En la política chilena conviven la indolencia y el apuro, la indiferencia y el atolondramiento, la desidia y la improvisación.
Lo anterior no lo inventé yo. Me lo dijo un amigo extranjero, un estudioso de los países emergentes que se define –acertadamente, me parece– como un “espectador imparcial de esa serie entre cómica y trágica que es Chile”.
Mi primera reacción fue rebatirle, decirle que estaba equivocado, que lo suyo era puro prejuicio, que Chile era un país de gente decidida, previsora, valiente y gallarda. Un país con un fútbol muy mejorado en relación a la norma histórica.
Estaba por hacerlo cuando mi amigo, que es un poco “nerd”, apuntó algo que, definitivamente, me dejó pensando. Dijo que Chile era el mejor ejemplo de un país atrapado en lo que en teoría de juegos se llama el “dilema del prisionero”. Los políticos toman decisiones estratégicas y oportunistas que, desafortunadamente, llevan al país al peor de los mundos. Al mundo del “perro del hortelano”, ese animal que ni come ni deja comer.
Le pedí ejemplos y, para mi sorpresa, mi amigo resultó estar muy bien informado y me dio una lista contundente.
Empezó con el drama PS-PPD. Afirmó:
“Cómo es posible que dos partidos que han sido gobierno y, se supone, son dirigidos por adultos, se encuentren en una situación en la que ‘se les acabó el tiempo’, y no alcanzan a hacer primarias. Son como esos niños a los que se les pasa el fin de semana en puras tonterías y no hacen las tareas. La noche del domingo les baja la angustia y el miedo y tratan de discurrir ideas salvadoras y ridículas: hacerse el enfermo, quebrarse una pierna, hacer la cimarra, hacer una encuesta”.
Mi amigo se mesó el cabello y prosiguió: “Los dirigentes del PS y el PPD pasaron meses en la desidia más absoluta, y al final hicieron todo en forma atolondrada y mal. El resultado es llevar agua al molino de la derecha, ayudar a la campaña de Joaquín Lavín o a la alcaldesa Evelyn”. (Cuando le pregunté por los otros candidatos de ese sector, me soltó un: “No existen. Ni su mamá votaría por ellos”).
Después de una pausa, mi amigo afirmó que había otra interpretación, una alternativa mucho más diabólica. “Tal vez”, apuntó, “no fue ni desidia ni improvisación, sino que una decisión deliberada y estratégica”.
Tomó un aire de misterio, se acercó más a la cámara del Zoom, y en voz baja, casi susurrando , dijo:
“Quizás orquestaron esto de la falta de tiempo porque, en verdad, no quieren ser gobierno, no quieren la responsabilidad de enfrentarse con la ‘primer línea’, con los Jadue, con la diputada Vallejo, con la CUT, con los carabineros, con los mapuches, con las feministas, con los camioneros”.
Traté de interrumpirlo, pero no me lo permitió. Estaba lanzado:
“Lo peor para el PS y el PPD sería ser un gobierno de izquierda, supuestamente progresista, lidiando con un Frente Amplio descabezado y sin rumbo, un Frente Amplio dando palos de ciego, en comparsa con el PC”.
Pensé que lo de los “palos de ciego” era políticamente incorrecto, pero no se lo dije. Lo dejé continuar:
“Claro, Giorgio se va a Londres a estudiar con la profesora Mariana Mazzucato y deja a les muchaches a la deriva y en desorden. Giorgio va a aprender cuestiones novedosas y sorprendentes que derrumban el mito de la superioridad del sector privado y del capitalismo. Que la internet fue posible gracias programas públicos, a fondos concursables provistos por gobiernos, por instituciones estatales. Va a aprender que fueron las platas del complejo militar-industrial las que permitieron los avances de las redes, de su twitter y de su lista de WhatsApp”.
En cuanto tomó un respiro le pregunté por la derecha. Soltó una especie de bufido y dijo que la situación era “mucho más peor”. Habló de la reforma de pensiones y de cómo el gobierno pasó de marcar el paso y moverse con parsimonia y lentitud a una urgencia sin fundamentos. Al punto que dio el horrible paso en falso de afirmar que algo que no está financiado –la ampliación del pilar solidario– tenía recursos. Un pecado mortal para una administración plagada de economistas. Luego habló de la incapacidad del sector de renovarse, de crear un polo liberal, y dijo que los chicos de Evópoli eran como los de ese tango, “los muchachos de antes usaban gomina”.
Ante tanta calamidad solo atiné a decir “Chuta,” a lo que mi amigo contestó: “Esa era la expresión favorita del antipoeta”.
Yisus…
Hay algo que uno entiende en ámbitos corporativos y debe ser lo mismo en los gobiernos. Finalmente, por mucho que parezca que las cabezas están o tienen posturas contrarias, al final de las disputas de directorios, algunas muy acaloradas, incluso con amenazas, van a tomarse un par de tragos al Country y conversan sobre el asado que están organizando sus esposas en Cachagua para el finde.
Los políticos son iguales. O en realidad la clase política. A lo único que temen es a dejar de ser relevantes, o que lleguen outsiders que los saquen del protagonismo que tienen en el pantano.
Todo lo que está pasando hoy en la política chilena es debido a la enorme influencia que TUVIERON partidos más radicales de izquierda en la oposición. Hoy, todos están luchando por volver al centro y presentarse de esa forma a los votantes. Al menos los más inteligentes, o vivos, entre los cuales está Jackson. Si se llegaba a presentar iba a ser masacrado. Hay que reconocer que tiene sentido de preservación, y que es un político de tomo y lomo a esta altura, utilizando todas las ventajas que le ofrece un cargo público a nivel personal.
Me da la impresión, a diferencia de lo que pueda parecer, que el proceso constituyente no va a ser demasiado relevante.
O va a terminar con algo semejante a lo que tenemos, o con un mamarracho que va a ser votado en contra en el plebiscito de salida, que es obligatorio PARA TODOS.
Los políticos no tienen un estatus especial de inteligencia u organización, como podría parecer de estos comentarios. No se organizan nada más allá de lo que tengan ya organizado para la próxima elección.
Y me parece que en todos los partidos están buscando a los candidatos para mandar al sacrificio sin quemarse ellos en esta elección particular que va a ser una masacre mediática para todos. Los candidatos fuertes se van a reservar para la próxima. Como Felipe Kast.
Esta elección no va a estar dominada por nadie fuerte de los partidos tradicionales. Al menos, de los candidatos que han presentado, esa es la impresión.
La DC lleva a Ximena Rincón que debe ser lo más débil que haya presentado la DC nunca como candidato. No se está quemando ninguno histórico. El PS lleva a Narváez. Lo mismo. Evopolis, Briones, RN, Desbordes, la UDI, hay que ver si Lavin o Matthei realmente se presentan, si no van a apoyar probablemente a Sichel. No va a salir ni Jadue ni Jiles, muy rascas y controversiales siquiera para pensarlo, así es que no tiene sentido considerarlos.
Esta va a ser una elección en la cual los partidos van a simular que están renovando a las viejas momias que tienen en sus estantes.
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