29 julio, 2023

“He perdido por todos lados”

@ElMercurio

Daniel Stingo mueve las manos. Eleva la voz. Mueve la cabeza. El cuello. Mira a un lado. Al otro. Es un día viernes e intenta explicar por qué es así. Por qué a veces, aunque no lo está, parece estar enojado. “Tengo sangre italiana”, dice. “Soy apasionado”, dice. “Estoy entusiasmado”, insiste. Su esposa se lo ha dicho: “Tu problema no es lo que dices, Daniel, sino cómo lo dices”. Sus amigos se lo dicen: “respira, Daniel, échate para atrás, mira las cosas desde afuera”. Y Daniel lo intenta. Pero no siempre resulta. Esa vez, ya sabida, le pasó, cuando inflamado por el éxito tras haberse erigido como el candidato más votado de la Convención Constitucional, expresó de pierna cruzada en televisión:

“Aquí no ganó la derecha, que iba por el rechazo y como iba por el rechazo ahora tiene una minoría. Nosotros vamos a poner los grandes temas porque nosotros representamos a la gente. Los que ganamos representamos a la gente… Los grandes acuerdos los vamos a poner nosotros. Y que quede claro, los demás tendrán que sumarse”.

Desinflamado de éxito, al interior de su estudio de abogados en Santiago Centro, donde además tiene instalada la escenografía de su programa La Voz de los que Sobran, Daniel Stingo cuenta por primera vez cómo fueron los meses al interior de la Convención y el posterior triunfo del rechazo. Para graficarlo, se toma unos cuantos pelos con la mano.

—Yo no tenía canas, huevón —dice—. No te estoy mintiendo, yo no tenía canas antes de meterme a la Convención.

—¿Valió la pena?

—Le he dado veinte vueltas a eso…

Después de octubre

Detrás de Daniel (57 años) cuelga su título universitario. Es abogado de la Universidad Católica, y especialista en derecho laboral. Está casado, tiene una hija de 22 años y un hijo de 19. Estudió en el colegio San Juan Evangelista de Las Condes, fue consejero de la FEUC y protagonizó un comercial de mayonesa antes de ingresar a trabajar en los estudios de abogados Del Río y Cía., Santander y Cía., para luego convertirse en asesor de la Dirección de Vialidad y de la Dirección de Aeropuertos del Ministerio de Obras Públicas. Más tarde, en 2005, saltó a la televisión como panelista del “Buenos días a Todos”, en TVN; tuvo su propio programa en Canal 13, “Tribunal Oral”, y pasó por “Mucho Gusto”, de Mega; el 18 de octubre del 2019 era nuevamente panelista del matinal de TVN

Entonces, todo explotó. Y al igual que otros rostros televisivos, Daniel Stingo comenzó a emitir sus opiniones, confrontando a políticos y empresarios, interpretando en su estilo el malestar que emanaba del estallido social. Tiempo después, el escritor Rafael Gumucio se referiría a Stingo como símbolo de “la izquierda conversa, esa que vio la luz recién con el estallido social”.

—¿Qué piensa hoy de esa definición?

—Puedes buscar en los diarios y ver que yo era dirigente democratacristiano en la Universidad Católica. Mi núcleo de funcionamiento eran Claudio Orrego y Patricio Zapata (ambos DC). Nunca me iluminé, ni me he radicalizado. Creo en la economía de mercado, creo en la iniciativa privada, pero con cierta fiscalización para que no haya aprovechamiento, ni colusiones, y con los derechos sociales garantizados por el Estado. No es más que eso.

Un mes después del estallido, Stingo fue apartado de la pantalla de TVN. Recién en junio del 2020 regresó como conductor y miembro del directorio del medio independiente “La Voz de los que Sobran” (LVQS), junto a los periodistas Alejandra Valle y Mauricio Jürgensen. Fue la plataforma, dice, para mostrarse tal como es: ácido, irónico, deslenguado. El 16 de mayo del 2021, en paralelo a su participación en el programa, se convirtió en el constituyente más votado, con más de 100 mil votos. El resto es historia.

—¿Sigue creyendo que el proyecto que presentaron era una buena Constitución?

