20 agosto, 2023

Entre el endurecimiento y desorden, la recta final de los 50 años

Liberan el primer tráiler de “El Conde”, la nueva película de Pablo Larraín  donde Pinochet es un vampiro

@ElMercurio

“Desde el minuto cero fue crimen, felonía y vergüenza. Desde el minuto cero. No es separable el golpe de Estado de las violaciones a los derechos humanos. Van totalmente de la mano y por eso yo lamento que hoy día haya quienes públicamente estén reivindicando acciones como las que se vivieron hace 50 años”.

La frase, pronunciada la semana pasada por el Presidente Boric en el acto de homenaje al exlíder sindical DC Rodolfo Seguel, confirmó para la derecha, y para sectores de centro, algo que venían sospechando desde hace un tiempo. En la medida en que se acerca el 11 de septiembre, el mandatario ha ido endureciendo su discurso en torno a los temas de derechos humanos y a la conmemoración de los 50 años del Golpe.

Algo que se refrendaría en el mismo discurso, cuando el Presidente hizo alusión al exministro de Interior Sergio Onofre Jarpa.

Atrás quedaría, de acuerdo a la oposición, la idea de organizar una conmemoración con tono “reflexivo”, o con mirada de futuro, que se había insinuado los primeros meses del año y que incluso llevó al Presidente a enfrentarse con los sectores más duros de la izquierda, con frases como “desde la izquierda tenemos que ser capaces de analizar la Unidad Popular con mucho mayor detalle y no solamente desde una perspectiva mítica”.

Hoy sin embargo, y en consonancia con el tono que impera en el debate político, los discursos del mandatario estarían mucho más enfocados en “hablarle a su propio sector” y en reconquistar a las agrupaciones de derechos humanos escépticas del proceso de conmemoración que lleva adelante.

Es, no obstante una estrategia arriesgada.

Por un lado, para la derecha es un “riesgo”, pues provoca “un clima de odio muy complejo de cara a la conmemoración. Hay que cerrar heridas más que abrirlas”, según cuenta el senador RN Francisco Chahuán, presidente de la comisión de DD.HH. de la Cámara Alta.

Pero en la izquierda más extrema, el discurso gubernamental tampoco está permeando pues, si bien se reconocen ciertos gestos —y a ciertas autoridades— el “relato” está lejos de ser lo que buscan. Y de verse en la práctica.

Es un escenario que tiene a la conmemoración, a 21 días del 11-S, en tierra de nadie, sin que nadie sepa cuál es el fondo que busca el Ejecutivo, y sin la significancia política que se deseaba.

Tono vs. sustancia

El cambio en el tono presidencial no ha pasado inadvertido. Incluso ha llamado la atención dentro del mismo oficialismo.

“El Gobierno partió con la idea de propiciar un acuerdo, un entendimiento de superación, pero eso fue quedando un poco atrás y se fue entrando en la arena política, de la discusión. Además, del otro lado hubo actitudes malas. El pinochetismo duro se sintió respaldado socialmente por las elecciones y tiró la cuerda, y del otro lado, del Gobierno, la respuesta no se hizo esperar. Al país no le hace bien”, dice el senador PS Gastón Saavedra.

Concuerda en parte el diputado Jaime Naranjo, del mismo partido, que asevera que “el Presidente tenía una posición bastante silenciosa sobre esos temas”, aunque agrega que “en ese acto tenía que recordar a Jarpa, tenía que nombrarlo”.

Desde el mundo de los derechos humanos reconocen a “El Mercurio” que, desde que renunció Patricio Fernández, la relación entre las agrupaciones y el Gobierno ha cambiado, al menos en lo formal.

“El Gobierno tomó recibo de lo que nosotros decimos. De que lo que vale es la voluntad, el trasfondo real, el Plan de Búsqueda. Ahora están alineados con ese aspecto, no solo desde una forma simbólica, sino que también práctica”, dice una fuente.

