tu cuerpo”, contaba acompañando las imágenes, y reconociendo que le ocurren muy seguido cuando practica sus rutinas olímpicas.
No era únicamente presión. La presión que es un privilegio para el número uno del tenis, Novak Djokovic. Aunque no se refería directamente al caso de Biles, aportó sus valoraciones en el tema de moda al afirmar que si se ansía ser el mejor, se debe hacer frente a ella y saber manejarla.
Quedará esperar el estado de la superestrella para ver si va por algún oro en aparatos. Por lo pronto, la Federación de Gimnasia de Estados Unidos ya anunció que también se baja de las definiciones de salto y barras asimétricas. Lo cierto es que ya sabe que hará simplemente lo que ella quiera, se centrará en su mente y no actuará por lo que otros esperen que haga. Con oros colgados al cuello o no, la superestrella sigue siendo ella. Y demostró que las leyendas olímpicas son dioses en la metáfora y humanos con una mente que no hay que descuidar.
Que interesante caso.
Me gustan mucho las historias clásicas.
El arquetipo del héroe clásico es el que enfrenta problemas, o villanos, muy superiores a él al principio de su viaje de héroe, y después de sufrir derrotas a manos de esos villanos, muchas veces muy dolorosas o casi al margen de la muerte, logra superar sus límites y vencerlos, casi siempre con muy poco margen o incluso con algo de suerte.
Michael Jordan sería uno de esos héroes en el deporte. Maradona otro. Vencieron a rivales superiores que los hicieron morder el polvo al principio. O lesiones. Y cuando llegaron, se mantuvieron en lo más alto. Porque cuando alcanzas la excelencia extraordinaria en algo, nunca se pierde en realidad.
Cuando tienes gente de extremo talento que lo hace todo fácil, pero sin superar a sus némesis para llegar a lo más alto y mantenerse ahí, no llegan a ser héroes y quedar en el imaginario colectivo. Está lleno de esos. Por ejemplo el Chino Ríos. Muchos lo consideran el mayor talento de la historia del tenis. Pero no tuvo ese viaje del héroe. Es realmente extraordinario lo que hizo. Pero era tan enormemente talentoso y hacía ver todo tan fácil, que no te deja esa sensación heroica. De hecho te deja la sensación de que podría haber hecho mucho más. O Usain Bolt. Son tan superiores al resto que probablemente en algún momento si se mantienen de esa manera se transforman en los villanos superiores contra los cuales los nuevos héroes tengan que luchar y superar. Cual es la frase típica de Dark Knight?? Mueres como héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano…
Me da la impresión que esta atleta es este caso. Es tan talentosa al parecer que no tuvo tiempo de forjar carácter frente a las adversidades superiores. Nunca las tuvo en realidad.
La presión, especialmente el de la competencia revela tu verdadero carácter.
Por eso es importante que a los niños se los empuje a superar sus límites. Que fallen tratando de alcanzarlos forja el carácter. Eso es trabajo de los padres.
No hay tarea más noble para el ser humano que tratar de ser superior a tu yo anterior. Tratar de ser tu mejor versión. La competencia te da la oportunidad de eso. Por eso son tan raros estos héroes competitivos y freaks de la naturaleza, como Nadal hoy en día. La mayoría de la gente sufre la competencia, ellos la disfrutan.
Gran película al respecto.
Djokovic coopero, perdio eo paso al oro, oerdio oa de vronces y quedo tan mal que nibse presento al dobles nixto a conoetur por bronce...y ahi tebenos al máximo herore Chileno, Nicolás Massú, unico Dios deo olimpo que gabo nedalla de Oro en single y dobles masculino eb el misno jugo olimpico.... Lo ibtebtaron igualar Federer, Nadal, Djokovic, los 3 mejores tebistas de oa hisyiria, y Massú demostró lo que es ser heroe, con esfuerzo y motivación destruyó a todos sua enemigos hasta lkegar al olimpo.... CHILE ni siquiera ha ganado 1 medalla de oro en 100 años de historia, y Massú logro 2. Un crack
ResponderEliminarYep, un monstruo.
EliminarMuy buen análisis... Es labor de los padres enseñar a sus hijos a que la vida es dura, si te caes te levantas y sigues adelante tomando esas caídas como experiencia... Algo difícil se ver en esta generación donde es fácil conseguirlo todo... Saludos
ResponderEliminarMJ se hacía un lulo con la presión y se cagaba de la risa.
ResponderEliminarLo peor que podías hacer como rival era desafiarlo ya que lo tomaba como algo personal y sacaba lo mejor de sí.
Que manejo más extraordinario, por eso para mí es por mucho el mejor deportista de todos los tiempos.
mucho texto, la verdad es q esta tipa toma un medicamento psiquiatrico que los japoneses no lo dejaron ingresar y paff, nacio chocapic
ResponderEliminarhttps://youtu.be/Wy2CZ_t7M7U
ResponderEliminar
ResponderEliminarMuy arriba de la pirámide de maslow estará eso …. Pero si no cuentas con una convicción de que es en eso en lo que quieres convertir tu vida…. La verdad no tiene mucho sentido ….porque se convierte en un sacrificio y no en un disfrute…imaginas dedicar tu vida a perfeccionar un talento que no disfrutas ?…. Quizás caíste ahí porque el resto se dio cuenta de tu habilidad … y creíste que era positivo explotarlo… pero si no fue así?….a Simone la sigo en ig hace rato… y se nota que la gimnasia no es la pasión de su vida.
Yo creo que ahí está la diferencia…. Entre hacer de tu disciplina ..tu vida y competir hasta lograr la gloria y convertirte en villano…. O simplemente que sea solo parte de tu vida como un trabajo más al cual le dedicas el trabajo
Como bien lo dijiste del chino Ríos… ese wn ni se esforzaba ….era talento puro e innato de la naturaleza! Pero no era su vida el tenis y punto…no vibraba con todo su ser y eso se veía a leguas.
Creo que ahí está la diferencia….
Como leí en el prólogo de un libro…” gracias a los científicos que se han entregado en cuerpo y alma a la ciencia…dejando de lado sus vidas personales”
En la entrevista que le hizo Martín Cárcamo, el decía que fue un problema jubilarse tan joven, porque no logra encontrar algo que lo llene como lo hacía el tenis. Y esta hiper musculoso tratando de llenar el vacío.
EliminarMe refiero al chino rios
EliminarQue buen análisis, el chino es mi ídolo deportivo en Chile, las entrevistas de los futbolistas son siempre lo mismo monótonas y con poca garra, una entrevista a Marcelo Ríos no dejaba indiferente a nadie. Tenía una fe tan absoluta en que iba a ganar que se mandaba declaraciones extraordinarias. Por mucho tiempo busque el libro El extraño del pelo largo de Nelson Flores, fue difícil de encontrar hasta que haye uno en mercado libre, si alguien tiene la oportunidad de leerlo muy recomendable.
ResponderEliminar