—Como proyecto sí. A ver, no era perfecto. Algunas cosas podrían haberse hecho mejor, escriturado mejor, no haberlas puesto.

—¿Como cuáles?

—Voy a decirlo en términos generales: llegaron a la Convención personas elegidas que nunca habían tenido poder y necesitaban poner temas que encontraban muy importantes, porque eran necesidades de la gente. Por ejemplo, las cuidadoras, el mundo LGBT Q+, el mundo de las feministas, el mundo de los pueblos originarios, el mundo de los niños, niñas y adolescentes, los regionalistas. Entonces, abarcarlo todo no aguanta. La gente también se asusta, ¿no? Ahora, no es responsabilidad mía, yo soy uno y éramos 154. Pero como producto, como borrador, yo creo que era un buen borrador, perfectible, por cierto que sí.

—¿Usted manifestó esas inquietudes dentro de la Convención?

—Hay algunos que tienen más lucidez que otros. Algunos se dieron cuenta de que estábamos llevando esto demasiado lejos. No se hicieron cálculos. Hubo algunos más iluminados que otros, pero estábamos metidos en una especie de reality. No veías el mundo, lo que estaba pasando afuera. Algunas cosas yo las encontré pasadas pa' la punta y no me gustaban… Pero había otros mucho más lúcidos que yo. Yo me di cuenta después. En la revisión posterior.

—¿Comparte la idea de que se desconectaron de la ciudadanía durante el proceso? ¿Que no hicieron eco de lo que ocurría en el país en términos de seguridad, inmigración, crisis económica, etc.?

—Algo de eso hay, yo creo que sí. Pero también no podemos obviar que hubo un sector que desde el primer día quería que se frustrara este nuevo proyecto. Aquí a La Voz de los que Sobran vino una persona a pedirme disculpas, a pedirme perdón por lo que había hecho. “¿Por qué venís a pedirme perdón?”, le pregunté. “Yo trabajaba en la agencia El Rebaño”, me dijo. “Y ahí mis instrucciones eran subir por lo menos una o dos veces a la semana cosas en contra tuya”. Entonces, ya. ¿Es la única razón? No. Que hubo responsabilidad nuestra, hubo responsabilidad. Pero fue algo multifactorial.

—Votar en la ducha, por ejemplo, corpóreos dando vueltas por el salón, el caso Rojas Vade, ¿qué tanto afectó el comportamiento de los convencionales?

—Eso fue gravísimo. Sin embargo, en el parlamento actual hay un diputado que le ha pegado como a tres diputados más y eso no ha sido un escándalo nacional. O sea, la vara con la que nos midieron a nosotros fue mucho más estricta. Quizás deberíamos haber tenido conciencia de eso y haber actuado mucho más ordenados.

—¿Y comunicacionalmente haber elaborado una mejor estrategia, también?

—A ver, el gobierno de Gabriel Boric tendría que haber hecho eso y con mucha más fuerza, digamos. Él tendría que haber sido el capitán de esta cuestión. Y eso no se vio.

—Ha pasado el tiempo: ¿cómo reflexiona hoy sobre esa primera frase que lanzó al ser elegido?

—No quise decir eso. O sea, yo lo que dije es que los temas los ponían las personas y las personas habían elegido un grupo de gente. No es que los haya excluido. Era: súmense porque la gente quiere estos cambios, quiere un Estado democrático, Estado social y democrático de derecho. Si ustedes no quieren eso, van a perder y nosotros vamos a poner las reglas. Pero si ustedes se suman, bienvenidos. Súmense a la discusión.

—¿Pero cree que de la forma en que lo hizo alguien pudo verse llamado a participar?

—Lo que pasa es que… sí. Concuerdo contigo. Fue la primera declaración que hice y no fue la más afortunada, digamos. Creo que hubo declaraciones mías en las que podría haber bajado un tonito. ¡Me lo dijo hasta mi señora! Yo te dije que mi papá es italiano. Que soy apasionado. Entonces, sí, hay un tono que yo tendría que manejar, incluso hoy día, para que muchas cosas de las que hago tuvieran una mejor recepción.

