Gonzalo Larraguibel
Socio Virtus Parteners
Nuestra sociedad está viviendo transformaciones profundas, abriendo oportunidades que pueden generar impactos positivos en distintos ámbitos. Sin embargo, si nuestra voluntad es cerrada al cambio, no lograremos capturar el valor que estas representan y, seguramente, alguien más hábil lo hará antes que nosotros.
En lo laboral, hoy existe una población migrante creciente con ganas de trabajar y, muchas veces, altamente especializada. Tenemos tecnologías que ofrecen nuevas formas de trabajo, permitiendo a personas contribuir de manera remota; hemos formado más técnicos y profesionales que nunca, muchos constituyendo la primera generación de su familia en tener esta oportunidad, y vemos una fuerza laboral femenina creciente y empoderada que, sin duda, tiene mucho que aportar, incluso en ámbitos históricamente dominados por hombres.
Últimamente, la incorporación de mujeres en los directorios ha cobrado especial relevancia. El Ranking Mujeres en la Alta Dirección 2018, desarrollado junto a Comunidad Mujer, evidenció que de los 327 cupos en los directorios IPSA sólo 21 pertenecían a mujeres, esto es un 6,4% del total. Si bien el número ha crecido, desde 2015 no ha presentado mayor variación, lo que contrasta con la creciente evidencia de los beneficios de la incorporación femenina a los gobiernos corporativos.
Pero como dicen por ahí, no hay peor ciego que quien no quiere ver, y a pesar de lo anterior, algunos indicadores de nuestro Índice de Funcionamiento de Directorios demuestran que no le hemos dado a este tema la relevancia que amerita.
De 152 directores que participaron en 2018, sólo un 43% señaló creer que el género es un factor realmente importante al momento de estructurar una mesa. Una afirmación que se da en medio de un escenario donde la diversidad emerge como una de las brechas más importantes a abordar para mejorar el desempeño de los gobiernos corporativos, catalogados en promedio como “deficientes”.
De hecho, solo un 44% de los encuestados señaló que su directorio tiene la combinación de perfiles adecuada para cumplir con los objetivos estratégicos de la firma, cifra inferior al 57% de 2017.
Chile debe dejar de asociar el liderazgo femenino sólo a fundaciones y lo social, donde por -cierto- lo ha hecho fantástico, sino también debe aprender a valorar lo que las mujeres pueden aportar liderando compañías tradicionales. Claro es que esto aún se trata de un gran desafío, pero también de un cambio cultural que debemos abordar más pronto que tarde.
Existe algo peor que una feminazi??
Desafortunadamente si. Un aliado feminazi.
Un hombre que encuentra válidos todos los argumentos, por idiotas o inconsistentes que sean de este casi culto.
Un alto ejecutivo no se elige por su sexo. O al menos no es un gran factor. Se elige porque despliega habilidades y talentos asociados al cargo. El 0,1% de la población tiene esos talentos, experiencia y habilidades. Hombres y mujeres, negros, blancos, amarillos, rojos y de cualquier otra clasificación.
Concedido que pueda existir cierto, solo cierto grado de discriminación de la mujer en estos altos cargos, pero por su potencial rol de madre, no por el hecho de ser mujer. Y eso tiene que ver con la disponibilidad completa de los altos ejecutivos para con su trabajo, dejando de lado casi completamente la vida familiar. Hay muy pocas mujeres que están dispuestas a eso, proporcionalmente mucho menos que los hombres en esta rango de competencias. Por supuesto Apple, Microsoft, CMPC o Falabella no se pueden quedar desde 6 meses a un año sin CEO dedicado 100% a la empresa. Si se descarta el factor maternal, no hay diferenciación. No solo en Chile, en todo el resto del mundo.
Por cierto, no hay solución a esto. El despliegue de experiencia, habilidades y talentos tiene directa proporción al tiempo que le dedicas al trabajo, y dos años de no dedicación completa y exclusiva, que es lo que toma criar un hijo relativamente bien, es una ventaja demasiado grande en comparación a los hombres en términos generales.
Así es que las mujeres tienen que elegir. Compiten con los hombres por los altos cargos ejecutivos o tienen vida familiar. Que es exactamente la misma elección de todos los que quieren llegar y mantenerse en estos cargos. En eso no existe discriminación. Imprimir artículo
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