Este fin de semana continuaron los incidentes violentos en distintas ciudades del país, con centenares de detenidos en incendios, ataques a cuarteles de policía, saqueos, cortes de ruta y otros incidentes. Aunque al parecer su número e intensidad van en descenso, no cabe asegurar aún que, tras un mes de graves desórdenes, estemos cerca de ver su fin.
La preocupación por atender las demandas sociales que puedan haberse expresado en las manifestaciones pacíficas de cientos de miles de chilenos es parte indispensable de la respuesta a lo que hemos visto estas semanas. Pero igualmente importante es que los actos de violencia que tan flagrantemente han quebrado la paz social sean perseguidos y castigados. Si el Estado de derecho significa algo es la adhesión a un conjunto muy claro de reglas, así como las consecuencias de no respetarlas.
Son tantas y tan brutales las imágenes de vandalismo que la ciudadanía ha podido presenciar en la prensa y las redes sociales, que la condena de esos actos arriesga no ser más que palabras vacías si ella no significa un precio para los responsables. El gobierno ha dispuesto un equipo de cuatro prestigiosos abogados para que lo represente en las querellas por los desmanes; si bien ello muestra voluntad de hacer valer responsabilidades, el volumen de actos vandálicos, miles de ellos en todo el país durante cuatro semanas, podría exceder ese esfuerzo.
Desde luego, en esto el rol de los tribunales será igualmente clave. No se entendería que, existiendo registro de tantos hechos de violencia grave y de tantos participantes en ellos, sólo un número reducido de personas fuera castigado en última instancia, o que teniendo a la vista el alcance de la destrucción —así como la amenaza a la seguridad y dignidad del resto de los ciudadanos— las sentencias fueran leves para los condenados.
El llamado no es a que haya mano dura, sino a garantizar que no exista impunidad para los delitos. Lo contrario arriesga dar la razón a quienes temen que, en la práctica, la violencia se esté legitimando como fuerza de cambio.
Sorry…No sirve. A menos que hayan fusilamientos públicos de los que incendiaron y destruyeron todo o una buena parte de ellos.
Como eso no va a suceder, el sentimiento de que los que provocaron toda la destrucción, vandalismo y saqueo quedaron impunes se va a mantener. Entre la gente normal y los saqueadores y delincuentes.
A los monstruos debes mantenerlos contenidos. Cuando sueltan amarras, es imposible detenerlos salvo una masacre, o varias, de por medio.
En eso fallaron los sistemas públicos de inteligencia y orden. Por semanas toleraron el incendio y vandalismo en el Instituto Nacional sin una acción firme que terminara con eso. Con esto enviaron el mensaje a todos los monstruos antisociales de que en el caso de una situación mayor, no iban a ser detenidos.
El estallido y los ataques coordinados solo fue la apertura de la jaula.
Esto puede suceder en cualquier sociedad. Como ejemplo está Hong Kong y Francia hasta ahora.
Los monstruos no se cansan. No paran ni se detienen, salvo que el ambiente de caos en el cual prosperan deje de existir. Afortunadamente con los acuerdos políticos del fin de la semana pasada ese ambiente de promoción del desorden bajó bastantes puntos, y va a seguir bajando al parecer, especialmente cuando comience a golpear el desempleo.
Esto debería ser una lección para todos. El caos y la maldad siempre están presente, aún cuando no lo veas o prestes atención. Siempre está a la espera de las condiciones adecuadas para emerger. Lo puede hacer en cualquier momento, de hecho el menos esperado. Y si se le deja actuar indiscriminadamente, puede destruir todo.
La ventaja es que cuando sobrevives, el orden social tiene otra perspectiva y está más atenta a las condiciones que provocaron el desastre en primer lugar. Con algo de suerte, saldremos de esto fortalecidos.
Tuvimos suerte. Estuvimos a punto de caer en un pánico del que no habríamos salido hasta que todo estuviera en el piso. Imprimir artículo
Esta es una de las grandes razones del porqué la ANI no funcionó. El año pasado Piñera nombró a un abogado, Luis Masferrer como director nacional de aquella FUNDAMENTAL repartición del Estado. Para cualquiera era fácil suponer que un abogado NO TIENE las competencias de inteligencia necesarias para el desempeño de su cargo.
ResponderEliminarHace dos días aceptaron su renuncia (evidentemente) y han designado a Gustavo Jordán Astaburuaga (estudió Ingeniería en Armas con mención en Navegación, en la Escuela Naval y Academia Politécnica Naval, y tiene una vasta trayectoria profesional: fue director general de Finanzas de la Armada (2009); Comandante en Jefe de la Primera Zona Naval(2005-2006); y director de Ingeniería en Sistemas Navales (2003-2004)).
Vaya razón lleva Carlos Peña en su columna del Domingo "Un Presidente vuelto inútil". http://www.nuevopoder.cl/un-presidente-vuelto-inutil/
https://www.duna.cl/noticias/2018/04/17/quien-es-luis-masferrer-el-nuevo-jefe-de-la-agencia-nacional-de-inteligencia/
https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2019/11/15/pinera-nombra-a-gustavo-jordan-astaburuaga-como-nuevo-director-de-la-ani/
Se llama complacencia. Y todo el mundo político y financiero en general pecó de ella (incluido Peña) a pesar de todas las señales de estrés económico que venían en camino. Estaban más preocupados de leyes de identidad de género y de la agenda de inclusión a ultranza que de quitar presión a la deuda de los chilenos y mantener las redes de inteligencia para desarticular redes violentistas.
EliminarLo dicho, esto es una oportunidad para volver a ver la sociedad y los riesgos que corre desde una mirada más atenta nuevamente.