Después de septiembre

4 de septiembre del 2022. Día del plebiscito de salida. Daniel Stingo estaba al interior de un restaurante en la comuna de Independencia junto al equipo de LVDQS y seguidores del medio. El ambiente era de confianza. La idea, cuenta Stingo, era realizar una transmisión histórica después de los resultados. Sin embargo, a medida que el conteo de votos avanzaba, los ánimos comenzaron a cambiar. Antes de que se ratificara el triunfo del rechazo, Stingo se acercó a la directora del programa para bajarse de la transmisión.

—“No sé si estoy como para salir al aire”, le dije. Y ella me dijo: “bueno, o sea, tenemos otros que salgan, así que no te preocupís, ándate pa' tu casa”.

Daniel Stingo subió a su vehículo. No encendió la radio. Manejó hasta su casa en Las Condes, donde lo recibieron su esposa e hijos.

—¿Qué le dijeron ellos?

—Ellos estaban como “¿qué pasó?”. La típica cosa de decir “no cachan nada los chilenos”. Típicas cosas que son reacciones iniciales, pero que después dan lugar a una reflexión. Pero en ese momento me apañaron y no entendían cómo la gente votó así, “en contra de lo que les conviene”, “qué extraño”.

La semana siguiente, Stingo tampoco participó del programa. Desanimado, agotado y sin dinero, dice, después de haber destinado gran parte de sus fondos a la campaña del apruebo.

—Me quedé sin plata —dice Daniel—. Tuve que volver a mi oficina, donde sigo ahora, como abogado independiente. Tuve que volver a decirme: “mira, el ejercicio profesional es a lo que me dedico ahora, de nuevo”. Eso ha costado mucho. Además he recibido mucha descalificación en la calle también, porque además yo vivo en un sector que era preferentemente del rechazo.

—¿Qué le dicen?

—¡Rechazo! ¡Devuelve la plata!

—En términos laborales, Daniel, ¿sabía que embarcarse en esto era un riesgo?

—No tanto. Me tiré un poco al agua nomás, porque creí que esto era muy importante para Chile. Yo tenía buenas pegas en la tele y mi estudio funcionaba bastante bien. Pero cuando vi esto de la Convención, la posibilidad de echar abajo la Constitución de Pinochet, me tiré con todo. Y ahí no evalué mucho. Yo no soy muy arriesgado en la vida. Soy bien ordenadito en términos económicos. Pero aquí no lo hice. Me tiré nomás. Y ahí a veces pienso, ¿la habré cagado? Tengo que contarte que en un momento determinado, no hace mucho, mi papá me tuvo que apoyar porque no tenía ni uno.

—¿Cómo fue eso?

—A mí nunca me ha ido mal. A mí nunca me ha ido mal cuando he ejercido, digamos. Pero cuando terminó esto no tenía trabajo, no tenía nada. Me tuvo que apoyar él, que ya es un hombre mayor, para salir de esta cuestión los primeros meses en que no tenía para pagar lo básico.

Stingo cuenta que tuvo que reducir gastos. Abandonó la casa que arrendaba en Las Condes y se radicó junto a su familia en su parcela en Buin, mientras estaba a la espera de recibir el departamento que hoy arrienda en La Reina.

—Me tuve que achicar en un departamento más chiquitito para volver a Santiago porque mi hijo me decía, “papá, yo no me voy a quedar en Buin, es muy largo el pique”. Mi señora es profesora de un colegio, y también era muy lejos para ella.

—¿A cuántos metros cuadrados se redujo?

—No te voy a decir los metros cuadrados porque no los conozco, pero te voy a decir que parte de las cosas que teníamos en la casa están en el departamento, otra parte tuvimos que meterlas en Buin, y otra parte están en una bodega. O sea, lo que estaba en un lugar, en una propiedad, ahora está repartido en tres. El departamento es bien chiquitín. Así que cuando me dicen “¡ladrón!”, por favor, ¡anda a ver dónde vivo! ¡Tengo el mismo auto de hace veinte años!

–¿Cuánto se redujeron sus ingresos?

–Por lo menos dos tercios. Pero pregúntame en un año más, a ver si nos recuperamos.

—¿Cambiaron otras cosas en su vida, Daniel?

