Hoy se discute mecanismos para mejorar la calidad de la educación, pero poco se ha reflexionado sobre el tipo y los objetivos que queremos. Seguimos enviando a nuestros hijos a colegios que parecen bunkers, en los cuales un profesor se para frente a los alumnos y entrega una serie de conceptos e información, llamados “materia”, en forma monótona, con casi nula interacción con los jóvenes, que llegan a sus casas a memorizar lo que se les repitió en extensas jornadas, quejándose amargamente de lo aburrido que resulta tragarse la “materia”. ¡Con justa razón¡ Imaginemos un dron filmando esta situación: seguramente se vería un espectáculo bastante patético. ¿Es esto lo que necesitamos? Ciertamente no.
¿Por qué? Ya que vivimos una época en que lo único que sabemos es que sabemos muy poco de casi nada; que lo que sabemos quedará obsoleto muy luego y que no tenemos la más mínima idea de lo que ocurrirá en pocos años más en el mercado laboral, el financiero, el del retail, la biomedicina, la inteligencia artificial y un largo etc. Algunos ejemplos lo ilustran. Sabemos que el conocimiento en medicina en cinco años queda obsoleto; que las ciencias generan permanentemente descubrimientos que cambian sustancialmente lo conocido y que la economía de la cooperación transforma industrias a cada instante.
Especialmente, los avances que la tecnología nos provee son tan rápidos y estamos tan imbuidos en ellos, que no nos damos cuenta. WhatsApp se popularizó seis años atrás. ¿Algún lector imaginaría un mundo sin esta aplicación, tan influyente que la gente camina y maneja mirando su celular, conectada con “su red”? Pregúntese el lector qué es lo que mira por primera vez al levantarse en la mañana; y en la noche, ¿lo último al acostarse?
Por eso, sabiendo que la tecnología nos provee una nueva forma de vivir en sociedad y de obtener y procesar información, ¿las formas y objetivos de la educación debieran ser los mismos que hace dos siglos? ¿Es relevante que nuestros hijos memoricen que Pompeyo Craso fue rival de Marco Licinio Craso, y al principio aliado de Julio César? ¿No será mejor que en sus colegios, además de Roma, reflexionen críticamente sobre la importancia de la colaboración en una sociedad cruzada por la inteligencia artificial?
Con tan profundos cambios, nuestros hijos tal vez requerirán estudiar muchas carreras, más cortas, y varios post grados, seguramente online, y continuar su educación toda la vida, para así realmente aportar y tener un espacio en la sociedad. Y, como dicen los pensadores de la educación del futuro (Davidson 2016), lo que sí debiéramos enseñar y aprender en nuestros estudios formales son las cuatro “ces”: cooperación, comunicación, creatividad y pensamiento crítico.
Son éstas las mal llamadas habilidades blandas, erróneamente nombradas así porque, en realidad, son las aptitudes y distinciones que nos permitirán desarrollarnos con éxito en un mundo próximo. ¿En 10 o 20 años más? Un mundo para el que tenemos que prepararnos y que no tenemos idea cómo será.
Hmmm…
Los instrumentos de aprendizaje han cambiado sin duda. Aprender idiomas hoy en la comodidad de tu casa con una aplicación que es gratis o que cuesta USD 5/mes es mucho, mucho, mucho más práctico, efectivo y rápido que las clases presenciales en los antiguos institutos que costaban decenas de miles o incluso cientos de miles de pesos. Por algo están quebrando a velocidad warp.
Y eso puede ser extensivo a cualquier materia sin duda. Pero eso es, como dice el artículo, entrega de contenidos.
Y también es extensivo a casi cualquier actividad comercial o de negocios hoy, con video conferencias, archivos compartidos formularios y pagos en línea, al igual que el control de todos tus activos de la misma manera. La única ventaja hoy de ir a una oficina para trabajos administrativos o financieros es que te obliga a cumplir con ciertas rutinas en ciertos horarios. Amazon o Ali Express venden más que cualquier empresa en el mundo, y no necesitan visitarte presencialmente. De hecho, los youtubers basan sus ingresos en videos filmados desde sus dormitorios. Y algunos con bastante éxito.
Pero la educación es otra cosa más integral. Para recibir esos contenidos, o aprovechar la digitalización, primero debes tener la disciplina para ello. Y la ética de trabajo o estudio. Y la capacidad de asociarte para compartir experiencias. Y finalmente la confianza de ese entrenamiento para aplicar lo aprendido en la realidad. Recién ahí se puede explotar el hecho de que los medios de entregas de contenidos son mucho más eficientes.
Y eso no se puede hacer en salas de clases ni lo generan los maestros ni escuelas actuales. Las escuelas de hoy son guarderías muy sobre pagadas donde ni siquiera se puede disciplinar a los niños sin herir susceptibilidades muy livianas en ellos y en sus padres. Esto es especialmente cierto en los colegios más caros, donde si un profesor mira feo a un alumno, este hace que lo despidan casi sin problemas, y no es broma. Imprimir artículo
Soy profesora, me sorprende como redactas de manera simple un escenario tan real y honesto. En estos tiempos se habla de las habilidades del futuro... inteligencia artificial en la educación...
ResponderEliminarOjalá hubiera leído esto antes... saludos.