Esto se ha notado, agregan, no solo en las intervenciones presidenciales sino que, principalmente en el rol de dos personas. El jefe de contenidos del segundo piso, Manuel Guerrero, y el ministro de Justicia, Luis Cordero.

En el caso del primero, ha asumido un rol de “mediador”, entre las agrupaciones descontentas y la Presidencia. Y el segundo es muy elogiado por su “empatía”, pues ha recibido a una gran variedad de organizaciones e incluso a personas individuales, que no pertenecen a ningún grupo, y que han pedido información sobre el Plan de Búsqueda que lleva adelante su cartera.

Asimismo se ha valorado el tono más condenatorio del Presidente.

Sin embargo, a la vez, consideran que a estos gestos, estas palabras, les falta “sustancia”.

Esto es porque, más allá de las declaraciones, no tienen ninguna seña del “relato”, que el Gobierno quiere definir para el 11. “Queremos justicia, saber si la ha habido o no. ¿Se verbalizará eso? ¿Qué se dirá de Allende y su rol? Buscamos anuncios concretos, estrategias, de cómo se avanzará en el Plan de Búsqueda”, dicen desde las agrupaciones.

Ante estas preguntas, desde el Gobierno solo hay una respuesta: el silencio.

De acuerdo a fuentes que han estado en algunas de la conversaciones, la razón de esto es que, posterior a la salida de Fernández se habría perdido toda la organización que había en torno a la efeméride. Algo que ha sido multiplicado por los problemas del Ministerio de las Culturas.

“Con la salida de Fernández se produjo un frenazo en seco porque en Cultura hay solo enredo. No hay ninguna línea. Nada. Se ha desarticulado todo lo que estaba coordinado y ahora cada organización está trabajando por su cuenta”, dicen.

Otra persona entendida cuenta que “Fernández pretendía poner énfasis en un pacto para mirar el futuro. No había mucha claridad sobre cómo se iba a abordar la verdad histórica del Golpe y la dictadura. Pero sí había estrategia. Se fue Fernández y ahora no tenemos ni eso”.

Hay un hecho que, dicen, ejemplifica esto con claridad. Originalmente, el Gobierno tenía contemplado dos actos oficiales. Uno el 8 de septiembre y otro el mismo 11. Uno iba a ser dedicado a la memoria y los derechos humanos y el otro tendría un tono más político. Sin embargo, el primero de estos se suspendió, sin mucha claridad de las razones.

“La actividad que se suspendió el 8 de septiembre era un homenaje. La sacaron para ir limpiando la agenda y no meterse en más problemas”, dice una dirigenta, molesta.

Es una agenda que se complicó aún más, dicen, con el cambio en el Ministerio de las Culturas y la llegada de Carolina Arredondo, quien tendrá solo unos pocos días para actualizarse. “De Aguirre no gustaba. Pero a ella, no la conocemos”. A la vez, critican que en esa repartición solo se ha mostrado un sitio web y un calendario de eventos de la sociedad civil.

Sin embargo, lo conceptual —o la falta de concepto— no es lo único que enoja a las organizaciones. Estas resintieron mucho —“fue un golpe de agua fría”— la invitación del Presidente Boric a Sebastián Piñera para viajar juntos a Paraguay. Algo que se suma a la molestia de las organizaciones por no haber sido recibidas por el mandatario para hacer sus planteamientos.

Una conmemoración menos

Fuentes del oficialismo cuentan a “El Mercurio” que una de las razones por las que el Presidente se ha alineado con sus simpatizantes más duros es porque ya no está encontrando disponibilidad —ni en el Gobierno ni la oposición— para lograr el simbólico acto transversal que tenía pensado.

Es más. Varios relatan que en el comité político ya hay algunos presidentes de partido que han planteado hacer una conmemoración “discreta”.