—Hartas cosas. Los espacios, muchos gastos que teníamos se fueron, no sé, desde el paseo del perro, ponte tú. Antes teníamos una paseadora de perro, porque el perro es bastante grande, un border collie, entonces le gusta moverse. Otras cosas, no sé, alarmas chao, cable chao, varias cosas que no necesitái al final del día. Se puede vivir sin ello perfectamente, así que no vamos a empezar a llorar por eso.

—¿Perdió clientes por esto, Daniel?

—Perdí clientes. Pero por haber abandonado mi oficina. Estuve un año fuera. Yo tenía una socia, pero después se fue también. Esto se mezcló con que La Voz de los que Sobran pasó a ocupar algunas dependencias de mi oficina. Hicimos un estudio acá, en mi sala de reuniones. En un principio aceptó, pero al final ella dijo, “sabes qué, voy a buscar en otro lado mientras”.

—¿Ella, o alguien, Daniel, por así decirlo, lo llamó a la cordura, a pensar que esto podía tener este nivel de repercusiones?

—O sea, lo conversamos con ella más de una vez, claro que sí. Lo conversamos, pero a veces estái metido en una vorágine e, insisto, yo me la jugué hasta el final en lo que yo creía que tenía que ser el cambio para Chile. Y eso tuvo costos. ¡Muchísimos más duros de lo que pensé que iban a ser! Sin duda.

—La Voz de los que Sobran, ¿le permite generar ingresos?

—Nunca he recibido plata por el programa. Ni Hassan Akram, ni Alejandra Valle, ni Rodrigo Herrera, ni la directora. Sí reciben su sueldo el director, el productor. Tenemos una comunidad de gente que pone dinero mensualmente que quiere que sigamos existiendo como medio independiente. Tenemos muy poquita publicidad, pero ahí nos damos vuelta. Nunca hemos pretendido ganar dinero, sino que incidir en la sociedad, con ideas, incomodando al poder, para que reflexione y se acerque más a las posturas de lo que la gente quiere.

—Volver a la televisión, recuperar ese trabajo, ¿cómo lo ve?

—Muy difícil. No califico. Ahora, las vueltas de la vida, huevón. Las vueltas de la vida. Lo que pasa es que a qué volvería. Yo ya no estoy para que me vengan a decir: “no puede hablar de ese tema” o no sé qué. No es muy agradable; entonces, si yo llegara a volver, diría: “déjame hablar”. No me voy a quedar callado porque alguien te diga que no puedes hablar de ese tema. Y eso pasa todos los días en los canales.

—¿Se aprende, Daniel, a vivir con la marca del fracaso de la Convención?

—Es un fracaso de todos los que propusimos esto y alguien podría decir que es un fracaso del país también, porque algunos fuimos capaces de entender lo que algunos querían y otros no fueron capaces de ver lo que se estaba proponiendo. Yo no me siento como el gran fracasado. Tengo parte de responsabilidad con los que hicieron una mala campaña, con los que no se la jugaron, con algunos senadores del Partido Socialista que atornillaron al revés. Yo creo que todavía me quedan algunos años para poder contar lo que pasó y enseñar a otros para que no haya nuevos fracasos.

—Pero esto definitivamente lo marca personalmente y laboralmente.

—Lo que pasa es que algunos dicen que los chilenos tienen mala memoria. Y yo confío en eso.

Después de todo

Daniel Stingo cuenta que para ir superando el fracaso de la Convención pasada le ha ayudado practicar el ajedrez y escribir cuentos que espera publicar algún día. No ha ido al psicólogo. Se ha refugiado en la familia, en sus compañeros del programa y en las amistades que ha recuperado después del proceso: amigos, primos con los que congeló relaciones durante su participación en la Convención. Mientras, sigue transmitiendo a diario el streaming de LVDQS desde esta misma oficina donde espera que entre algún cliente. A través del mismo programa, de hecho, ha intentado llamar la atención con segmentos o cápsulas dedicadas a la asesoría jurídica.

—¿Está difícil conseguir clientes grandes?

—Ah, no, eso sí. No creo que me llamen de la Coca-Cola o, no sé, de Ford, o de Lucchetti, no creo. Lo tengo asumido.

—¿Laboralmente, la política, Daniel, tampoco es una opción?

En términos eleccionarios, no. Pero como opinante sigo haciéndolo.

—¿Sigue creyendo hoy en día en el proyecto del Frente Amplio?

—Sí, tengo muchas críticas, pero sigo pensando que es lo mejor que le pudo pasar a Chile, porque entre Kast y el Frente Amplio no hay donde perderse. Ahora, tengo decepciones con algunas cosas, como la parte comunicacional, por ejemplo. Se siguen cometiendo errores en la parte comunicacional, que no sé cómo va a cambiar, porque se sigue bailando al ritmo de la derecha. Los temas los pone la derecha y ellos bailan al ritmo de la derecha.

—¿Va a esperar a leer este nuevo proyecto constitucional? ¿O ya tiene decidido tu voto?

—Espero leerlo porque lo de los expertos era mejor que la Constitución del 80, obvio. Pero con los retrocesos que se han propuesto, de decir que el Tribunal Constitucional tenga facultades para revisar las leyes antes de que sean leyes, por ejemplo, obviamente habría que rechazar.

—Sacando cuentas, ¿valió la pena pasar por todo esto?

—Yo creo que quizá en términos muy personales, gané experiencia. Pero claramente en términos muy individualistas, si tú quieres, he perdido, no más. En ese sentido he perdido mucho. He perdido por todos lados. Gracias a Dios no familiarmente, pero el resto sí, por todos lados. Esto fue como inmolarse solo, ¿podís decir que de huevón? Sí, podría ser.


 

Independiente de como te caiga Stingo y los similares, y el ánimo de revancha, que es insuperable como motivación de la sociedad, es muy interesante ver cuáles son los efectos de estar posicionado correctamente en una ola o tendencia social o no, si es que eres participante activo de ella.

Peor aún, estar en la posición completamente opuesta como en el caso de Stingo y otros que fueron MUY en contra de la ola.

El problema es que no eran olas evidentes. Era una riptide que se estaba formando en las profundidades de la sociedad con una fuerza brutal.

What is a rip current and how does it occur? - Southern Boating

Es exactamente el mismo efecto.

Nunca debes ir en CONTRA de una riptide, si no, te agotas. Pero primero, obviamente debes saber que estás en una. Cuando estás muy arriba de la pelota, como los convencionales, era difícil saberlo o siquiera preocuparte de ello. Cuando se dieron cuenta, estaban a 20 Kms de la costa.

Los políticos más experimentados reconocen esas olas y las surfean o evitan cuando se necesita.

Por ejemplo los socialistas y PPD´s expatriados. Se subieron a la ola capitalista cuando debían, siendo marxistas, se subieron a la ola octubrista, en el peak, y se bajaron de ella cuando vieron o sintieron la riptide.

En fin.

Es el precio a pagar por ir contra la ola o tendencia. Una muerte segura o un daño significativo. O la surfeas, o te sales. Nunca vas en contra. Menos contra olas subterráneas cuando las sientes o intuyes.

Funciona en cualquier ámbito. Desde olas de verdad a mercados, pasando por la política.

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7 comentarios:

  1. Cuando leí el titular en la prensa... inmediatamente sabias k opinarias al respecto Adyaner....! Buen fin de semans.

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  2. Adyaner, sin dudas yo creo que lo podias haber hecho bolsa a este pajarraco, y me pregunto porque no lo hiciste bolsa en tus analisis? tus comentarios de Stingo fueron con guantes blancos o me equivoco?. un dicho Chileno muy antiguo que seguramente Stingo como buen Italiano arrogante nunca lo escucho que dice asi: "obra bien para que te valla bien".

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    1. Ni siquiera me interesó el hacerlo. Un académico histérico marxista más como Bassa y Atria. Vade fue mucho más interesante como fenómeno para mi gusto.

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  3. entonces Milei es digno de estudio?, ese weon se paso las olas por la ranfla :)

    https://www.youtube.com/watch?v=jWF1yq6hAI4

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    1. Los argentinos son más gritones y frontales. Acá cae mal eso. Allá claramente no. Diferentes personalidades como país.

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  4. Fuiste bueno "Stongo"

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