Para el exdirector del Museo de la Memoria Ricardo Brodsky, “la conmemoración se transformó en un problema para el Gobierno. La apuesta original era generar un tipo de diálogo para avanzar hacia un clima de superación. Pero con la polarización existente, la quitada de piso al proyecto original y todos los cambios en Cultura, parece que el proyecto original fracasó. Hoy solo va quedando la fecha, y están pensando en que pase rápido”.

Agrega que, para él, “evidentemente, hubo un cambio en el discurso del Presidente, que se involucró en la guerra de trincheras. De alguna manera, desafiar desde España a los partidos de la oposición, luego atacar a Jarpa a título de escopeta, no son errores no forzados”.

Para los expertos, quien está llevando el peso de la conmemoración, hoy por hoy, es la sociedad civil, a través de las universidades y organizaciones. “El mundo académico está buscando reflexionar sobre el Golpe y lo que representó sobre la sociedad chilena. Desde los artes, la justicia, la memoria”, explica Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos de la UDP, quien, a la vez, reconoce que en lo político “no creo que haya bombos y platillos”

“Los mensajes se ven difíciles en un contexto donde no hay posibilidad de diálogo en varias materias importantes. La posibilidad de los puentes está frágil, en algunos casos, inexistente. Hay una resistencia sostenida de la oposición para avanzar en cualquier cosa”, explica.

Una muestra de esto es que hasta ahora ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado se han sostenido reuniones formales con el Gobierno para analizar lo que se va a hacer.

De todas formas, según algunas fuentes, en el Gobierno no se resignan a, al menos, organizar un gran acto con invitados internacionales –los Presidentes de México y Argentina ya manifestaron su intención de asistir. De hecho, la directora de Protocolo, Manahi Pakarati, ya estaría trabajando en invitaciones y contactando a otras autoridades.

Pero, además de esto, por ahora no se ven más posibilidades de manifestaciones o gestos, en conjunto, de todo el ambiente político, como pretendía el Presidente Boric, según el llamado que hizo desde España.

“El Presidente debe tener cuidado de que esto no se transforme en algo de izquierdas y derechas. Hay que tratar de construir una reflexión general, y el tono debe ser de reencuentro pues se están usando recursos públicos”, dice Chahuán.

Sin embargo, por ahora, según Brodsky, es precisamente lo que habrá. “La falla ha estado en la conducción política. En ese lado no se ha avanzado. Lo que falló el 73 fue justamente la política. Y sigue fallando 50 años después”, dice.

Una tendencia a la polarización a la que el Presidente, junto con el resto del ambiente político, parece haberse sumado.


Shocking…

Quien habría podido imaginarlo…

Cuál es el problema que tienen los narcisos?

El 11S y Pinoshé no despierta ninguna emoción en la sociedad. Solo en los partidos políticos.

NOBODY GIVES A SHIT…

No van a ganar ningún voto de ningún lado dándole en el gusto a grupos ultra minoritarios con agendas aún más minoritarias sacándole los choros del canasto a una enorme mayoría.

Y sacar los choros del canasto tiene consecuencias. Como el basurear a Allende y al periodo de la UP y con ello a los socialistas y comunistas. Que es algo que se ha visto non stop. De hecho diría que buena parte del mito Allende que fue custodiado durante todos estos años ha sido borrado del mapa a nivel social. Lo puedes ver en las encuestas cuando Pinochet marca más aprobación que Allende.

Pero ya comentado latamante en el blog.

Todavía piensan que pueden elevar la temperatura social como lo hicieron para el estallido flaite para con ello cosechar votos.

No pueden. Ese tren de uno en un millón de años ya se fue…

FOR GOOD…

Lo comentado desde el 4S. Lo mejor que puede hacer el gobierno es hacerlo muy discreto.

El único interés en la sociedad es la inflación y la delincuencia. En órdenes de magnitud en relación a cualquier otra cosa.

Cualquier tema que quieran elevar que no esté relacionado a eso, es un petardo mojado.

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1 comentario:

  1. lo cuatico es que no tienen otro tema que lo de pinoshe, hasta el lole....

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